Largas noches sin dormir, el insomnio y la alteración del sueño son tan comunes hoy en día que hasta se han instalado “Clínicas del Sueño”. Sí. Hemos llegado al colmo de que se nos debe enseñar a dormir porque se nos ha olvidado.

El contexto de este Salmo de David no era el mejor escenario como para lograr dormir profundamente. Su hijo Absalón había iniciado un levantamiento contra su propio padre queriendo quedarse con el trono.

David huyendo. Enemigos por todos lados. Desconfianza, desilusión y fracaso. Seguramente la culpa de no haber podido establecer un buen vínculo con su hijo o la amargura de verlo en desobediencia desgarrarían su corazón de padre. Sin embargo, puede decir confiadamente que su descanso estaba asegurado porque su fe estaba puesta en Dios.

Todas sus angustias y preocupaciones las había echado ante Su presencia. Esta actitud de fe es esencial para el descanso del cuerpo y el alma. Saber quién es mi sustentador, quién es mi defensa y quién vela cuando yo duermo.

No es fácil encontrar descanso para nuestra alma cuando los problemas nos invaden la experiencia ¿No es verdad? Intentamos encontrar nosotros mismos las salidas a algunas situaciones que se nos presentan como laberintos, perdiéndonos de todos modos en el intento.

Nos preocupamos. Nos angustiamos y no logramos soltar nada en brazos del Señor. La ansiedad pasa a ser el huésped invitado. Ansiedad que nos va consumiendo por dentro.

Pero este Salmo nos ayuda a pensar de otro modo. Cuando tu sueño se altere por cualquier motivo emocional, recuerda que Dios es un escudo alrededor de ti. Evoca momentos donde has visto Su poder obrar a tu favor. Considera que Él escucha tu ruego. Atiende a tu necesidad. No está ajeno a lo que sucede. Deja que Él controle lo que tú ya no puedes controlar. No se dormirá el que te guarda.

Pensamiento del día:

Descansa tranquilo quien sabe dónde descansa su fe.