Uno de los grandes líderes de la revolución bolchevique en Rusia fue León Trotsky. Este ateo se destacó como fiel seguidor de las enseñanzas del partido comunista ruso. Sin embargo, cuando era chico, fue invitado por un amigo americano a asistir a una clase bíblica. El maestro nunca asistió y aquella clase, nunca se realizó. Aquel líder ruso, nunca más tuvo la oportunidad de escuchar el mensaje del evangelio. José Stalin había estudiado para ser sacerdote de la Iglesia Ortodoxa Rusa, pero la hipocresía reinante en aquel entonces en la iglesia creó en Stalin un espíritu apático a la religión y se volcó, decepcionado, al comunismo y a la causa de su país. Mahatma Gandhi, líder de millones de personas en la India, estudió cristianismo en Inglaterra, pero abandonó porque entendió que los cristianos no vivían de acuerdo a las enseñanzas de Jesús, confesó años más tarde. Dos adolescentes de Dallas, Texas, crecieron juntos en medio de un ambiente de delincuencia y vicios. Ambos fueron a la iglesia cuando eran niños, pero solamente uno continuó. Llegó a ser, con el tiempo, pastor en Florida. En cambio el otro abandonó los principios cristianos dedicándose otra vez al pandillaje y llegó a ser el asesino del presidente Kennedy.

Esto muestra a las claras la diferencia que puede hacer en la vida del ser humano la presencia de Cristo en el corazón. Definitivamente el destino del hombre radica en el grado de importancia que, en vida, le de a Jesús y su obra en la cruz. A diferencia de muchos existencialistas que opinan que el hombre es víctima de su propio destino, estas historias dejan ver la diferencia que hace en el ser humano el hecho trascendental que Cristo pase a ser el centro de su ser. Reflexiona. “Reconócelo en todos tus caminos y Él hará derechas tus veredas”, dice la Biblia en Proverbios 3:6 “Porque hay caminos que al hombre le perecen derechos pero su fin es camino de muerte.

PENSAMIENTO DEL DÍA: Así como la historia fue dividida en dos por la cruz de Cristo tu vida también.