Aunque la Biblia aconseja no fijar nuestros ojos en la tierra sino más bien en las cosas de arriba, las mismas escrituras nos dan algunas licencias para mirar para abajo. Cuatro de esos permisos, están expuestos en 4 versículos del capítulo 30 de Proverbios. El primero lo encuentras en el vs. 25 y también en el jardín de tu casa: son las hormigas. ¿Qué se dice de ellas? Que demuestran previsión. Preparan su comida muchos meses antes de que llegue el invierno y entonces, están bien aprovisionadas cuando afuera reina el frío y el hambre. El 2º lo encuentras entre las piedras y lo menciona el vs. 26: Los conejos. ¿Qué me enseñan? Precaución, pues hacen su casa en la piedra. No se confían, aunque son ágiles y veloces, siempre están a buen resguardo en sus guaridas. La lección que sigue es la de la participación y la enseñan las langostas. Dice el vs. 27 que, aunque no tienen rey, se organizan y salen todas por cuadrillas en una participación conjunta al avanzar.

Nuestra última enseñanza la deducimos del  4º animal, la araña o lagartija, según otras versiones. ¿Por qué este animal tan insignificante? Por su actividad benéfica dentro de las viviendas aún en residencias reales al limpiar la casa de insectos molestos, por eso me enseña algo sobre purificación o integridad. Cuatro virtudes que hacen sabio al más sabio: Previsión, precaución, participación y pureza. Este sabio escritor, habrá encontrado tiempo suficiente para pasearse por los jardines de su casa aprendiendo de esas pequeñas cosas imperceptibles a los ojos. Jesús también practicó esta disciplina. Él se detenía a mirar los lirios del campo, las aves de los cielos, y de esas pequeñas cosas sacaba lecciones grandes. ¿No será que también nosotros necesitamos hacer una pausa en nuestras vidas tan agitadas, agacharnos, mirar bien abajo y aprender un poco de lo que allí encontremos?

PENSAMIENTO DEL DÍA: SI MIRAS DEMASIADO RÁPIDO EL CUADRO LA VIDA, TE PERDERÁS LOS DETALLES MÁS LINDOS.