¿Qué es un juicio secreto? Podemos definirlo como la apreciación individual, personal y oculta, que un individuo tiene de otra persona o cosa. Tal vez no nos damos cuenta pero todo individuo, casi imperceptiblemente, emite juicios premeditados al pensar en algo o en alguien. A eso le llamamos: prejuicios. Los hay personales, culturales y raciales.

Por ejemplo, Adolf Hitler, sostuvo su propia idea de la “pureza de la raza” y consideró a la descendencia judía como una escoria étnica. Se aferró a ese “juicio personal” e ideó el macabro plan de la “solución final” que desembocó en el holocausto Nazi. Hay quienes juzgan mal a cierta etnia por culpa de alguno de sus exponentes, y dicen: “Los colombianos son todos narcotraficantes, o los afro americanos son delincuentes, los judíos avaros, los norteamericanos inmorales y los árabes terroristas.” Pero… ¿en verdad es esto así? Obvio que no.

Son estereotipos sociales que hemos adquirido por comentarios, mala fama o ideas preconcebidas y nos estorban, distancian y discriminan. En un plano más personal, el hijo, hastiado del excesivo control de su padre, lo cataloga de viejo amargado y decide irse de la casa sin darse o darle la oportunidad del diálogo. O el amigo que se siente ofendido y, sin averiguar motivaciones, rompe con una amistad de toda una vida.

Mira, cuando el juicio que emites sobre otro es gobernado por el amor y las buenas obras, rara vez será equivocado. Pero cuando te dejas influenciar por la presión social externa o la corrupción moral interna, puedes acabar lastimado y lastimando. ¡Cuidado!, dijo Jesús, porque con el juicio que jugáis seréis juzgados.

Si esperamos un mundo mejor, sin luchas de poder, fronteras innecesarias, abandono del hogar ni divorcios, necesitamos, urgentemente, revisar nuestro interior y asegurarnos que nuestras motivaciones sean alimentadas por el amor de Dios y por el Dios de amor. Tómate un tiempo para mirar hacia adentro y otro para mirar hacia fuera con objetividad. Con un cambio radical desde adentro, podremos ser más misericordiosos al juzgar lo de afuera, y ese cambio solamente lo puede operar Cristo Jesús.

Pensamiento del día:

Con la misma vara que juzgas, serás juzgado.