En la edad media se construían castillos en los que la gente pudiera refugiarse y defender de los enemigos, pero uno de los problemas mayores que se les presentaba era el suministro de agua. Estos señores feudales resistían lo más que podían el sitio de sus enemigos que rodeaban el castillo y no permitían que nadie entre o salga.

Su periferia estaba rodeada por canales de agua repletos de cocodrilos. Puentes levadizos permitían el acceso al interior de la fortaleza y eran alzados cuando el último entraba, pero el problema del agua no tenía solución porque necesitaban salir a las fuentes más cercanas para conseguir agua y cuando esta acababa, había dos elecciones, o morir de sed en el interior del castillo o rendirse y abrir las puertas.

Pero este problema fue resuelto en el castillo de Edimburgo. Esta construcción fue echa justamente sobre una fuente natural de agua que brota de sus cimientos entre las piedras. No importaba cuánto duraba el sitio, los ejércitos se cansaban de esperar y se iban, porque las aguas brotaban de su interior.

Hablando Jesús con la mujer Samaritana le dijo: “El que bebiere de esta agua que yo le daré no tendrá sed jamás” Aquellos que nos hemos refugiado en el Castillo Fuerte, no necesitamos salir cada día a buscar satisfacción en manantiales ajenos que sacian por un tiempo para luego experimentar otra vez la sed. Nuestro manantial está adentro, y brota del Espíritu Santo de Dios morando en nuestras vidas.

El mundo te ofrece refugio falso, fuentes y cisternas rotas, pero Jesús te repite lo mismo que a aquella mujer, cansada de buscar en lugares equivocados: “Si alguno tiene sed venga a mí y beba y El que cree en mí, de su interior correrán ríos de agua viva” No hay enemigo que pueda contra aquel que fundó su casa sobre la Roca Eterna y que abastece su alma con los ríos del agua viva”

PENSAMIENTO DEL DÍA:

NADIE PUEDE CONTRA AQUEL QUE FUNDÓ SU CASA SOBRE LA ROCA ETERNA Y ABASTECE SU ALMA CON LOS RÍOS DEL AGUA VIVA.