Frente a mi escritorio tengo una foto tomada a finales de 1987 en el nivel cinco de las excavaciones de la mina de plomo-zinc en “Monte Isa”, al noroeste de Queensland, Australia. Las estalactitas que cubren casi la totalidad del interior de dicha cueva son de más de un metro de largo. Comparadas con otras halladas en otras cuevas, estas son de gran tamaño.

Se formaron como producto de la filtración de agua a través de un sedimento poroso de dolomita que se halla justo en el nivel superior a dicha mina. Para los geólogos actuales y los evolucionistas, estas estalactitas necesitan de millones y millones de años para formarse. Son verdaderos registros fósiles que evidencian la realidad de un planeta extremadamente viejo. Pero lo más interesante es que dicha mina tenía sólo 55 años de construida cuando le tomaron la foto que, obviamente, es la edad máxima para estas estalactitas.

¿No será hora de replantearse, basadas en estas y otras sin número de evidencias, la supuesta longevidad de la tierra? Quizá sea tiempo de escuchar la voz de la Biblia que declara la verdad de un planeta de no más de 10.000 años de vida. Lo mismo sucedió con la formación de los ópalos, una de las más cotizadas piedras preciosas. Su valor fue siempre inestimable argumentando el lento proceso al que era sometido durante millones de años hasta formar semejantes colores.

La geología quedó muda cuando Len Cram, científico cristiano que obtuvo su doctorado en Lighting Ridge, por su investigación sobre los ópalos, se puso a fabricar este tipo de piedras perfectamente genuinas en su laboratorio en sólo cinco meses. Ópalos en meses, no en millones de años; estalactitas en apenas medio siglo…
Es hora de que la seudo-ciencia baje la guardia y se declare derrotada ante las verdades de las Escrituras sagradas y la cronología bíblica. Y debes saber que, dentro de esas verdades está la más sublime: Cristo. Él es el camino, la verdad y la vida, y nadie puede llegar a ser aceptado por el Padre si no es por Él. Si tu rumbo no es Cristo… estás eternamente perdido.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

El orgullo impide a los científicos reconocer que Dios existe.