Si perdiste la pasión por la obra del Señor es porque perdiste la pasión por el Señor de la obra. No hay otra. Si lo que te motiva a servir ya no es más el amor por Dios como era al comienzo, entonces lo que hagas será solo trabajo.

Nada más que trabajo. Esfuerzo sin rédito eterno. Sacrificio inútil. Tan inútil como un instrumento desafinado, o címbalo que retiñe a los oídos. Pronto te aburrirás y te cansarás, porque sentirás que estás trabajando para los hombres. Y los hombres, lamentablemente no valoran el esfuerzo tuyo muchas veces. Entonces, comenzarás a culpar a los otros por una falencia que es nada más que tuya. Así, pasamos etapas estériles en nuestro ministerio desanimados y desanimando a otros, intentando justificar mi descenso en la efectividad y dejando detrás un rastro de mediocridad, mas no de fidelidad y pasión por lo que se hace.

Algunos cristianos que conformaban la iglesia en Éfeso padecían de este mal. Ellos habían abandonado su principal objeto de amor. Tenían trabajo arduo, paciencia. No soportaban a los hipócritas, igual que tú y yo, pero habían caído en tibieza y Dios rechaza mis obras cuando son hechas con una motivación equivocada. Trabajo sin pasión, aún la misma disposición al martirio, entregando mi cuerpo para ser quemado, nada es, entonces nada soy. Ando por ahí manteniendo mi “fachada” de buen obrero cuando en realidad no lo soy. Nunca amo alguno dirá que uno de sus obreros es bueno si este trabaja descoordinado de sus órdenes. No sirve, no rinde. Trabaja para él, mas no para el amo. Decimos que servimos al Señor, pregunto ¿a qué señor? ¿A Dios o a nosotros mismos? ¿Sabías que nosotros mismos somos nuestros perores amos, porque nos auto engañamos?… Cuidado. Es peligroso, es inútil, es estéril.

Tan estéril como aquella pesca en el mar de Galilea. Toda la noche y… Nada. ¿No será hora de volver a echar las redes en Su palabra y por amor?…

Pensamiento del día:

Si perdiste la pasión por la obra del Señor es porque perdiste la pasión por el Señor de la obra.