Este mundo pasea sus ídolos virtuales en escenarios de efímera y corta vida. Astros de la moda, el deporte y la pantalla cautivan las mentes de millones de adolescentes y jóvenes que intentan imitarlos sólo para acabar frustrados al darse cuenta que es una utopía aparentar ser como ellos o hacer lo que ellos hacen. En algún punto de sus maquilladas vidas se enfrentan con la realidad y sucumben. La vida que propone Dios no es para ser imitada ni actuada. Cuando “memorizamos” el libreto cristiano y saltamos a escena prontamente nos agotamos porque falta la esencia, la vida que se siente y que se vive, no la que se actúa. De lo contrario nos enrolamos en las filas de los hipócritas, que al igual que aquel actor griego, precisa de máscaras para vender una imagen que robe aplausos del público.

Este estilo de vida de apariencias data desde épocas remotas. En realidad desde que Dios propuso una comunicación franca y abierta con su criatura asomó la sutil tendencia a la religiosidad y la apariencia como “atajo para la carne”. En la Biblia, Dios se refiere a su escogido pueblo, Israel, como a la “Esposa adúltera de Jehová”. Cuando Él tuvo que decirle del dolor que sentía su corazón por semejante traición escogió al profeta Oseas pero, para que este siervo sintiera primero como Dios se sentía, le encargó una misión que creo ninguno de nosotros hubiese podido llevar a cabo. “La primera vez que el SEÑOR habló por medio de Oseas, le dijo: «Ve y toma por esposa una prostituta, y ten con ella hijos de prostitución, porque el país se ha prostituido por completo. ¡Se ha apartado del SEÑOR!» (Oseas 1:2) Y la segunda orden fue tal vez peor pues habiéndola despedido le pidió que la acepte por segunda vez y que la ame.

Es que Oseas no podía ser pregón de un mensaje dictado, carente de vida, sin sentir en carne propia la indignación que Dios sentía. Esa fue la misma esencia de la encarnación del Hijo de Dios. El escritor a los Hebreos 5:7-9 lo explica muy bien. Así que de aquí en adelante deja de actuar y comienza a vivir.

Pensamiento del día:

Jesús no quiere que actúes como Él, sino que le dejes vivir dentro tuyo para que viva por ti.