Hoy en día, el estar constantemente conectados a Internet, se ha tornado una adicción, más que una necesidad. Conscientes de esta realidad en el mercado, las compañías de telefonía móvil ofrecen cuantas alternativas sean posibles para mantener satisfecho al consumidor. Por tal motivo, hoy puedes compartir vía inalámbrica tu paquete de datos móviles con otros dispositivos. Es que un dispositivo móvil (esa es la forma correcta de referirse a un celular), es prácticamente un aparato inservible sin conexión a Internet, ¿verdad? ¿Qué es lo que puedes hacer sin “conexión”?… Una foto, ¿y a quién se la envío? Un juego descargado, ¿por cuánto tiempo sin aburrirme? Una llamada usando mis minutos de tiempo aire, ya no se usa. Nadie responde… Pero cuando llegó la señal… Ahora sí. ¡A disfrutar! Entonces, ese aparato se torna útil, indispensable, hasta una herramienta de trabajo.

Algo así le sucede al ser humano. Hasta que no hace conexión con el cielo y con Dios, su existencia se reduce a ocupar un lugar en este mundo, nada más. Se dedica a consumir oxígeno, pero no disfruta la vida. Es apariencia hueca, es lo que se ve por fuera. Por dentro no hay nada, nada bueno, nada eterno. Se acostumbra a convivir con su inutilidad.

Paulatinamente va cayendo en una oquedad y una frustración que le amarga el alma y le consume de tristeza. Le es imposible relacionarse con otros y salir enriquecido. Aún rodeado de muchos vive solo, vive sola. Está trágicamente incomunicado con el Creador y, por ende, con las criaturas. Un día Jesús, la fuente de poder, vino desde el cielo de Dios para recargar nuestros agotados corazones de energía divina. De su “plenitud”, nos dice el apóstol Juan, todos podemos tomar una sobredosis de gracia abundante. Él fue el Único que vivía en constante conexión con Dios. Y no fue egoísta, nos “compartió sus datos”. Y nos dejó conectados ilimitadamente con su Padre. Porque “Yo Soy el acceso al Padre”, nos dijo. Cuando aceptes su propuesta dejarás de ser nada más que un “aparato” y comenzarás a existir con propósito.

Pensamiento del día:

No te engañes. Los satélites desde lejos también brillan como estrellas, pero siguen siendo un aparato.