El muchacho desobediente de nuestra historia en el evangelio de Lucas, (o hijo pródigo) se encontraba ya en casa de su padre, en su lugar. Había sido perdonado. Aún no lograba creerlo. En realidad había vuelto a su casa con una mezcla de temor y esperanza. Temor de ser rechazado y esperanzas de ser recibido, pero el Padre le demostró ser no solo mejor que sus temores, sino también mayor que sus esperanzas. Es que cuando buscas con sinceridad el rostro de Dios y te arrepientes, quedas sorprendido con su inagotable sobredosis de Gracia. Dice Juan 1:16: “Y de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia”, o lo que llamo: “Sobredosis de gracia”. Sí. En ese efusivo beso se demostraba esa sobredosis de gracia, porque Dios es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, dice Efesios 3:20. Después de besarlo lo tomó por sus hombros y con un rostro serio le reprochó la locura de su rebeldía. Le habló duro, le recordó que había deshonrado a su persona y había defraudado a la familia… ¿Hizo eso? ¿Es eso lo que dice tu Biblia? La mía no dice eso, y no creo que la tuya lo diga.

Es que si le hubiera reprochado su error después de demostrarle su perdón con el beso, significaría que le perdonó pero al estilo humano, que nunca olvidaría su pecado. Pero Dios perdona diferente al humano. Dios perdona y olvida. Sí, Él arroja tus pecados a lo más profundo del mar, por eso no hay reproche sino fiesta en la casa. No hay gritos de ira, sino una dulce canción en aquella hacienda. Es la canción de la gracia. ¿La has oído alguna vez? ¿o te encuentras fuera de la fiesta, lejos del banquete, exigiendo el pago de tus servicios, viviendo una vida lejos del Padre por tu pecado o fuera de la fiesta por tu legalismo?… Muchos ni perdonan, menos olvidan. Otros perdonan pero nunca olvidan. Solo Dios perdona y olvida.

Pensamiento del día:

“Si no nos perdonamos cuando Dios ya lo ha hecho, estamos diciendo que mi tribunal es más justo que el suyo”. (C.S. Lewis)