La disputa que dio lugar a la terrible guerra de Crimea, aunque usted no lo crea, comenzó en la misma ciudad de Belén, en la iglesia de la natividad. Este lugar sagrado, y a la vez turístico, se supone que fue el lugar donde nació Jesús. Para aquel entonces, a mediados del siglo 18, tanto católicos occidentales como ortodoxos rusos se disputaban el derecho de administrar el lugar. Pero esa sección de Jerusalén y Belén estaba en manos de los turcos. Estos se aliaron a los rusos, mientras que ingleses, italianos y franceses, a los católicos. Así se originó la guerra. Las atrocidades que se cometieron en aquel enfrentamiento no tienen descripción. La guerra de Crimea duró desde el año 1853 hasta 1856. Muchos de los sucesos fueron contados por Florencia Nightingale, abnegada socorrista de heridos en aquella tragedia. La Biblia narra aquella mágica noche cuando los ángeles en coro anunciaban la venida del Salvador a este mundo en un humilde pesebre en Belén. Aquel coro decía: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz”… ¿Paz? Desde aquella guerra de Crimea hasta nuestros días, la ciudad de Belén se ha convertido cada vez más en un polvorín y tierra de muerte, violencia y atentados, que en una tierra de paz. Sus paredes están perforadas de arriba abajo por las balas, sus muros derrumbados por misiles…  Es que Satanás se ha encargado de transformar lo que pudiera haber sido un sitio de paz, en un lugar de dolor y llanto.

¿Sucedió lo mismo con tu vida? ¿Es tu vida un lugar de muros derribados y de falta de paz? Sólo Jesús, Aquel que nació en Belén, puede darte la paz que has perdido. Él puede transformar tu noche oscura en una noche de paz y de amor. Déjalo nacer en tu corazón. No le cierres la puerta como aquel mesonero, y darás gloria a Dios en las alturas y tendrás paz en la tormenta. No lo dudes.

Pensamiento del día:

La paz no es ausencia de problemas, sino presencia de cristo.