¿Cómo podemos saber lo que nos conviene y lo que no? En el sentido más estricto de la palabra creo que es imposible. Al no ser dueños del futuro, los seres humanos nos vemos resignados a la concepción del tiempo. Obvio que podemos planificar (y de hecho es de sabios hacerlo), y de alguna manera prevenir ciertos sucesos. Pero aún en esos casos estamos sujetos a imprevistos, calamidades e infortunios desconocidos y ajenos para nuestra limitada voluntad humana. Así llegamos al punto de reconocer que somos dependientes de un designio mayor que gobierna nuestras vidas. La muchacha, por ejemplo, insiste ante Dios en sus oraciones por un esposo para el resto de sus días, Dios no se lo da. Se enoja, se deprime, se enfría en su fe. Vuelve a insistir y encuentra un muchacho. Buen muchacho, cristiano, ¡OBVIO!!! Se casan, es esposa, luego madre. ¡Lo logró! Los exámenes diagnostican cáncer en etapa terminal. “Sólo meses de vida”, dice el doctor. Su cuerpo se apaga día a día. Su esposo puede rehacer su vida, pero… “¿y mis tres pequeñitos? ¿Cómo se abrirán paso en la vida sin su madre?”… Dios puede suplir y de hecho lo hará. Piensa: “¿No será que Dios, conociendo mi corta vida, tenía planeado dejarme soltera?… ¡Y yo que tanto insistí! Ahora entiendo, Dios. Ahora entiendo”. Tal vez fui algo drástico (aunque nada fantasioso); pero quiero despertarte a la realidad de que es mucho más saludable una vida entregada a la siempre sabia mano de Dios.

Decidir nosotros lo que es para nuestro bien y lo que es para nuestro mal es desgastante, porque nos torna obsesivos con las cosas que no tenemos o que aun no llegan. Adán y Eva tuvieron que aprender esta verdad en el Edén a un precio muy alto.   Muchas veces Dios, que siempre quiere ser el mayor en nuestros corazones, nos pide o nos quita aquello que nos obsesiona, como hizo con Abraham al pedirle a Isaac, para que lo identifiquemos y reenfoquemos nuestra fe. Cuando te da es Dios; cuando te quita es Dios, cuando te lo niega es Dios.

Pensamiento del día:

Somos meros espectadores de los sucesos que van entretejiendo nuestras vidas ante lo cual no podemos hacer nada.