Erróneamente pensamos que todo proyecto, servicio o actividad dentro del obrar de Dios, depende de nuestra intervención y nuestras capacidades. Llegamos al punto de pretender someter a Dios a nuestro plan reduciéndolo al papel de “colaborador” cuando en realidad es a la inversa. “Somos colaboradores de Dios”, dijo San Pablo en su magistral carta enviada a los corintios. Dije: “pretendemos someter a Dios” porque esto es una completa utopía. ¿Piensas que el Creador del universo, quien ordenó y puso en órbita los planetas y las constelaciones y llenó los océanos, necesita de tu ayuda para realizar sus propósitos?… ¡Por favor! Él bendecirá a quienes quiera bendecir, y tú y yo somos invitados a participar en ese proyecto como observadores de la administración de Su Gracia. En esa invitación (que también es por gracia) somos bendecidos igualmente nosotros. Somos educados, transformados y moldeados en el servicio a Su Causa. Aquellos que estamos dedicados a la Causa divina, después de varios años de servirle, hemos llegado a la conclusión que el verdadero propósito que Dios tenía con nuestras vidas al incluirnos en Sus Proyectos no era tanto ayudar en ese proyecto como ayudarnos a nuestro desarrollo. Con el paso del tiempo descubrimos que el proyecto ¡éramos nosotros!

Jonás, el profeta, fue llamado a ser parte de un mega plan de parte de su Dios. Predicar un mensaje de arrepentimiento a una ciudad pagana que sería convertida de corazón por dicho mensaje. Él se rehusó y huyó en sentido contrario, embarcándose en la nave de la desobediencia. El mismo Dios que lo llamó, envió una gran tormenta y la nave se hundía. Deprimido, enojado y rebelde, este profeta prefirió ser lanzado al mar para acabar con su vida antes que cambiar de actitud. Los marineros así lo hicieron y la tormenta se calmó. ¿Conclusión?… Toda la tripulación alabó a Dios, se convirtió, hizo un sacrificio y votos a Jehová. ¿Lo puedes ver? Dios estaba tan decidido a salvar sus vidas como a salvar sus almas, y lo haría con Jonás o sin él. De ahora en adelante, cuando digas: “Aviva tu obra en medio de los tiempos” mira para adentro, tal vez el que está siendo avivado eres tú.

Pensamiento del día:

Él bendecirá a quienes quiera bendecir, y tú y yo somos invitados a participar en ese proyecto.