El miedo a hacer el ridículo es una patología de la conducta humana que experimentamos a medida que crecemos. Este temor se mantiene de forma más o menos presente y se acentúa. Principalmente durante los momentos previos a una reunión social o un acto en el que piensas que vas a estar sometido a la observación de otros con los que no tienes suficiente confianza: una conferencia, un examen oral, una recepción, una boda, etc., pueden ser situaciones en las que se teme hacer el ridículo, especialmente si tienen algo de nuevo, ya que entonces, estas personas se encuentran incapaces de prever lo que puede suceder y no se pueden tranquilizar pensando que anteriormente tampoco salieron airosos de situaciones similares. En un sentido no es malo pero puede ser peligroso. Cuando esto se torna en fobia que me controla puedo estar en problemas. Existe cierto margen de error en cada proyecto que encaremos, tenemos que considerarlo al momento de planificar.
Pero debemos saber también que son esos “imprevistos” los que sacan de nosotros dosis extras de energía que teníamos ocultas, ignoradas u olvidadas. Si todo se desarrollaría en el plano de lo humanamente posible, o “fríamente calculado”, nunca habría emoción ni lugar para la fe. Fe es justamente eso: Avanzar cuando no tengo todas las respuestas, continuar cuando alguien me dice que vas a hacer el ridículo, mantener mis convicciones aunque las mayorías opinen lo contrario. Los que viven con temor a hacer el ridículo serán ridiculizados al final por no haber hecho nada. El miedo, los prejuicios, el “qué dirán” y la vergüenza, son estorbos para el desarrollo de mi carácter de fe. Lo desconocido siempre asusta, pero Dios es un Dios que te llevará, en más de una oportunidad a lugares nuevos y desconocidos para ti. Aún así debes saber que Dios nunca te llevará a un lugar que Él antes no haya preparado, y en eso descansa tu confianza.

Pensamiento del día:

Los que viven con temor a hacer el ridículo serán ridiculizados al final por no haber hecho nada.