La comunicación entre nuestros semejantes colapsa cada día. Incomunicados en el matrimonio, padres ausentes de sus hijos por no dedicarles tiempo de calidad, aun viviendo con ellos, malos entendidos en foros políticos, y una mesa de diálogo entre las partes que se ha transformado en un ring de boxeo. El orgullo, la competitividad y el egoísmo han carcomido, y lo siguen haciendo, la fibra más íntima de la convivencia, que ya se ha tornado en supervivencia, donde el más fuerte y el que grita más es el que manda. Jesús lo advirtió, según lo narra el evangelio de San Lucas en su capítulo 17:1-4, al prevenir que los tropiezos serían inevitables. En esta ocasión dijo también que nos toparemos con personas necias y tediosas, a las que tendríamos que tenerles paciencia y estar dispuestos a perdonarlas hasta 490 veces por día si fuera necesario. ¡Pobre de aquel que es conflictivo!, declaró. Pero en todo caso, recomendó a mirar por nosotros mismos de no ser causantes del tropiezo, (V.3).
No estés viendo lo que hizo, cómo lo hizo, cuándo lo hizo o con quien. Concéntrate en ti, en tu corazón. Mira bien, que no se forme progresivamente en ti una raíz de amargura. Tal vez por eso a renglón seguido el mismo Señor hace la mención de la necesidad de tener fe para desarraigar un árbol. ¿Será el árbol del rencor que creció en tu corazón?… En ese caso vas a precisar fe para quitarlo. En este excelso párrafo acaba hablando del siervo que hace lo que se le ordena y no debe jactarse por ello. Entonces ¿qué es lo que el Maestro me está queriendo enseñar aquí? Justamente a supervisar mi corazón y ver a quién estoy sirviendo. Si a Dios, que me invita a ser paciente y soportar las flaquezas de los más débiles, o a mis emociones y engañoso corazón que me invita a competir, a vengarme, a no perdonar y a cultivar raíces rencorosas. Tenemos dos opciones, ser siervos del Señor y obedecerle o ser siervos de nuestras emociones y reaccionar ante ellas.

Pensamiento del día:

Vivimos en el siglo de las comunicaciones satelitales, pero a la vez de las incomunicaciones interpersonales.