El valor que le demos a los bienes materiales no es un valor absoluto sino relativo. Uno es el precio que le ponemos a nuestras posesiones en el disfrute de las mismas, otro es lo que significan para nosotros, por ejemplo, en el lecho de muerte, ¿verdad? Cuánto apreciemos los que tenemos radica en el momento en el que nos encontremos. Hay quienes se aferran a lo material como si eso fuera el todo en la vida, pensando neciamente que le acompañarán hasta el más allá y que aún le proporcionarán alguna garantía de seguridad en la vida futura. Es en los momentos críticos cuando podemos observar en realidad el valor intrínseco de las cosas. Así como los amigos valiosos perduran en las malas, así como los proyectos con motivaciones sanas son los que se llevan adelante a pesar de los obstáculos que aparezcan en el camino de la concreción de los mismos y, en cambio, los proyectos fugaces son los que se desvanecen ante la primera adversidad, de la misma manera, las posesiones y todas aquellas cosas que aparentan ser fundamentos en tu existencia, pueden perder valor cuando te encuentras en momentos difíciles o terminales como la muerte misma. Aquel millonario que vivió en deleites y lujos en esta vida, mira a sus montañas de dinero con poco o tal vez ningún interés si sabe que le quedan horas de vida. Por otro lado, manda a llamar  en su agonía, a sus hijos, amigos y esposa a rodear su cama de enfermo para despedirse porque su conciencia le remuerde al saber que no los disfrutó en vida, los ignoró y abandonó por las ocupaciones de sus negocios. Así que lo que tuvo valor en vida ya no lo tiene y lo que para él no fue importante en vida ahora es de primer orden. ¿Con qué vara medimos el valor de las cosas? ¿No será que Dios a veces nos pone en este tipo de circunstancias para que aprendamos a valorar mejor lo que pasa por nuestras manos? Concéntrate en lo eterno. Sólo allí existen los valores absolutos.

PENSAMIENTO DEL DIA:

El valor de lo que tenemos, depende del momento en el que nos encontremos.