Si piensas que el único propósito que Dios tuvo en mente al elegirte fue salvarte, perdonarte, librarte del infierno y regalarte el cielo ¡estás equivocado! Fue todo eso pero mucho más. Sería como pensar que el objetivo de ingresar a una universidad es sólo conseguir un título. ¡NOOO! Algunos corruptos logran eso comprándolo o copiándose. Tu principal propósito es capacitarte profesionalmente para poder desenvolverte en cualquier situación que tu profesión demande, ¿verdad? Bueno, igual es con Dios. Su principal propósito es capacitarte, instruirte, formar en ti un carácter parecido al que desarrolló Su Hijo cuando vivió entre nosotros hace ya 2000 años, y para eso vas a tener que cursar algunas materias y rendir varios exámenes. El Señor, no sólo fue a preparar lugar para nosotros, (Juan 14:2), sino también está preparándonos a nosotros para ese lugar. (Filipenses 1:6) ¡Pero Él no te deja solo! Desde aquel día Dios incorporó dentro de ti un nuevo hombre, igual a Cristo, que quiere salir, quiere mostrarse. Esa es la principal tarea del hijo de Dios: No obstaculizar el libre obrar del Espíritu Santo en el interior. ¿Cómo lograrlo? En realidad, este asunto de tu regeneración y nuevo nacimiento a un estilo de vida que responda a los estímulos de Dios ya comenzó hace 2000 años en la cruz. El “yo” interno que traemos desde el nacimiento es inherentemente malo, y no produce otra cosa que no sea fracaso, desesperanza y muerte. Nuestra parte carnal representa todo intento por lograr cualquier cosa en la vida, sea buena o sea mala, aparte de Dios, en nuestras fuerzas y en nuestros cálculos. Sin buscar primeramente Su aprobación, fortaleza y dirección. Como en el Edén. “Carne” no es necesariamente actos pecaminosos o manifiesta rebeldía hacia Dios y su mensaje. También pueden ser buenas intenciones y sanos proyectos. Es justamente esa “PARTE BUENA” de nosotros la que más obstaculiza el obrar de Dios en su meta de capacitarnos. Porque “aparentemente” no necesita el trato de la Cruz. Pero sí. Tiene que morir. Y de hecho ¡¡¡YA MURIÓ!!! ¿No sabías? No te asustes, tampoco lo sabían los cristianos romanos del primer siglo, (Romanos 6:3) Considérate muerto a la carne, deja fluir el Nuevo Hombre creado en ti, y prepárate para la graduación.

Pensamiento del día:

El cielo será nuestra graduación, pero las materias se cursan en esta vida. ¡Sé paciente!