Al salir de su casa la mujer vio a tres ancianos de barba blanca sentados en su jardín. “No sé quiénes son”, dijo la mujer, “pero deben tener hambre. Pasen, les daré de comer”. “No podemos ser invitados juntos a entrar en una casa. Debes elegir a uno”, respondieron los tres hombres. “¿Por qué?”, preguntó la mujer, el anciano de barba más blanca dijo: “Su nombre es riqueza”, señalando a uno de ellos; y agregó “el otro se llama éxito, y yo amor. Ahora ve y pregunta a tu marido y decidan a quién invitar”. “¡Qué bueno! Elegiremos riquezas”, dijo el marido, “así no pasaremos más necesidades”. “No”, dijo la mujer “elegiremos éxito. ¡Todos nos admirarán!”. La hijita que estaba escuchando desde su cuarto, se asomó y les dijo a sus padres: “¿Por qué mejor no elegimos amor? Siempre pensamos que riqueza y éxito son lo mejor y descartamos amor como si no fuera importante”. “Tiene razón”, dijo el padre, “invitemos a amor”. “¿Cuál de ustedes es amor? Por favor, pase”, dijo la señora. Amor se levantó y los otros dos ancianos se levantaron también. “Yo solamente invité a amor”, dijo la mujer. “¿Por qué ustedes también vienen?” Los tres ancianos respondieron. “Si hubieras invitado a éxito o a riquezas el amor habría quedado afuera, pero ustedes invitaron a amor y donde quiera que él vaya los otros lo siguen, porque donde hay amor todos se sienten ricos y realizados en la vida”. Yo te pregunto: ¿a quién invitarías tú?… Escribiendo en su excelso capítulo 13 de su primer carta a Corinto, el apóstol Pablo destaca la preeminencia del amor por sobre todas las otras virtudes en la vida. Es un inestimable capital de vida que muchos menosprecian. Seducidos por “aires” de éxito y grandeza ignoran que sólo es eso: aires, viento, niebla que se esfuma y desaparece, nada más. En cambio, cuando en la familia reina el amor de Dios como sustento diario y fundamento eterno, todo lo demás pasa a ocupar un lugar secundario. Te sientes rico, sientes que lo tienes todo, que nada necesitas, porque el que aprendió el secreto de contentarse con lo que el Buen Padre da, sabe que no necesita más nada.

Pensamiento del día:

No es más rico el que más tiene sino el que menos necesita.