Cada día que pasa somos bombardeados con nuevas soluciones “cosméticas” para nuestros cotidianos problemas existenciales. Me refiero a todas aquellas “soluciones aparentes” que se ofrecen desde los medios masivos de comunicación y la maquinaria propagandista que sólo consiguen emparchar nuestras ajetreadas vidas. Religión, moralidad, momentos de placer (inclusive los prohibidos), apariencia estética, moda y tecnología, son esas soluciones cosméticas a las que me refería al comienzo. Si coincidimos en que son problemas existenciales (y de hecho lo son), entonces debemos remitirnos al responsable de nuestra existencia, a nuestro Creador, a Dios. Cuando comenzamos a cultivar una relación nueva, intensa, fresca e interior con Él, dejaremos paulatinamente esos parches de lado y veremos todo nuestro ser transformado. Pero debemos comenzar por el principio, de adentro hacia afuera, no a la inversa. De lo contario sería tan inútil como intentar enseñarle a cantar a un cerdo. Alguien dijo que lo único que lograríamos será perder el tiempo y fastidiar al cerdo. Ese mismo fastidio y frustración es la que experimentan millones de individuos en este cosmos circundante cuando descubren que todo aquello en lo que habían puesto sus esperanzas se esfuman como un espejismo en el desierto. Es que son promesas virtuales de un mundo sub real que solamente quiere absorbernos hasta deshidratarnos el alma.   A ese mundo y su artífice, Satanás, lo que menos le interesa es solucionarte los problemas. ¡Es que se quedaría sin trabajo! Éste déspota frustrado, (porque sabe que le queda poco tiempo de vida) mantiene  a sus súbditos con una dosis mínima de placer momentáneo suficiente para distraerles, para conformarles, para llenarles el vientre, más no para alimentar. Así vives una desnutrición paulatina con su dieta de chicle para el espíritu, chicle que entretiene pero no nutre. Almas desnutridas, esperanzas enfermas y una alegría raquítica es la experiencia de aquellos que escogen los “parches” como propuesta de vida. Con Jesús no es así. Él te alimenta como el verdadero Pan que descendió del cielo para satisfacer plenamente tu vida. No sólo para que vivas sino para que vivas una vida abundante. No pierdas tiempo ni sigas frustrándote. Deja que Dios te haga una nueva criatura por la fe en Jesús y comenzarás  a vivir de verdad.

Pensamiento del día:

Nunca trates de enseñar a cantar a un cerdo. Perderás el tiempo y fastidiarás al cerdo.