Cuando hablamos de la teoría de la evolución ampliamente difundida en los foros educativos en décadas pasadas deberíamos referirnos más bien en términos de filosofía más no en teoría. La ciencia dictamina que, para que una hipótesis científica sea considerada como teoría, debe ser primero demostrada en ambientes recreados en laboratorio. Es obvio que el origen de una especie, su mutación y evolución a formas más complejas, nunca han sido reproducidas en menor escala ni lo será. Así, los pseudos científicos se refugian en las oscuras edades prehistóricas que por tan remotas es imposible comprobar y registrar y así pretenden elevar al rango de teoría lo que en verdad es pura novela y hueca filosofía. De ahí que esta tendencia evolucionista haya tenido protagonismo en décadas pasadas y ya hoy en día los científicos más renombrados han dejado de esgrimirla como caballito de batallas por lo inconsistente de sus argumentos. Principios de los propios científicos actuales se contradicen con dicha “teoría”. Como por ejemplo la evidencia cosmológica que explica que el modelo del universo está en un proceso de expansión constante y de no haber tenido principio ya estaría totalmente separado y disuelto en un desorden cósmico. La evidencia astronómica también dice presente. No todas las estrellas son aptas para mantener la vida en un planeta que rota alrededor de sí mismo. El planeta está protegido entre dos brazos espirales que son ideales para sustentar nuestra creación y el resto de sus organismos. A pesar de que muchos astrónomos han dicho que podría haber vida en otros planetas no han logrado demostrar que haya. Los dos metros de ADN en cada célula, al estirarlo, son los programas más sofisticados que existen. Su Programador hace todo su trabajo solamente con cuatro letras químicas, nada más. ¡Increíble!!! El famoso científico Stephen Hawking ha dicho que “el universo puede espontáneamente crearse a sí mismo de la nada”. Pero también se contradice al decir “No sabemos cómo la vida apareció primero.” ¡Qué contradictorio! Podríamos continuar horas exponiendo argumentos verdaderamente científicos que debilitan la filosofía evolucionista. Pero prefiero apegarme al relato bíblico. No estamos aquí como resultado de un accidente sino porque un Dios de amor decidió hacer los cielos y la tierra, formar al ser humano y buscar tener una relación con Él. ¿La tienes?

Pensamiento del día:

Es necesaria más fe para creer lo absurdo de la teoría de la evolución que para creer lo lógico del relato bíblico de la creación.