Un conocido cantautor cristiano dice en una de sus poesías: “Cuando nadie me ve, en la intimidad, donde no puedo hablar más que la verdad, allí soy sincero, mi apariencia de piedad se va”. Alguien dijo, y con mucha, razón que lo que soy en secreto eso es lo que realmente soy. Todo lo demás es actuación que puede llegar a ser hipócrita. Tal vez no, depende de la medida de autenticidad con la que te conduzcas en público. Muchos viven vidas de apariencia frente a los demás, pero en privado, cuando nadie los ve, son otra cosa diametralmente distinta. Esta tendencia data desde los orígenes de la historia humana, desde que, por ejemplo, Caín asesinó a su hermano y, ante la confrontación divina, manifestó no saber nada del asunto cuando en realidad había cometido en secreto la peor aberración hasta entonces conocida. Pero ¿en secreto?… Dios le vio, y ese es el punto. A la larga o a la corta lo que hacemos en privado saldrá a la luz. Dios se encargará de evidenciarlo. Esa es una manera de demostrar su amor por nosotros pues al ponernos en evidencia somos confrontados y posteriormente restaurados. Esta dicotomía entre lo que muestro y lo que soy es una de las peores tragedias en la vida. Cuenta una historia que en los pasillos de una afamada cadena radial cristiana se oía el sermón de uno de sus más renombrados predicadores. Parado frente al parlante un joven de aspecto desaliñado señalaba y gritaba: “Aplícalo, aplícalo, aplícalo a tu vida”. Ese joven era nada más ni nada menos que el hijo del pastor que predicaba y, según él, era un hipócrita, pues una cosa era detrás del micrófono pero otra muy diferente detrás de las paredes de su propio hogar. Apariencias. El mundo está harto de ella. Los políticos aparecen frente a las cámaras tomados alegremente del brazo de su esposa y son sorprendidos en adulterio reiterado y manifiesto. Sacerdotes piadosos mantienen a sus hijos en secreto para no dañar su imagen del voto de castidad. Necesitamos entrar a nuestros cuartos privados, cerrar las puertas y allí, en secreto, orar a nuestro Padre que nos ve en secreto y pedir la congruencia necesaria entre lo privado y lo público.

Pensamiento del día:

Si no quieres que nadie se entere pues simplemente no lo hagas.