Después de una serie de experimentos infructuosos, un científico se negó a admitir su fracaso. “No hemos fracasado todavía”, le dijo a su colaborador desanimado. “Ahora sabemos que hay 1000 procedimientos que no dan resultado. Así que estamos mucho más cerca de hallar el correcto”. Su nombre: Thomas Edisson. Un muchacho era tan lento en aprender a hablar que sus padres creyeron que era anormal, con el tiempo llegó a ser un científico eminente. Su nombre: Albert Einstein. Hubo otro muchacho que tenía muy pocas probabilidades de tener éxito en la vida. Reprobó dos veces el examen de ingreso en una academia militar. Fue aceptado recién en la 3° vez, se puso a estudiar en serio y pronto el mundo comenzó a tener noticias de él. Su nombre: Winston Churchill, ministro inglés clave en la segunda guerra mundial y por quien el mundo fue libre de la amenaza de Hitler. Y la lista es larga de hombres y mujeres que no se desanimaron ante sus fracasos, que no escucharon la crítica destructiva y que no tuvieron temor de ser parte de las minorías. En realidad rara vez las mayorías tuvieron la razón. Fueron algunos pocos escépticos los que revolucionaron el mundo de la tecnología y el arte con sus ideas.

Jesús fue el mejor exponente de lo que intentamos decirte. Comenzó solo con un mensaje revolucionario. Reunió un pequeño grupo de adeptos a los que llamó discípulos, formó un pequeño organismo dependiente de su misma vida llamada iglesia que se asemejaba, en sus propias palabras, a una manda pequeña, pero su verdad sigue marchando y hoy somos un ejército que le sigue gritando al mundo el evangelio de siempre aunque les parezca locura.

Si sigues a las mayorías caerás en el engaño del diablo porque ancha es la puerta y espacioso el camino que conduce a la perdición, pero estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida eterna y solo algunos se salvan. No te engañes

 

PENSAMIENTO DEL DIA:

Cuando le preguntaron al escritor Riley el secreto de su éxito contestó: la goma de borrar que está al extremo de mi lápiz.