De camino a mi trabajo paso por el frente de varios conjuntos de viviendas. Yo vivo en uno de ellos. La persona que está a cargo de la administración de alguna manera le transmite a la fachada y al estado de ese conjunto su idoneidad. Una fachada sucia, abandonada y descuidada habla de una administración y hasta también de un administrador así. Pero un lugar bien cuidado y decorado, con el césped cortado y sus veredas barridas, habla mucho del tipo de administración o de administrador que tiene dicho barrio. Igual es con la vida, pues de quién la administre así será la “fachada de tu vida”. ¿Puedes verlo? el libro de Proverbios dice, refiriéndose a esta tipología: “Pasé junto al campo del hombre perezoso, y junto a la viña del hombre falto de entendimiento; y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos, ortigas habían ya cubierto su faz, y su cerca de piedra estaba ya destruida. Miré, y lo puse en mi corazón; lo vi, y tomé consejo. Un poco de sueño, cabeceando otro poco, poniendo mano sobre mano otro poco para dormir… Así vendrá como caminante tu necesidad, y  tu pobreza como hombre armado.” ¿Prestaste atención quién era el dueño de esta viña en estado deplorable?… La pereza, ella era el dueño.

Un antiguo refrán de “La biblia gaucha”, del autor José Hernández, reza así: “Debe trabajar el hombre para ganarse su pan, pues la pereza en su afán de perseguir de mil modos, llama a la puerta de todos y entra en la del haragán”. En verdad el ocio es la madre de los todos los vicios, y nada de eso de que “como a una madre hay que respetarla”. No, pues si tú la respetas a ella y escuchas sus sutiles consejos, ten por cierto que ella no te respetará ti, y cuando quieras darte cuenta, como lo acabas de leer en Proverbios, tu pobreza llegará como caminante o como combatiente (no tienen más que una mochila y andan con lo puesto).

Pensamiento del día:

Por tres cosas mure el hombre: La fama, la lana y LA CAMA.