PRINCIPIAR… iniciar… comenzar… abrir… Hay algo refrescante y optimista en estas palabras,ya sea que se refieran al amanecer de un nuevo día, al nacimiento de un niño, al preludio de una sinfonía o a los primeros kilómetros de las vacaciones familiares. Libres de problemas y llenos de promesas, todos los comienzos despiertan la esperanza y las visiones llenas de fantasía del futuro. Desde el Génesis se revela el principio del mundo, de la historia de la humanidad, de la familia, de la civilización, de la salvación. Es la historia del propósito y el plan de Dios para su creación. La Biblia entera establece este escenario y revela la persona y la naturaleza de Dios (Creador, Protector, Juez, Redentor); el valor y la dignidad de los seres humanos (hechos a la imagen de Dios, salvos por gracia, utilizados por Dios en el mundo); la tragedia y las consecuencias del pecado (la caída, la separación de Dios, el juicio); la promesa y la seguridad de salvación (el pacto, el perdón, el Mesías prometido). Ahí es donde comienza Tu historia y la mía. De súbito vemos crear a Dios el mundo en un despliegue majestuoso de poder y propósito, que culminó con un hombre y una mujer hechos a su imagen. Pero muy pronto el pecado entró y Satanás fue desenmascarado. La creación, bañada en inocencia, fue destrozada por la caída (la desobediencia voluntaria de Adán y Eva). La comunión con Dios se rompió y el mal comenzó a tejer su telaraña destructiva.

Pero es la misma Palabra del Dios Creador  la que nos dice: ¡Sí hay esperanza! No importa cuán oscura pueda parecer la situación del mundo, Dios tiene un plan. No importa cuán insignificante o inútil tú te sientas, Dios te ama y quiere utilizarte en Su Plan. No importa cuánto hayas pecado o cuán separado te encuentres de Dios, la salvación está al alcance de tu mano si buscas en el lugar correcto: La Eterna Palabra de Dios que tienes olvidada en aquel viejo baúl.