Alguien dijo, y con razón, que en realidad existen solamente tres religiones en el mundo, tres y nada más. La que se esfuerza por llegar a Dios, la que niega la existencia de Dios y la que comprende que Dios ya hizo y continúa haciendo todo el esfuerzo por comunicarse con el hombre. Una intenta que Dios me acepte en base a mis obras, y la otra comprende que Dios ya me aceptó en Cristo, basándose en Su gracia. “No es por obras buenas” declara la Biblia. Mayormente cuando le pregunto a alguien por qué cree que Dios debe permitirle el acceso al cielo la típica respuesta es: “bueno, yo simplemente creo que soy una BUENA ¿? Persona”… Algunos piensan que deben encontrar la manera de convencer a Dios para que Él los tenga en cuenta, para que les dé algo de importancia a lo que les está sucediendo. De alguna manera necesitan seducirlo para que Él les atienda. Cuando comprendes el amor de Dios y descubres el verdadero Dios revelado en las páginas bíblicas te enteras que la cosa así no funciona. Una vez que ingresas por la fe y con un corazón humillado y arrepentido a la familia del Padre comprendes que Él  no es un padre caprichoso como lo pueden ser algunos padres terrenales. Él está siempre cerca de nosotros y es mayor a todo el fervor y toda la pasión que pueda emanar de nuestras personas. Él desea participar activamente en nuestras vidas y entregarnos la bendición que tiene preparada para cada uno de sus hijos. No necesita que nadie ni nada le convenza para lograr esa meta personal porque quien ha tomado la iniciativa para encontrarnos siempre ha sido Él.  

Dios no puede ser conquistado por la persuasión o por la fuerza. Tenemos que llegar a ser como niños y dejarnos seducir y cautivar por su incomparable amor.

Pensamiento del día:

La distancia entre el cielo y tu corazón ya la cubrió Dios, sólo falta que tú le abras la puerta.