En el mundo, los gobernantes se enseñorean de las naciones, y los que se creen grandes ejercen sobre ellas potestad. Esa es la práctica mundana de los gobernantes incrédulos y de los incrédulos que se dan de grandes. Pero en el reino de los cielos rige una ley totalmente diferente. En el reino de los cielos, y por ende en la iglesia, rige lo que se llama el liderazgo por servicio. ¿Qué significa esto? Pues lo que dijo Jesús: El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos.

En el reino de los cielos y también en la iglesia, e inclusive en el hogar, la autoridad y el respeto se gana no por gritar más fuerte que todos, o por enojarse si no hacen lo que uno quiere, o por amenazar con castigo si no se someten a lo que uno quiere, o por otorgar prebendas para mantener la posición de autoridad y respeto. Nada de esto, la autoridad y el respeto se gana por medio de servir a brazo partido a los demás. ¿Sabe quién es el mejor exponente de este principio de liderazgo por servicio? Ningún otro sino el Señor Jesucristo. Él dijo: Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Esto lo sabía muy bien el apóstol Pablo, y oiga lo que dijo según 1 Corintios 16:15-16. La Biblia dice: Hermanos,  ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya,  y que ellos se han dedicado al servicio de los santos.  Os ruego que os sujetéis a personas como ellos,  y a todos los que ayudan y trabajan.

Esta hermosa familia, la familia de Estéfanas, fue la primera familia que recibió a Cristo como Salvador en la región de Acaya, donde estaba la ciudad de Corinto. Fue Pablo quien predicó el Evangelio a la familia de Estéfanas. Tan pronto como esta familia recibió a Cristo como Salvador, ¿a qué se dedicó? El texto dice que se dedicó al servicio de los santos. Los santos no son las imágenes de madera o de piedra o de yeso, a las cuales algunas personas rinden adoración. Esos no son santos sino ídolos. Los santos, según la Biblia somos todos los que hemos recibido a Cristo como Salvador, es decir, los creyentes. La familia de Estéfanas se dedicó entonces a servir a los creyentes. Ante esto, Pablo en su carta a los Corintios ruega que los creyentes reconozcan a la familia de Estéfanas como sus líderes. A esto se refieren las palabras de Pablo cuando dice: Os ruego que os sujetéis a personas como ellos.

Pero Pablo va más allá, sentando un principio fundamental para la buena marcha de la iglesia, dice que los creyentes en cualquier iglesia deben someterse a todos los que ayudan y trabajan. Así que los pastores, diáconos y líderes en general en la iglesia, no están allí para ser servidos o para emitir órdenes para que otros hagan el trabajo. Están allí para servir, llegaron a esos puestos por medio de su dedicación al servicio. Los puestos de liderazgo en la iglesia no deben ser llenados por elecciones democráticas, ni por amistad con otros líderes, ni por simpatía, sino única y exclusivamente por servicio.