¿Utiliza Dios en estos tiempos los sueños y las visiones para dar información específica a un cristiano?

Comencemos por citar lo que dice la Biblia en Hebreos 1:1-2.

Hebreos 1:1-2 dice: «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.»

Según este texto es claro que el advenimiento del Hijo de Dios marcó una drástica diferencia en la forma de comunicación de Dios con el hombre. Hasta antes de la venida del Señor Jesucristo al mundo, Dios habló muchas veces y de muchas maneras a los antepasados a través de los profetas.

Si Ud. desea saber cuántas veces habló Dios a los padres por los profetas, lo único que tiene que hacer es contar las veces que Dios comunicó algo a los profetas del Antiguo Testamento. Son realmente muchas las veces que Dios habló a los padres por medio de los profetas, desde Job alrededor del año 2200 Antes de Cristo hasta Malaquías, el último de los profetas del Antiguo Testamento, por el año 400 Antes de Cristo. Es decir que por alrededor de 1800 años, Dios estuvo hablando a los padres por medio de los profetas. Cada ocasión que Dios revelaba algo, se iba añadiendo una pieza más al cuadro general de lo que Dios quería comunicar al hombre.

Muy bien. ¿De qué manera dio Dios su mensaje a los profetas, para que los profetas compartan ese mensaje con los padres? El texto en Hebreos dice que fueron muchas maneras ¿Cuáles? pues a veces fue audiblemente, como a Moisés en el Sinaí. Otras veces fue mediante visiones como a Ezequiel.

Otras veces fue mediante sueños como a José. Otras veces fue simplemente poniendo un pensamiento en la mente del profeta. Son ejemplos de las muchas maneras que Dios utilizó para comunicar un mensaje a los padres por medio de los profetas.

Pero en un instante crucial de la historia humana, el Hijo de Dios se hizo carne y habitó en este mundo. Cuando tuvo 30 años de edad inició su Aprendiendo con la Biblia público dando pruebas indubitables de que él era el Cristo, el Mesías, el Ungido, el Hijo de Dios.

Para la mentalidad judía, los postreros días se refiere al tiempo cuando venga el Mesías. Hoy por tanto vivimos en los postreros días. Es en estos postreros días cuando Dios nos ha hablado por el Hijo. El mensaje de Dios a través del Hijo es, por decirlo así, la pieza que faltaba para completar la revelación de Dios. Lo que el Hijo nos ha hablado es lo que tenemos en el Nuevo Testamento. Después del Nuevo Testamento no hay más revelación de Dios. No porque Dios no pueda seguir revelando su voluntad como en el pasado a través de voces, sueños, visiones, etc., sino porque Dios ya ha revelado al hombre todo lo que ha querido revelar. No queda nada más por revelar.

De tanto en tanto se oye a gente que dice que ha tenido revelación de Dios, audiblemente, o en sueños o en visiones, etc. Y cuando uno indaga el contenido de esa revelación encuentra que incluye cosas como: Crean en Cristo o Cristo viene pronto o busquen a Dios de corazón, o tengan unidad en la iglesia, etc. pero cosas como éstas ya han sido reveladas en la Biblia, ¿Qué necesidad hubo para que Dios, supuestamente vuelva a revelar algo que ya ha revelado previamente en su palabra?

El punto entonces no es que estemos limitando a Dios o que Dios no pueda revelar algo a alguien hoy en día por medio de sueños o visiones o audiblemente. El punto es que la Biblia declara que la revelación de Dios se terminó cuando Dios habló por medio de su Hijo y lo que el Hijo reveló está contenido en el Nuevo Testamento. Si una persona hoy en día desea conocer la voluntad de Dios para su vida, no necesita que Dios le dé un sueño o una visión o le hable al oído. Lo que necesita es informarse de lo que ya ha dicho Dios en la Biblia y actuar conforme a ello.

Terminando ya, quisiera referirme a lo que se da por llamar impresiones internas. Una impresión interna es aquel deseo o pensamiento que de pronto aparece en su mente. Para muchos, una impresión interna es siempre la voluntad de Dios, porque Dios revela siempre su voluntad de esa forma. Pero esto es muy peligroso.

Hace poco acabo de enterarme de un caso real de un pastor que recibió la impresión interna que debía divorciarse de su esposa y casarse con su secretaria. Estaba tan convencido que Dios le había «hablado», que lo hizo.

Todos podemos tener impresiones internas, pero es necesario probar esas impresiones internas para ver si son de Dios, o de nosotros mismos o del diablo. La prueba es sencilla. Tiene cuatro pasos.

Primero, si es de Dios, no estará en contra de nada que Dios ha revelado en la Biblia.

Segundo, si es de Dios, buscará siempre traer gloria al nombre de Dios.

Tercero, si es de Dios, él mismo se encargará de quitar los obstáculos para llevarla a cabo. Si el Señor va delante de nosotros, él nos abrirá las puertas y no necesitaremos nosotros derribarlas a golpes de martillo.

Cuarto, si es de Dios debe ser algo razonable. Dios nunca pedirá a nadie que se lance de un avión en vuelo sin paracaídas, porque simplemente no es razonable.

Aplicando estos principios podemos saber si la impresión interna que está en nuestra mente proviene o no de Dios.