Un examen de los dos pasajes bíblicos mostrará que lo único que tienen en común es que el personaje central en ambos eventos es el mismo, el Señor Jesús, algunos de los que acompañaron al Señor Jesús participaron en ambos eventos, ambos eventos ocurrieron en el Mar de Galilea y tienen que ver con pescadores, barcas, redes y peces. Pero, por otro lado, se trata de dos eventos totalmente diferentes. En cuanto a primer pasaje bíblico, en primer lugar, el Señor Jesús ya ha muerto y ya ha resucitado.

En segundo lugar, los que participaron, además del Señor Jesús, fueron siete discípulos: Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael, de Caná de Galilea, Juan y Jacobo, los hijos de Zebedeo y otros dos de los discípulos que no son identificados. En tercer lugar, luego de que los discípulos no pescaron nada hasta el amanecer, el Señor Jesús les ordenó que echen la red a la derecha de la barca. Al hacerlo, ya no podían sacar la red por la gran cantidad de peces. Cuando los contaron eran 153. A pesar de la gran cantidad de peces, la red no se rompió. El arrojar la red a la derecha de la barca, no tiene ningún otro significado, sino aquel que la obediencia a la palabra del Señor Jesús siempre resultará en beneficio y bendición para el que obedece.

En cuanto al segundo pasaje bíblico, el evento ocurrió antes que el Señor Jesús muera y resucite. Los discípulos que participaron en este evento, fueron Simón Pedro, Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo. En este caso, luego de una noche de arduo trabajo en la cual no pescaron nada, Pedro, Jacobo y Juan estaban en la playa del Mar de Galilea, limpiando las redes. En eso apareció el Señor Jesús enseñando. Como el gentío se agolpaba sobre él para oír el mensaje, el Señor Jesús entró en la barca de Simón Pedro y pidió que la aleje de tierra un poco, y sentándose en la barca enseñaba a la multitud. Cuando terminó de enseñar, ya debe haber sido muy avanzado el día, pero a pesar de eso, el Señor Jesús ordenó a Simón Pedro y sus compañeros pescadores que boguen mar adentro y echen sus redes para pescar. Pedro hizo conocer su opinión sobre esta orden, porque toda la noche habían trabajado y no habían pescado nada y además era muy de día, los pescadores en el mar no pescan durante el día normalmente. A pesar de lo que Pedro pensaba, obedeció la orden del Señor Jesús, y el resultado fue maravilloso.

Encerraron en sus redes tal cantidad de peces, que las redes se rompían. Tuvieron que pedir ayuda a otros pescadores para poder sacar todo lo que la red atrapó. No se sabe cuántos peces sacaron. Esto hizo que Pedro reconozca que el Señor Jesús es Dios y que se decida a seguirlo, al igual que Jacobo y Juan, los hijos de Zebedeo. Resulta obvio entonces que este es un evento que tiene algunos elementos comunes con el anterior, pero es totalmente diferente.