Antes de nada, permítame señalar que ningún ser humano en el mundo, sin importar su edad, es inocente. La palabra de Dios es clara cuando muestra que todos somos pecadores, condenados por Dios.

Observe lo que dice Salmo 51:5 He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.

Por tanto, nadie es inocente a los ojos de Dios. También, me gustaría hacer notar algo que seguramente es demasiado obvio. Me refiero al hecho que el ser humano necesita algo de madurez para reconocer que es un pecador y que como tal está separado de Dios. No se puede saber a qué edad un niño puede tomar conciencia de esto. La gran pregunta es: ¿Qué pasa con un niño que muere antes de tomar conciencia de que es pecador? ¿Qué pasa con un niño que nace muerto? ¿Qué pasa con un embrión que muere en el vientre de su madre, ya sea por un aborto natural o provocado? Sabemos que nadie es inocente. Sabemos que todos son pecadores por naturaleza. Sabemos que todos son culpables. ¿Será que estas personas van a condenación eterna? Antes de arribar a una conclusión, debemos considerar que Dios además de santo, es justo.

Génesis 18:25 dice: El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?

Sería injusto que un ser humano sea condenado por la eternidad, sin haber tenido conciencia de que estaba en peligro de ello. Dios no actúa de esta manera, porque Dios es justo.

La obra perfecta de Cristo en la cruz, en la cual derramó su sangre, hizo propiciación por los pecados del mundo, o dicho en otras palabras, el sacrificio de Cristo en la cruz, donde él derramó su sangre, satisfizo las demandas de la santidad de Dios castigando el pecado.

Esto abrió la puerta para que el hombre pueda ser perdonado de su pecado y consecuentemente pueda ser salvo. Cuando el ser humano es adulto, debe recibir por la fe a la persona de Cristo como su Salvador para ser salvo. De otra manera no hay salvación sino condenación, pero cuando el ser humano es niño, antes de tomar conciencia de su pecado, la obra de propiciación de Cristo es automáticamente puesta sobre este niño cuando muere.

Por este motivo ese niño es salvo. Esto parece confirmarse en el incidente del Antiguo Testamento cuando murió el hijo recién nacido de David con Betsabé. Una vez que éste murió, David dijo lo siguiente según 2 Samuel 12:23 Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no volverá a mí

La frase: Yo voy a él, puede ser interpretada tanto en el sentido que David también moriría algún momento en el futuro, como en el sentido que David sabía que su tierno hijo era salvo y tenía la esperanza de volver a verlo en la eternidad.

Por estas consideraciones, la conclusión es que los niños que mueren en la matriz de su madre o al nacer o antes de tener edad para tomar conciencia de su naturaleza pecaminosa, están con Dios en el cielo. No porque sean inocentes, sino por el sacrificio que Cristo hizo en la cruz por el pecado del mundo.