Gracias por su consulta. Para tomar en cuenta el contexto, permítame dar lectura al pasaje bíblico en Lucas 8:16-18. La Biblia dice: Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija,  ni la pone debajo de la cama,  sino que la pone en un candelero para que los que entran vean la luz.  Porque nada hay oculto,  que no haya de ser manifestado;  ni escondido,  que no haya de ser conocido,  y de salir a luz.  Mirad,  pues,  cómo oís;  porque a todo el que tiene,  se le dará;  y a todo el que no tiene,  aun lo que piensa tener se le quitará.

El Señor Jesús había acabado de relatar la parábola del sembrador. Es una parábola que encierra preciosas y profundas verdades espirituales. Estas verdades espirituales son como una luz que alumbra para disipar las tinieblas. Estas verdades espirituales por tanto necesitan ser anunciadas, necesitan ser proclamadas para que produzcan un efecto beneficioso en otros. Si no se hace así, sería equivalente a una persona que no está muy cuerda que digamos, y prende una lámpara, pero la cubre con una vasija, o prende una lámpara y la pone debajo de la cama. Nadie en sus cabales haría esto, porque la luz no podría alumbrar.

Toda persona sensata, pone la luz en un candelero, para que la luz se irradie a todo lugar y todos puedan verla. De igual manera, la verdad que había estado oculta y que el Señor Jesús la ha dado a conocer no debe quedar oculta sino que debe ser anunciada, debe ser proclamada a otros. Luego el Señor Jesús se refiere al texto materia de su consulta. Mirad como oís dice. Esto significa que los que le oían deben asumir la responsabilidad de proclamar esa verdad a otros. Si son fieles en esta obra, Dios mismo les dará más sabiduría, más inteligencia para conocer más verdades espirituales para que puedan proclamar a otros.

En cambio, si alguien es negligente con esta obra, en lugar de darle más sabiduría y más inteligencia, Dios mismo le quitará esa verdad para que ni siquiera lo poco que sabían les sea útil. Comentando sobre este texto, el autor William McDonald dice lo siguiente: Debemos ser cuidadosos de cómo oímos. Si somos fieles compartiendo la verdad con otros, entonces Dios nos revelará verdades nuevas y más profundas, pero si por contraste, no tenemos este espíritu evangelístico, Dios nos privará de la verdad que pensamos que poseemos.

Lo que no usamos, lo perdemos. G. H. Lang comenta sobre el mismo asunto: Los discípulos escucharon con una mente abierta para comprender y con una disposición para creer y obedecer, el resto oyó sin poner atención, por curiosidad simplemente, o para contradecir. A los primeros se les otorgará mayor conocimiento, a los últimos se les quitará el conocimiento que ellos pensaban que tenían. Esto es lo que significa este pasaje bíblico.