La Biblia dice que antes de la fundación del mundo. somos escogidos, o separados, o elegidos para ser salvos. Si Dios sabe todo lo nuestro y tiene un propósito para nuestras vidas, ¿entonces qué pasa con los pecados cometidos antes de recibir al Señor Jesucristo como Salvador?

La elección es una de las doctrinas fundamentales del cristianismo. Ponga atención a lo que dice Efesios 1:4 “según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él” Justo antes de citar este texto, Pablo declaró que el creyente ha sido bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales, por el hecho de estar en Cristo. Estar en Cristo es resultado de esa obra de Dios que se llama elección. Quien elige es Dios el Padre. La elección se efectúa en Cristo, o sobre la base de lo que Cristo hizo en la cruz. El tiempo de la elección es antes de la fundación del mundo, el propósito de la elección es para que pecadores sean hechos santos y sin mancha delante de él. Esta elección es un acto soberano de parte de Dios. Como habrá notado, hasta este punto, el pecador escogido para ser salvo, es totalmente pasivo, es decir que no tiene en absoluto parte activa en la elección para salvación. El pecador escogido ni siquiera existía cuando fue elegido soberanamente por Dios. Pero lo maravilloso de la Biblia es que en otros pasajes bíblicos se manifiesta que el pecador tiene parte activa en la salvación. Por ejemplo, en Mateo 3:1-2 se hace una clara invitación al pecador para que en uso de su voluntad se arrepienta y sea salvo. Dice así este texto: “En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” Juan el Bautista está apelando a la voluntad de los pecadores. Si querían ser salvos necesitaban un acto de su voluntad para arrepentirse. La misma invitación hizo Jesús a los pecadores. Mateo 4:17 dice: “Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.” En Juan 5:40 el Señor Jesús hace alusión a la necesidad de que la voluntad del pecador actúe yendo a Jesús para ser salvo. Observe lo que dice: “y no queréis venir a mí para que tengáis vida.” Reflexionando sobre la elección soberana de Dios y la responsabilidad que tiene el pecador, se concluye que la elección de Dios para salvación no anula la responsabilidad del hombre para creer en Jesús como Salvador. Antes de recibir a Cristo como Salvador, los elegidos para salvación eran tan pecadores como cualquier otro pecador. Pero Cristo pagó en la cruz del Calvario por el pecado de todo el mundo, tanto de los elegidos para ser salvos como de los no elegidos para ser salvos. Hablando de Jesús, note lo que dijo Juan el Bautista sobre él. Se encuentra en Juan 1:29 “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” La muerte de Jesús es suficiente para perdonar el pecado de todo el mundo, tanto de los elegidos para ser salvos como de los no elegidos para ser salvos. Puede ser que un elegido para salvación haya cometido lo peor que se pueda imaginar antes de ser salvo, pues con su muerte Jesús pagó por eso, y por eso ese pecador puede ser salvo por la eternidad.