El libro de Job debate la milenaria pregunta: ¿Por qué sufre el justo si Dios es un Dios de amor y misericordia? El libro de Job enseña claramente la soberanía de Dios y la necesidad que tiene el hombre, de reconocer dicha soberanía. Los tres amigos de Job ofrecieron básicamente la misma respuesta con ligeras variantes. La respuesta de ellos al sufrimiento de Job fue: Todo sufrimiento se debe a algún pecado que el justo ha cometido y que tal vez ni siquiera está consciente que lo cometió. El joven Eliú, sin embargo, puso las cosas en su lugar cuando dio a entender que con frecuencia el sufrimiento es un medio para purificar al justo. El propósito de Dios para las calamidades que sobrevinieron a Job fue, por tanto, deshacer toda auto justicia en él y hacerle entender que necesitaba poner su completa confianza en Dios. El propósito de este antiguo libro no es explicar el sufrimiento y el dolor, sino ayudar al creyente a soportarlo, sabiendo que quien está detrás de todo es la misma mano de Dios. El libro de Job alienta a tener mayor fe en Dios, porque enseña que Él está en control aun en los momentos más difíciles de la vida, inclusive cuando parece que nada tiene sentido. Así que, efectivamente, Dios fue el responsable de todos los sufrimientos de Job. Satanás fue un mero instrumento para cumplir con el propósito soberano de Dios. En Job 1:12 leemos las siguientes palabras: Dijo Jehová a Satanás:  He aquí,  todo lo que tiene está en tu mano;  solamente no pongas tu mano sobre él.  Y salió Satanás de delante de Jehová.

Satanás no tiene poder para actuar por sí mismo en dar o quitar la vida.  Esto fue el preámbulo del torbellino de padecimientos que tuvo que soportar Job, pero es muy obvio que quien estaba detrás de todo fue Dios. Satanás solamente fue el instrumento. Dios usa el sufrimiento en el creyente para purificar la fe del creyente. Por eso es que al final del libro, cuando ya todo ha pasado, el escritor del libro de Job dice lo siguiente en Job 42:10-13 Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job.

Y vinieron a él todos sus hermanos y todas sus hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su casa, y se condolieron de él, y le consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él; y cada uno de ellos le dio una pieza de dinero y un anillo de oro.

Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero; porque tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas,

y tuvo siete hijos y tres hijas.