Uno de los retos más difíciles para el hombre es reconocer la autoridad y propiedad de Dios sobre nuestras vidas. Muchos pueden pensar que poniendo caritas de mendigos podemos convencer a Dios de que cambie de opinión sobre ciertas cosas o que podemos influenciar en sus decisiones; otros más insolentes tratan de decirles qué hacer o cómo obrar, declaran, retan, proclaman y muchas otras cosas que sólo muestra la necedad del hombre y lo irreverente que puede ser ante Dios. Pero esto no es así, Dios es Soberano y Sabio, todo lo que hace lo hace bien y nadie puede ponerse delante de Él a reclamarlo.

Me he preguntado muchas veces ¿Por qué Dios nos permite tal falta de respeto? Y luego recuerdo lo que dice el Salmo 103: “se acuerda que somos polvo” y por lo tanto nos trata con amor y se compadece de nosotros. Esto me hace pensar en momentos en qué mi hijo me dice cosas por impulso sin saber todo lo que pasa y simplemente no reacciono a su insolencia sino que trato de entenderlo, no es que falta a mi autoridad sino que no entiende lo que ocurre y sólo se mueve por emoción. Dios hace igual y aun con mayor amor que yo, Él me ve y simplemente dice: “tranquilo, ya lo vas a entender”, porque ni todos mis llantos e insolencias no harán que cambie sus propósitos y planes. Lo mejor es aprender a entender cuáles son sus planes e intenciones y eso sólo lo lograrás pasando tiempo con Él, no pierdas oportunidad hoy.

¿Intentas interponerte a los planes de Dios?
¿Te cuesta entender lo que hace y cómo?
¿Cuestionas a Dios?