La primera consulta que será respondida el día de hoy, nos ha llegado desde Tecpán, Chimaltenango, Guatemala. Se trata de un joven amigo oyente quien es creyente y desde hace algunos años está de novio con una señorita quien no es creyente. Dice que su relación con ella es muy buena en todo sentido, excepto en lo espiritual, en lo cual no están de acuerdo. Este joven está pensando en casarse con ella, pero tiene algunos temores. Ella ha indicado que si se casan, ella no participaría en nada que tenga que ver con la iglesia donde este joven se congrega. Nos pide consejo acerca de lo que debería hacer a la luz de lo que enseña la Biblia.”
Gracias por su consulta. La Biblia tiene la palabra exacta para este caso. Se encuentra en 2 Corintios 6:14-16 donde dice: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.” Palabra más clara no puede haber, amigo oyente. Con todo el amor y el respeto que tengo para Usted, debo hacerle notar que Usted ha desobedecido este principio bíblico. La desobediencia está no solo en casarse con esta joven incrédula. La desobediencia está en que desde hace tiempo atrás Usted está de novio con ella. Si Usted hubiera querido ser fiel a la palabra de Dios, debió haberse abstenido de enamorarse o ponerse de novio con una joven incrédula. Usted dice que su relación con esta joven incrédula es muy buena, excepto en lo espiritual, en lo cual no están de acuerdo. Yo quiero decirle que lo más importante en una relación de noviazgo es lo espiritual. Si en lo espiritual no hay acuerdo, no se debe pensar siquiera en establecer la relación de noviazgo, peor en la relación de matrimonio. Algo que es digno de reconocer, es la franqueza de su novia incrédula, quien ha dicho que si se casa con Usted no va a participar en nada relacionado con la iglesia donde Usted se congrega. Esto es presagio de guerra amable oyente. ¿Qué hacer en esta situación? Pues sencillamente someterse a lo que la dice la Biblia en el pasaje que fue leído anteriormente. Por tanto, Usted debe reconocer su error de haber entablado una relación de noviazgo con una persona incrédula, siendo Usted creyente, debe confesarlo a Dios como un pecado, y consecuentemente debe terminar inmediatamente con esa relación de noviazgo. Me imagino que será doloroso para Usted el tomar esta decisión, porque las emociones ya han entrado en juego, pero es preferible experimentar ese dolor ahora antes que vivir en desobediencia a Dios con las consiguientes consecuencias mucho más dolorosas en el futuro.
La segunda consulta para el programa de hoy, nos hace una amiga oyente de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Una parte de su carta dice: Queridos hermanos de La Biblia Dice… Gracias a Dios por el programa que tienen y que Dios les bendiga y les prospere grandemente. Siempre que puedo escucho su programa, a veces no puedo por el trabajo, pero está en mis planes comprarme un radio portátil para escuchar su programa todos los días. Yo quisiera acercarme más a Dios. Estoy tan desesperada por no poder hacer lo que debería hacer o lo que quiero hacer. No me queda tiempo para nada. Trabajo muy duro. Ni siquiera puedo ir a las reuniones de la iglesia los domingos a la mañana porque me encuentro tan cansada. Un deseo muy grande que tengo es estudiar la Biblia en un seminario para aprender no solo sobre la Biblia, sino también la historia, las diferentes culturas del mundo. Tengo dificultades para guiar a otros a los pies de Cristo, porque me hacen preguntas y yo no sé como responder. Esto me hace sentir muy mal. Me preocupo mucho por mis familiares que todavía no conocen a Cristo como su Salvador, porque sé que al morir les espera el castigo eterno. Esto me hace sentir totalmente angustiada. Por esto y por muchas cosas más, ando triste. Trato de acercarme a Dios pero fracaso. He tratado de ayunar, pero casi no lo puedo hacer porque mi trabajo me impide. Si me pudiesen dar algún consejo se los agradecería mucho.
Con mucho gusto amiga oyente. Antes de nada, permítame agradecerle por sus comentarios sobre nuestra programación. Sus palabras de gratitud nos traen mucho ánimo. Que la honra y la gloria sean para Dios. Además, quiero felicitarle por la carga de compasión por los perdidos que Dios ha puesto en su corazón. Son pocos los creyentes que tienen este fuego en el corazón. Cuán diferente sería el mundo si todos los que somos creyentes experimentáramos una pasión como la suya por conducir a otros a la salvación en Cristo e hiciéramos algo al respecto. Creo entender el motivo para tanta preocupación y angustia en su corazón. Lo que pasa es que Usted no está haciendo lo que en realidad le gustaría hacer. Me explico. Su trabajo, cualquiera que sea, aunque necesario e importante, no le está dando la satisfacción o el sentido de realización que es indispensable en el ser humano. Puede ser que por medio de su trabajo, Usted tenga sus necesidades materiales satisfechas, pero es un hecho que su trabajo no está satisfaciendo sus necesidades emocionales y sobre todo espirituales. Dentro de Usted debe haber por tanto un conflicto, el cual se manifiesta en ese cansancio, esa tristeza, esa insatisfacción que está sintiendo. Además, su trabajo le demanda tanto tiempo y energía que no le queda nada de tiempo ni energía para el Señor. Inclusive los domingos a la mañana, cuando Usted debería estar en el culto dominical de su iglesia, Usted se encuentra tan agotada que se queda en su casa. Es muy obvio que en lugar de propiciar el acercamiento a Dios, su trabajo le está alejando de Dios. Cuando se llega a este punto, es necesario que Usted tome una decisión importante. Para ello, me gustaría leer lo que dice Mateo 6:33 “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” Este texto nos habla de prioridades. La prioridad número uno para todo creyente es Dios. Esto es, la relación personal con él, la oración, el estudio de la Biblia, el guiar a otros a los pies de Cristo, o su obra en general. Cuando esto está en el primer lugar de la vida de un creyente, Dios mismo se encargará de proveer a ese creyente de las otras cosas que son indispensables para el diario vivir. Me refiero básicamente al alimento, al vestido y a un lugar donde vivir. Con esto no estoy insinuando que todos los creyentes deben renunciar a sus trabajos para ocuparse por entero en la obra del Señor. Pero lo que sí es claro es que, como en su caso, si el trabajo le está alejando del Señor, será necesario buscar otro trabajo, dependiendo de la guía y dirección de Dios para todo, tanto para encontrar ese nuevo trabajo como para tener lo indispensable para vivir mientras encuentra ese nuevo trabajo. Usted puede estar segura que Dios bendecirá una decisión de esta naturaleza, por cuanto Usted está buscando la gloria de Dios por medio de obedecer a Dios. Nada saca desperdiciando su vida en un trabajo tan agotador como el que tiene, cuando podría invertirla en el reino de Dios. Recuerde que los hijos de Dios no debemos hacer tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, sino que debemos hacernos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen. Yo le sugiero que Usted considere esta posibilidad y busque la dirección del Señor en oración. Pero en su caso hay algo que merece especial atención. Por lo que Usted dice en su carta, me parece que Usted tiene un fuerte llamado a servir al Señor a tiempo completo. Deduzco eso por el gran interés que tiene por la gente que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador y por su deseo de conocer más de la Biblia y estar preparada para responder adecuadamente a la gente. Si ese es el caso, amiga oyente, no es bueno que Usted se haga de oídos sordos al llamado de Dios. Por tanto, me gustaría sugerirle que considere la posibilidad de dejar su trabajo y dedicarse a estudiar en algún seminario bíblico o instituto bíblico, para que una vez que termine su preparación esté en capacidad de servir al Señor de una buena manera. Estoy seguro que en Bolivia existirán algunos seminarios o institutos donde se imparte una sana doctrina. Dedique algo de tiempo, para averiguar donde están esos seminarios o institutos, cuáles son los requisitos para estudiar, cuánto cuesta el estudio, y cualquier otra información pertinente. Luego, ponga la posibilidad de estudiar, como un especial motivo de oración. Busque consejo de sus padres, de hermanos o hermanas maduros en la fe, de los pastores o ancianos de su iglesia local. Si la voluntad de Dios es que Usted vaya a un seminario o instituto bíblico, Dios mismo se encargará de proveer todo lo que Usted va a necesitar para poder estudiar. No tenga temor de dejarse guiar por el Señor. Lo mejor que puede hacer un creyente es poner su vida en las manos del Señor para hacer lo que el Señor quiera, no importa lo que sea. Seguro que una decisión así no será fácil. Pero eche mano de la fe. Confíe en Dios y Dios lo hará.
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