La primera consulta para el programa de hoy nos llega desde Venezuela. El amigo oyente que nos ha enviado este correo electrónico no indica desde qué ciudad de Venezuela. Dice así: Dios los bendiga. Siempre me gozo y soy edificado espiritualmente leyendo las preguntas y respuestas en su página web. Acabo de leer la respuesta a la pregunta: ¿Se debe exigir los diezmos y las ofrendas? Estoy de acuerdo con la respuesta que usted da, pero note que no utiliza el término “diezmo” sino que se refiere sólo al término ofrenda. ¿Qué de los diezmos?

Gracias por habernos escrito amable oyente. Gracias también por su consulta. ¿Por qué no usé la palabra “diezmo” en la respuesta a la pregunta sobre si se debe exigir diezmos y ofrendas? Pues, simple y llanamente por cuanto los pasajes bíblicos que usé usan la palabra “ofrenda” no la palabra “diezmo”. Si usted diera un vistazo a una concordancia de las Sagradas Escrituras, encontraría que la palabra “diezmo” aparece una sola vez en los cuatro evangelios, específicamente en el Evangelio según Lucas capítulo 18 versículo 12 y está en el contexto de lo que practicaba un fariseo con su ego hinchado por el orgullo. Note lo que dice. Incluyo el versículo 13 para apreciar el contexto: El fariseo,  puesto en pie,  oraba consigo mismo de esta manera:  Dios,  te doy gracias porque no soy como los otros hombres,  ladrones,  injustos,  adúlteros,  ni aun como este publicano;  ayuno dos veces a la semana,  doy diezmos de todo lo que gano.

La palabra diezmo aparece también siete veces sólo en el capítulo 7 de Hebreos, y todas las veces que aparece es en referencia a lo que se practicaba entre el pueblo de Israel antes de la muerte y resurrección del Señor Jesucristo. En cuanto al verbo “diezmar” aparece sólo dos veces, en Mateo 23:23 y en Lucas 11:42 y con relación a lo que hipócritamente practicaban los escribas y fariseos en el tiempo de Jesús. Los pasajes bíblicos que la iglesia usa para extraer enseñanza sobre lo que se le debe devolver al Señor, siempre hablan de ofrendas. Por ejemplo, Romanos 15:26, 1 Corintios 16:1-

La segunda consulta es la siguiente: ¿Qué elementos se debe tomar en cuenta para una verdadera adoración pública a Dios?

Usted ha tocado un tema que triste y lamentablemente ha sido motivo de discordia y división entre los hijos de Dios. En lo que a mí respecta, para no echar más leña al fuego, me limitaré a compartir con Usted lo que sobre la adoración he visto en la palabra de Dios.

La adoración pública a Dios solamente tiene sentido cuando existe una adoración privada a Dios.

Así fue como lo entendió David. Note su testimonio personal sobre su adoración privada. Salmo 69:30 dice: “Alabaré yo el nombre de Dios con cántico, lo exaltaré con alabanza”

Esta adoración privada dispuso el corazón de David para una adoración pública sincera. Salmo 66:16-17 dice: “Venid, oíd todos los que teméis a Dios, y contaré lo que ha hecho a mi alma. A él clamé con mi boca, y fue exaltado con mi lengua”

David está adorando en público. Lo hizo con un corazón previamente preparado en la adoración en privado. La vitalidad y frescura de la adoración pública depende en gran parte de la vitalidad y frescura de la adoración privada. Si no estamos invirtiendo tiempo diariamente en la adoración a Dios, no estamos aptos para contribuir en la adoración pública a Dios.

Es posible que estemos engrosando filas junto con otros adoradores a Dios, pero ¿Cómo podemos pensar que adoramos a un Dios de quien nos acordamos solo el domingo en la mañana y nos olvidamos de él el resto de la semana?

El autor John MacArthur ha dicho algo muy profundo acerca de esto. Ponga atención: La música y la liturgia pueden ayudar a que se exprese un corazón adorador, pero no tienen poder para transformar un corazón no adorador en un corazón adorador. Un peligro muy real es que la música y la liturgia den a un corazón no adorador la idea de que ha adorado a Dios, cuando en realidad no ha sido así.

De modo que el factor crucial para una buena adoración pública no es la forma de adoración sino la condición del corazón de los santos. Si la adoración en público no es la expresión de nuestra vida privada de adoración, estamos siendo hipócritas. Si Usted piensa que puede vivir como quiera entre semana y luego ir a la iglesia el domingo por la mañana para convertirse en un adorador verdadero, está muy equivocado. Hasta aquí la cita de John MacArthur.

La adoración debe ser en espíritu y en verdad. Observe lo que Jesús dijo a la mujer junto al pozo, según Juan 4:24: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”

Adorar en espíritu significa poner el corazón en la adoración. En contraste con la mera ejecución de acciones externas aprendidas o imitadas de otros.

Adorar en verdad significa que nuestra adoración de estar en armonía con lo que Dios ha revelado sobre sí mismo en su palabra, la Biblia.

Es imposible ser un adorador en verdad si no conocemos lo que dice la palabra de Dios. La adoración tanto privada como publica debe ser en el nombre de Cristo, porque solo por su sangre derramada en la cruz del calvario podemos tener acceso con confianza al trono de Dios para adorar y hallar gracia y misericordia para el oportuno socorro.

Hablando de Cristo, Hebreos 13:15 dice: “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesen su nombre”

La adoración también requiere corazones que no atesoren el pecado. David decía en cuanto a esto, según Salmo 66:18 “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado.”

Atesorar el pecado se refiere a la actitud de mantener un pensamiento o una conducta que sabemos que es contraria a lo que enseña la palabra de Dios.

Tal vez Usted ha sido ofendido por alguien y Usted sabe que debe perdonar así como Dios le perdonó a Usted en Cristo, pero Usted se resiste a perdonar. Prefiere vivir con ese espíritu de falta de perdón. Entonces Usted está atesorando pecado. En estas condiciones Usted no puede ser un buen adorador, ni en privado, peor en público. Lo correcto en este caso es reconocer su pecado, confesarlo a Dios como tal y abandonarlo.

Una buena práctica antes de la adoración privada o pública es examinar el corazón para ver si allí hay algo que ofenda a Dios y sea necesario arreglarlo. No olvide que los pecados que se cometen en secreto o se guardan en secreto son un escándalo público en cielo.

Para adorar a Dios también se necesita de humildad. La humildad es una virtud muy esquiva. Cuando pensamos que ya la teníamos es justo cuando acabamos de perderla. La humildad se manifiesta en un corazón totalmente sometido a la voluntad de Dios y es requisito indispensable para adorar a Dios.

En cuanto a postura del cuerpo para la adoración, depende totalmente como el Señor guíe. En el Antiguo Testamento, se ve adoradores en adoración a Dios postrados a tierra o de rodillas. Salmo 95:6 dice: “Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor.”

De manera que antes de adorar es bueno hacernos un examen de conciencia. ¿Me he presentado yo mismo a Dios como un sacrificio vivo y santo? Solo así estaré viviendo un estilo de vida de adoración y estaré en capacidad de adorar a Dios en privado y en público. ¿Estoy tomando tiempo diariamente para adorar a Dios en privado para agradecerle por sus innumerables bendiciones? ¿Existe algún pecado que estoy atesorando en mi vida? ¿Estoy dispuesto a reconocerlo, confesarlo y apartarme de él, para ser un verdadero adorador? ¿Estoy dispuesto a ser un adorador en espíritu y en verdad? Lo hago de todo corazón o solo como una rutina o para mostrar a otros que soy espiritual o por la pura emoción del momento. ¿Es mi estilo de adoración conforme a lo que la palabra de Dios enseña?

En resumen, no es tan importante lo externo en la adoración. Lo más importante es lo interno, la actitud del corazón, la pureza de la vida delante del Señor. No tiene sentido esto de hacer división en la iglesia de Cristo por la forma de adoración.

 

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