La primera consulta de hoy nos ha sido hecha por un amigo oyente de Quito, Ecuador. Dice así: ¿Qué valor tiene la tradición en la doctrina y práctica de la iglesia cristiana?

Ningún valor amable oyente. El Nuevo Testamento inclusive confronta a los que prestan atención a las tradiciones. Tal es el caso de Jesús, durante su ministerio en la tierra. Ponga atención al relato que encontramos en Marcos 7:1-13 donde dice: “Se juntaron a Jesús los fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén; los cuales, viendo a algunos de los discípulos de Jesús comer pan con manos inmundas, esto es, no lavadas, los condenaban. Porque los fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen. Y volviendo de la plaza, si no se lavan no comen. Y otras muchas cosas hay que tomaron para guardar, como los lavamientos de los vasos de beber, y de los jarros, y de los utensilios de metal, y de los lechos. Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas? Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes. Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y : El que maldiga al padre o a al madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (que quiere decir mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte, y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas.” Note que los fariseos eran muy apegados a la tradición de sus antepasados. Jesús mismo calificó a las tradiciones como mandamientos de hombres. Toda tradición no pasa de ser justamente eso: mandamientos de hombres. Jesús catalogó como hipócritas a todos los que aceptaban las tradiciones como si fuera la misma palabra de Dios. Para los fariseos era más importante cumplir con la palabra de la tradición que cumplir con la palabra de Dios. Esto queda evidenciado cuando, guardando la tradición, los fariseos entregaban dinero o bienes a los sacerdotes a pesar que, conforme a la palabra de Dios, con ese dinero o esos bienes, pudieran haber ayudado económicamente a sus padres, quienes estaban en el más absoluto abandono. La tradición llegó a tener más autoridad que la misma palabra de Dios para estos fariseos hipócritas. Tenemos entonces que Jesús exhortó severamente a los que prestaban atención a las tradiciones. Como buen fariseo, Saulo de Tarso, quién más tarde se llamó Pablo, el apóstol, era devoto de las tradiciones de sus antepasados, antes de su encuentro personal con Cristo, por supuesto. Ponga atención a su testimonio en Gálatas 1:13-14 donde dice: “Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba; y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres.” Allí lo tiene amable oyente. Un hombre celoso de las tradiciones de sus padres, sin embargo estaba luchando contra Dios y causando sufrimiento a la iglesia de Cristo. Las tradiciones se caracterizan por enceguecer espiritualmente hablando a las personas que se someten a ellas. Saulo de Tarso es un claro ejemplo. Cuidado amable oyente con prestar oído a la tradición. Fue este mismo personaje, Saulo de Tarso, pero ya transformado por Jesucristo, quien da la voz de alerta a los creyentes en cuanto a la tradición. Observe lo que dice Colosenses 2:8 “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.” Pablo cataloga a las tradiciones como filosofías y huecas sutilezas, hechas por hombres y para los hombres, conforme a la manera de pensar del mundo. Las tradiciones tienen su atractivo, su lado novedoso, y por eso los hombres pueden llegar a ser engañados por ellas. El cristianismo como religión ha sido víctima de las tradiciones a lo largo de su existencia. Muchas de las prácticas y doctrinas del cristianismo religioso, son el resultado de lo que sostiene la tradición. Esto ha corrompido totalmente al cristianismo. Cuan importante es no dar ningún crédito a las tradiciones y guiarse única y exclusivamente por lo que dice la Biblia, la palabra de Dios. La Biblia es el único manual de doctrina y práctica para la iglesia. Todo lo demás está por demás.

La segunda consulta para el programa de hoy nos ha sido hecha por una amiga oyente de Puntarenas, Costa Rica dice así: Hace varios meses escuché la palabra de Dios en un programa de televisión y recibí a Cristo como mi único y suficiente Salvador. He comprendido muy bien que la religión, cualquiera que sea, no tiene poder para salvar, sino la fe en Jesucristo. Mi preocupación es que en el lugar donde vivo no tengo donde congregarme, pues solo existe un templo perteneciente a la religión que me tenía atrapada por tanto tiempo. Ya tengo mucho tiempo de no congregarme y en la Biblia dice que debemos congregarnos. Por favor deme una respuesta pues mi deseo es ser fiel y obediente a la palabra en esta nueva vida.

Comenzaré dando gracias a Dios por la salvación que ha traído a su vida. Dios ha hecho una obra milagrosa en Usted al quitarle la venda de sus ojos espirituales para que pueda ver con claridad la realidad de que ninguna religión tiene poder para salvar. Cuánta razón tiene la Biblia cuando por ejemplo en 1 Timoteo 2:5-6 dice: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.” Jesucristo es el único mediador entre Dios y el hombre. Jesucristo es el único camino a Dios. Jesucristo es el único camino al cielo. El camino a la salvación es una persona, no una religión. Mencionarlo es sencillo, pero es muy difícil vivirlo en la práctica, especialmente cuando la vida de una persona ha estado dominada por algún sistema religioso opresor, que tiene como dogma de fe que solo los adeptos de esa religión son verdaderamente salvos. Gracias a Dios que Usted se ha podido librar de esta opresión. La gloria es solo para Dios. Ahora que Usted es salva, está procurando ser fiel a lo que Dios dice en su palabra la Biblia. Esto también es digno de encomio. No son muchos los creyentes que tienen tanta disposición a obedecer la palabra de Dios. Mantenga siempre en alto esta disposición de corazón, y su vida será grandemente bendecida. Seguramente Usted se habrá encontrado con textos como Hebreos 10:25 donde dice: “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” El congregarnos, a la vez de un privilegio, es un mandato. Si no lo cumplimos estamos desobedeciendo a Dios. Así es como Usted lo ha entendido y en eso estamos de acuerdo. Pero algo que probablemente Usted no ha considerado, es el hecho que Dios sabe las circunstancias de cada uno de sus hijos en particular. Dios, por ejemplo, sabe que un esposo incrédulo impide que su esposa creyente se congregue. Este conocimiento de Dios, hace que él no inculpe de pecado a alguien que por motivos fuera de su control no puede cumplir con algo que Dios ha ordenado, como esto de congregarse justamente. Su caso, es algo similar. Dios sabe que allí donde Usted vive no existen otros creyentes con quienes Usted pueda congregarse, y Dios por tanto no le inculpará de pecado por no congregarse. Distinto sería si en el lugar donde Usted vive existieran otros creyentes y existiera una iglesia local y Usted preferiría ocuparse en otras cosas en lugar de congregarse con los hermanos. Entonces allí sí, Usted estaría desobedeciendo la palabra de Dios y ciertamente, cometiendo pecado. Pero ¿qué puede hacer? No se puede vivir para siempre sin congregarse. Por esto me gustaría sugerir algunas ideas que le pueden ser útiles. Primero, no olvide su comunión personal con Dios a través de su palabra y la oración. Esto debe hacerlo diariamente, separando un tiempo del día específicamente para ocuparse en las cosas de Dios. Probablemente la mejor parte del día para esta actividad sea temprano a la mañana, antes de ocuparse en sus actividades diarias. Segundo, haga obra de evangelista, es decir, comparta el mensaje del evangelio con toda persona con quien tenga contacto allí donde vive. Seguramente Dios quitará la venda espiritual de los ojos de otras personas, así como lo hizo con Usted y esas personas también llegarán a ser salvas por recibir a Cristo como Salvador. Cuando haya otros que han sido salvados por Cristo, podrá tener reuniones con ellos para animarse mutuamente, para estudiar la palabra de Dios, para tener comunión, y para orar. Esto podría ser la base para el establecimiento de una iglesia local. Después habrá que orar al Señor, para que Dios traiga los líderes varones que toda iglesia local necesita. Tercero, ni por un instante piense congregarse en la iglesia de la cual Usted salió. Es imposible que Usted cambie a esa iglesia, pero es muy posible que esa iglesia le cambie a Usted, de modo que ni se le ocurra asistir a esas reuniones. En sus esporádicas salidas a pueblos o ciudades más grandes, haga contacto con iglesias bíblicas de sana doctrina. A lo mejor alguna de estas iglesias podría mandar algún misionero a establecer una iglesia local allí donde Usted vive. De ser así, su problema estaría resuelto.

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *