Nos ha escrito un amigo oyente de Bogotá, Colombia para hacernos un par de consultas. La primera dice así: ¿Qué quiso decir Jesús cuando afirmó que él no vino a llamar a justos sino a pecadores al arrepentimiento? ¿Hay personas justas que no necesitan de arrepentimiento?
Gracias por su consulta amigo oyente. Vamos a leer el texto que se encuentra en Lucas 5:27-32 donde dice: “Después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y dejándolo todo, se levantó y le siguió. Y Leví le hizo gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores? Respondiendo Jesús les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” En el tiempo que Jesús estuvo en este mundo, los judíos estaban bajo el pesado yugo del imperio romano. Los Romanos exigían a los judíos el pago de impuestos onerosos e injustos. Los publicanos eran judíos que voluntaria y abiertamente colaboraban con los romanos en la tarea de recolección de estos impuestos. Demás está decir que los publicanos eran tenidos por traidores entre los judíos, aparte de corruptos, por cuanto sacaban provecho personal de la tarea de recolectar los impuestos. Pues bien, Leví o Mateo, era un publicano. Un día Jesús pasaba por el lugar donde Leví ejercía su oficio. Jesús simplemente le dijo: Sígueme. Leví se levantó y dejando todo siguió a Jesús. La siguiente actividad fue un banquete en la casa de Leví, donde Jesús era el invitado especial. En la mesa había mucha compañía de publicanos. Este hecho fue muy notorio para un tipo especial de judíos, los escribas y fariseos, celosos guardianes de la ley de Moisés, aunque la observancia de la ley para ellos era un mero ejercicio externo, carente de realidad interna. Se cuidaban la letra de la ley pero olvidaban el espíritu de la ley. Jamás cometerían adulterio, pero su corazón codiciaba la mujer del prójimo. Eran los típicos religiosos que tenían apariencia de piedad, pero que por sus obras negaban la eficacia de ella. Quizá de lejos preguntaron a los discípulos de Jesús: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores? En otras palabras: ¿Por qué Jesús y sus discípulos tienen contacto con personas despreciables como los publicanos y pecadores? Para hacer esta afirmación, se supone que quien la hace debe ser una persona justa, pura y perfecta. Pues los escribas y fariseos se miraban a sí mismos de esta manera. Según sus propios estándares, ellos eran justos, puros y perfectos. ¿Cuál fue la respuesta de Jesús? Pues les dijo: Los sanos, no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Por medio de esta ilustración, Jesús está dejando al descubierto el problema básico de los escribas y fariseos. Les está quitando el manto de piedad que escondía la bajeza de su carácter. Los sanos no tiene necesidad de médico. Si una persona no tiene ninguna enfermedad, no necesita en absoluto la intervención de un médico. Pero por otro lado, si una persona se siente muy enferma, lo mínimo que debe hacer es buscar la ayuda de un médico. Igual es en el campo espiritual. Jesús es el médico divino. Tiene capacidad para sanar el cuerpo y el alma de cualquier persona. Pero para que Jesús como médico intervenga, hace falta que la persona primeramente reconozca que está enferma. Los escribas y fariseos se negaban a reconocer que estaban enfermos y por eso Jesús no podía hacer nada por ellos. En cambio los publicanos y pecadores reconocían que estaban enfermos espiritualmente y Jesús estaba listo a sanar sus dolencias espirituales. No es que los escribas y fariseos no estaban enfermos espiritualmente. Estaban, y muy enfermos, pero su orgullo espiritual les impedía reconocer que lo estuvieran. De esta manera estaban cerrando la puerta a la posibilidad que Jesús los sane. Jesús, amigo oyente, vino a sanar a los que reconocen su necesidad espiritual, a los que están en bancarrota espiritual, mas no a los que ciegos por su orgullo, se creen a sí mismos justos. No es que haya justos que no necesitan arrepentimiento. La Biblia dice que todos somos pecadores. Todos necesitamos que el divino médico Jesús, sane nuestra enfermedad espiritual. Para que esto ocurra es necesario reconocer que estamos enfermos espiritualmente hablando y que Jesús es el único que puede curarnos. La sanidad del alma tendrá lugar cuando recibamos a Jesucristo como salvador personal.
La segunda consulta del amigo oyente de Bogotá, Colombia dice así: en relación con el pasaje bíblico que se encuentra en 1 Corintios 14: 34-35, ¿Es solo para los creyentes de esa época y de ese lugar, o para todos los creyentes en general en cualquier época? Explíqueme también el versículo 38 del mismo capítulo.
Demos lectura al pasaje bíblico que se encuentra en 1 Corintios 14:34-40, dentro de lo cual está el versículo 38 que es de interés para Usted. Dice así: “Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación. ¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo a vosotros ha llegado? Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Mas el que ignora, ignore. Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar en lenguas; pero hágase todo decentemente y con orden.” Este pasaje bíblico, amigo oyente establece una clara limitación a la participación pública de la mujer en el contexto de una iglesia local. Debido a que este pasaje bíblico en particular está dentro de la enseñanza de Pablo acerca del uso del don de lenguas, es lógico pensar que Pablo está prohibiendo que la mujer hable en lenguas en la iglesia local. Pablo instruye en el sentido que si una mujer quiere aprender algo, debe preguntar en casa a su marido porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación. Pablo estaba seguro que una enseñanza así iba a levantar gran polvareda en la iglesia de Corinto, por eso dice que si alguno se considera un genuino profeta o si alguno se considera espiritual reconocerá inmediatamente que esta enseñanza de Pablo proviene en realidad del Señor Jesucristo. Los que no reconozcan la autoridad del Señor en la enseñanza dada por Pablo, no son dignos que se les reconozca como genuinos profetas o como personas genuinamente espirituales. Esto es lo que significa el versículo 38 cuando dice: Mas el que ignora, ignore. Una mejor traducción sería: Mas el que ignora, sea ignorado. O como traduce la versión Dios Habla Hoy: “Y si no lo reconoce, el Señor tampoco lo reconoce a él” Muy bien. La pregunta del millón es la siguiente: Esta enseñanza se aplica solo a iglesia de Corinto y solo para la época cuando les escribió el Apóstol Pablo, o se aplica a todas las iglesias y en cualquier época. Sobre esto, no existe unidad de criterio ni entre los intérpretes bíblicos ni entre las iglesias. En cuanto a mí, y reconociendo que no todos estarán de acuerdo conmigo, estoy convencido que es un principio general válido para todas las iglesias y para todas las épocas de la iglesia. He llegado a esta conclusión tanto por lo que dice el pasaje bíblico que ya ha sido leído anteriormente como el pasaje bíblico que se encuentra en 1 Timoteo 2:11-12 donde dice: La mujer aprenda en silencio con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio” Las mujeres no han sido llamadas a ocupar el oficio de maestro en la iglesia local. La función de las mujeres en la iglesia local, debe limitarse a lo que dice este texto, es decir, a aprender en silencio. Las mujeres pueden tener el don de enseñanza, pero deben usar ese don ajustándose a las limitaciones que impone el Nuevo Testamento. Es decir podrán enseñar a otras mujeres, podrán enseñar a los niños, podrán enseñar uno a uno, pero cuando la iglesia está reunida, la mujer debe refrenar el uso de su don de enseñanza. Este es el motivo por el cual las mujeres no deben ocupar el púlpito ni para predicar ni para enseñar, ni para liderar en la iglesia local. Reconozco que esta posición se va haciendo más impopular cada día, especialmente ante el avance impetuoso del movimiento de igualdad de los sexos y de la liberación femenina. Pero a pesar de ello, es necesario mantenerse en lo que la Biblia enseña. Después de todo, no siempre la interpretación gramático, histórico y literal de la Biblia ha sido aclamada por las masas.
0 comentarios