La primera consulta para el programa de hoy nos ha sido hecha por una amiga oyente de Quito, Ecuador. Dice así: Soy creyente y una amiga de la iglesia me ha sugerido que debo presentar en la iglesia a mi hija que tiene pocos meses de nacida. ¿Qué es la presentación de niños? Debo presentar a mi niña? Es esto como una especie de bautismo de niños como practican los católico romanos?

Gracias por su consulta amiga oyente. Comenzaré por señalar que la Biblia en ningún lugar ordena el bautismo de niños. La palabra de Dios es clara cuando muestra que los que fueron bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo no fueron niños sin discernimiento sino personas con discernimiento, personas que primeramente llegaron a ser creyentes por medio de recibir a Cristo como Salvador. Algunos quizá fueron niños, pero niños que ya reconocieron su necesidad de salvación y por tanto depositaron su fe en Cristo Jesús como Salvador. No se puede saber con certeza cuando un niño llega a tomar conciencia de que es un pecador, que está condenado por el pecado y que por ende necesita de un Salvador. En algunos casos esto ocurre tan temprano como entre los cuatro a cinco años. Otras veces ocurre tan tarde como entre los siete u ocho años. Es por esta razón que no se puede fijar con exactitud la edad cuando los niños toman conciencia de su necesidad de salvación. Así que, en la iglesia evangélica no se bautiza niños. Lo que sí se acostumbra hacer en la iglesia evangélica es la presentación de los niños. Cuando Cristo Jesús estaba en este mundo, miraba con gran respeto e interés a los niños. Observe lo que dice Marcos 10:13-16 “Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban. Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.” Si Jesús daba tanta atención a los niños, la iglesia de Cristo también debe hacerlo y es por eso que en toda iglesia evangélica se tiene un ministerio exclusivo para los niños. Cuando Dios bendice con niños a una familia, la familia quiere que la iglesia tenga interés por ese niño también y por eso es que presenta a ese niño en la iglesia. En sí mismo, la presentación de niños es por demás sencilla y en mucho depende de la persona que esté llevando a cabo la ceremonia. Yo compartiré con Usted lo que se acostumbra en la iglesia donde yo soy uno de los Ancianos. Con anterioridad, los padres expresarán el deseo de presentar a un niño o a una niña. Se acordará la fecha y la hora para realizar la presentación. En esa fecha y hora, los padres y el niño o la niña se presentarán ante la iglesia o ante la asamblea. Junto a ellos estarán los Ancianos. Uno de ellos tomará la palabra para explicar a la asamblea que no se trata de un bautizo, sino simplemente de una ocasión en la cual los padres presentarán al retoño a la iglesia. El Anciano tomará a la criatura en sus brazos, dirigirá algunas palabras a los padres del niño pidiendo un compromiso delante del Señor para criar  ese niño en disciplina y amonestación del Señor. Luego dirigirá algunas palabras a la asamblea pidiendo también de ellos un compromiso delante del Señor para cuidar a ese niño en el aspecto espiritual. Inmediatamente orará al Señor por ese niño o por esa niña encomendándole al poder de la gracia de Dios. De esta manera el niño o la niña quedará presentado. En resumen, amiga oyente, acepte la sugerencia de su amiga de iglesia y presente a su tierna hija. Al hacerlo no estará bautizándola o algo por el estilo, simplemente estará comunicando a los hermanos de la iglesia que Dios le ha bendecido con esa niña y que Usted desea comprometerse delante del Señor para criar a esa niña en el temor de Dios y pide a la congregación que ore por esa niña y apoye a esa niña en su crecimiento espiritual.

La segunda consulta nos ha sido hecha por un amigo oyente de Quito, Ecuador. Nos pide una explicación de Mateo 5:6

Con mucho gusto amigo oyente. Vamos a leer el texto que se encuentra en Mateo 5:6. Dice así: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” Esta es una de las nueve bienaventuranzas que aparecen en lo que se da por llamar el sermón del Monte. El sermón del monte es el discurso más largo del Señor Jesús que se ha registrado en los evangelios. El sermón del monte no expresa los requisitos que necesita cumplir una persona para ser salva sino que muestra el carácter o el estilo de vida de los que ya son salvos. El sermón del monte es por tanto para Usted y para mí, siendo que nos preciamos de ser salvos. Jesús está hablando de personas bienaventuradas. Una persona bienaventurada es la persona en extremo feliz. Quién es la persona feliz en extremo? Bueno no es la que tiene salud, dinero y amor. Bienaventurada o super feliz es la persona que tiene hambre y sed de justicia. En el mundo espiritual rige una ley que también rige en el campo material. La persona que come más crece más. El crecimiento tiene relación directa con el apetito. Cuando una persona se enferma, normalmente pierde el apetito. Pero cuando la persona está sana, tiene buen apetito. Igual podemos decir en el campo espiritual. Si una persona tiene gran apetito espiritual crecerá bastante espiritualmente. Pero si una persona tiene poco apetito espiritual crecerá poco espiritualmente. Cuando un creyente esconde pecado en su vida, lo primero que sufre las consecuencias de ese pecado escondido es el apetito espiritual de ese creyente. Ese creyente ya no deseará leer y estudiar la Biblia, ya no deseará orar, ya no deseará estar en comunión con otros hermanos en la iglesia. Se transformará en una persona de poco apetito espiritual. En consecuencia, crecerá muy poco espiritualmente. La bienaventuranza que estamos explicando nos habla justamente de esto. Bienaventurados o super felices son los que tienen un gran apetito espiritual. Ellos serán saciados por Dios y como consecuencia serán personas maduras espiritualmente hablando. Un caso así fue Moisés. Usted sabe que Moisés llegó a conocer a Dios de una manera tan íntima y personal como pocos hombres sobre la faz de la tierra. Exodo 33:9 dice: “Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés.” Qué maravilla. Moisés era un hombre con tal comunión con Jehová que Jehová literalmente hablaba con él. Quizá alguien pudiera decir que Moisés llegó a la cumbre, al máximo de la comunión con Dios y que ya no existe nada más que Moisés podría esperar de Dios. Bueno, no fue ese el caso de Moisés. Moisés fue bienaventurado, super feliz, porque tenía hambre y sed de justicia. Moisés quería conocer a Dios más de lo mucho que ya le conocía. Fue así como desde el tabernáculo, Moisés elevó a Dios una oración cargada de significado. Parte de esa oración la tenemos en Éxodo 33:13 donde dice: “Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo.” Qué hambre y sed de justicia que tenía Moisés. No estaba conforme con lo que ya sabía de Dios. Quería conocerle más. Te ruego que me muestres ahora tu camino. Más adelante, en Éxodo 33:18 dice a Jehová: “Te ruego que me muestres tu gloria” Esto es tener hambre y sed de justicia. En consecuencia, Dios sació el apetito espiritual de Moisés. Ponga atención a lo que dice Éxodo 33:19-23 “ Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre y vivirá. Y dijo aun Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña; y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro.” Grandioso. Dios concedió a Moisés tanto como Moisés quiso. Esto es tener hambre y sed de justicia. La promesa es que Dios saciará esa hambre y esa sed por conocerle. Pero no se confunda. Recuerde que es el hombre quien tiene que manifestar esa hambre y esa sed de justicia. Si Usted hoy mismo reconoce que ha perdido el apetito espiritual. Si Usted reconoce que tiene más hambre y sed por las cosas de este mundo que por las cosas espirituales, es necesario que hoy mismo investigue su vida para encontrar qué es lo que ha echado a perder su apetito espiritual. A lo mejor hay algún pecado que solo Usted y Dios lo saben, o a lo mejor hay un pecado descubierto, que todos saben que Usted está cometiendo. El pecado, oculto o abierto echa a perder el apetito espiritual. Confiese hoy mismo su pecado, apártese de ese pecado y decida tener hambre y sed de justicia. En respuesta Dios le mostrará tantas buenas cosas de él que Usted quedará totalmente saciado.

 

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