Desde Cochabamba, Bolivia, nos escribe un amable oyente para hacernos la siguiente consulta: ¿Qué es el bautismo en el Espíritu Santo? ¿Ocurrió esto en el día de Pentecostés?
Gracias por su consulta amable oyente. Para hablar del bautismo en el Espíritu Santo es inevitable hacer referencia al texto bíblico en 1 Corintios 12:12-13. Permítame leer este pasaje bíblico. La Biblia dice: Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo.
1Co 12:13 Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
El apóstol Pablo está hablando del cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Para captar mejor la idea de la Iglesia de Cristo como un cuerpo, Pablo hace una comparación entre el cuerpo humano y el cuerpo de Cristo. Así como el cuerpo humano es uno y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo. Así también el cuerpo de Cristo es uno y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo de Cristo, siendo muchos, son un solo cuerpo. La pregunta que corresponde es por tanto: ¿Cómo llega un creyente a ser miembro del cuerpo de Cristo? La respuesta, según el pasaje bíblico leído, es por medio del bautismo en el Espíritu Santo. El verbo bautizar es la traducción de un verbo griego que literalmente significa sumergir o introducir o meter algo dentro de otra cosa. El texto por tanto dice: Porque por un solo Espíritu, todos los creyentes fuimos bautizados o sumergidos o introducidos en el cuerpo de Cristo que es la Iglesia, sin importar si somos judíos o no judíos, esclavos o libres. A todos los creyentes se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Quien bautiza a los creyentes con el Espíritu Santo es la persona del Señor Jesucristo. Note lo que dijo Juan el Bautista hablando del Señor Jesús según Mateo 3:11 Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.
Cuando Juan el Bautista comenzó a hacer su obra, todavía nadie había sido bautizado en el Espíritu por el Señor Jesús. Era una obra futura. Para que ello ocurra era necesario que el Señor Jesús muera, resucite y seaCuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.
Act 2:2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;
Act 2:3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.
Act 2:4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
ascendido a la gloria de su Padre. Poco antes de ascender a la gloria de su Padre, el Señor Jesús ordenó a sus discípulos que no se vayan de Jerusalén sino que esperen el cumplimento de lo que Él llamó la promesa del Padre, lo cual no es otra cosa sino la venida del Espíritu Santo, por medio de quien los creyentes en el aposento alto fueron bautizados en el Espíritu, o dicho en otras palabras, fueron introducidos en el cuerpo de Cristo que es la iglesia. Permítame leer Hechos 1:4-5 Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.
Act 1:5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.
Esta promesa del Señor Jesús se cumplió pocos días después cuando se celebraba la fiesta judía de Pentecostés. El relato se encuentra en Hechos 2. Solamente voy a leer los primeros cuatro versículos: Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.
Act 2:2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;
Act 2:3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.
Act 2:4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
El Señor Jesús prometió a sus discípulos que dentro de no muchos días, iban a ser bautizados con el Espíritu Santo. En cuestión de días, cuando llegó el día de Pentecostés, ocurrió el evento que acabamos de leer. La deducción lógica es que los creyentes que estaban en el aposento alto fueron bautizados con el Espíritu Santo en el día de Pentecostés, lo cual constituye el comienzo de la Iglesia de Cristo, por cuanto, como ya señalamos antes, el resultado de ser bautizados en el Espíritu Santo es llegar a formar parte del cuerpo de Cristo que es la iglesia. Además de ser bautizados con el Espíritu Santo, los creyentes que estaban en el aposento alto fueron también llenos del Espíritu Santo, lo cual presupone que el Espíritu Santo vino a morar en ellos para siempre.
La segunda consulta del amigo oyente de Cochabamba, Bolivia, dice así: ¿Quiénes exactamente y cuando armaron la Santa Biblia? Es decir, ¿Quiénes dijeron: Este libro entra en la Biblia, este otro no; este va primero, este otro va después? ¿Hay actualmente pruebas tangibles y contundentes de cómo se armó la Biblia?
El tema que a Usted plantea es parte de lo que los teólogos llaman la canonicidad de la Biblia. Esta palabra proviene de la palabra “canon” que viene del vocablo griego kanón y este a su vez procede de la palabra hebrea kahneh que se traduce como caña o vara para medir. La Biblia contiene la lista de libros reconocidos, que han sido medidos por una cierta norma o medida; y por eso ha llegado a ser la medida para otros libros. La base de nuestra aceptación del Nuevo Testamento es lo que llamamos, en lenguaje técnico, su carácter apostólico; por cuanto los libros procedieron bien sea de apóstoles escritores, o por medio de la sanción de los apóstoles. En cuanto al Antiguo Testamento, la razón fundamental es la convicción de que ciertos libros provinieron de hombres que fueron divinamente inspirados para revelar y transmitir la voluntad de Dios, los profetas. Los profetas fueron reconocidos como expositores de la voluntad de Dios, y sus escritos fueron considerados como inmediatamente autoritativos. La mejor ilustración de esto se halla en Jeremías 36 en donde las palabras del profeta fueron reconocidas de inmediato como revestidas de autoridad. Cada libro tuvo esta autoridad en razón de su fuente profética. Luego estos libros gradualmente fueron compilados en un solo volumen. Así, el Antiguo Testamento representa aquellos libros que Israel aceptó, sobre apropiada evidencia, como la norma divina de fe y práctica, debido a que fueron escritos o producidos por hombres proféticos. No fue la decisión de la gente lo que causó canonicidad, sino que la canonicidad suscitó su aceptación por parte de la gente. La autoridad vino de Dios a través de los profetas, y el reconocimiento de parte de la gente fue efecto de la canonicidad. Lo que la gente hizo fue pesar la evidencia, y el resultado fue testimonio antes que fallo o sentencia. De la misma manera, los libros del Nuevo Testamento fueron señalados como de origen apostólico. Esto puede haber sido autoría o sanción, pero no hay duda que la norma primaria de verificación y aceptación fue la creencia de que estos libros provenían de hombres de carácter apostólico, bien sea apóstoles ellos mismos o sus asociados. De modo que el cimiento de la canonicidad no fue meramente la antigüedad, o la verdad, o la utilidad de los libros, sino, por encima y antes que estas características, porque procedieron de instrumentos de la voluntad de Dios calificados en forma única. Bien se ha dicho que la Biblia no es una colección autorizada de libros, sino una colección de libros autorizados. Esta distinción es vital. Es esencial recordar que la cualidad que determina la aceptación de un libro es que posea revelación divina. De modo que la canonización no elevó un libro a la posición de Escritura, sino que reconoció lo que ya era Escritura. La canonización fue una decisión basada en el testimonio y el proceso de incluirlos en el canon fue el reconocimiento de un hecho ya existente. Es verdad, por supuesto que el proceso de canonización por parte de la iglesia entera implica una autoridad acumulativa y añade inmensamente fuerza a la posición, representando el testimonio del cristianismo entero; pero nunca debe olvidarse que la autoridad de cada libro separado estaba en el mismo libro desde el principio.
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