La primera consulta para el programa de hoy dice así: ¿Puedo dar una ofrenda a una persona muy necesitada en lugar de entregarla a la iglesia?
Gracias por su consulta. En el Antiguo Testamento, por ley, los judíos estaban obligados a entregar tres diezmos, esto sin contar con las ofrendas voluntarias. El primer diezmo servía para sustento de los levitas. Note lo que dice Números 18:21: Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de reunión.
El segundo diezmo servía para que el judío lo coma en una celebración festiva junto con su familia en Jerusalén. Eso es lo que dice Deuteronomio 14:22-23. Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que rindiere tu campo cada año. Y comerás delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere para poner allí su nombre, el diezmo de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de tus manadas y de tus ganados, para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos los días.
Pero note el propósito del tercer diezmo. Lo tenemos en Deuteronomio 14:28-29. La Biblia dice: Al fin de cada tres años sacarás todo el diezmo de tus productos de aquel año, y lo guardarás en tus ciudades. Y vendrá el levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y el extranjero, el huérfano y la viuda que hubiere en tus poblaciones, y comerán y serán saciados; para que Jehová tu Dios te bendiga en toda obra que tus manos hicieren.
El propósito de este tercer diezmo, no era para el sustento de los levitas, ni para comerlo en Jerusalén en una celebración festiva, sino exclusivamente para ayudar a los necesitados, ya sea al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda. Es decir que los judíos no debían ser responsables solamente por las necesidades de los levitas para que puedan realizar su servicio en el templo, sino también por las necesidades de personas que sin ser levitas estaban atravesando por alguna situación difícil en el área económica, como los extranjeros, los huérfanos y las viudas. Obviamente, el Nuevo Testamento tiene sus propios principios en cuanto a la ofrenda, pero se mantiene el concepto de que las ofrendas no deben ser sólo para atender las necesidades de las iglesias locales, sino también para atender las necesidades de personas que están atravesando por alguna situación difícil en el área económica. De esto se desprende el consejo que me gustaría compartir con usted. Sin descuidar lo que el Señor ha puesto en su corazón que dé como ofrenda a su iglesia local, acostúmbrese a guardar un fondo adicional con el exclusivo propósito de ayudar económicamente a personas que estén en necesidad. Pida a Dios en oración que le dé discernimiento para saber a quien va a ayudar y en qué medida va a ayudar. En otras palabras, no se trata de dejar de ofrendar a la iglesia local y entregar esa ofrenda a las personas necesitadas, sino ofrendar a la iglesia local y además de eso ayudar a las personas necesitadas. Si se dejara de ofrendar a las iglesias locales, simplemente las iglesias locales tendrían que cerrar sus puertas porque no habría fondos para sustentar a los pastores, para pagar los servicios de agua, luz, teléfono, para el mantenimiento del templo donde se reúne la iglesia, para comprar materiales para hacer la obra de Dios y tantas otras cosas más. No ponga en riesgo la existencia de la iglesia local, ofrende a la iglesia local lo más que pueda y además de eso, ayude a los necesitados y ayude también a los ministerios cristianos que sin ser patrocinados por una iglesia local en particular, sin embargo están haciendo una obra importante para el engrandecimiento del Reino de Dios, como es el caso del ministerio La Biblia Dice… por ejemplo.
La segunda consulta para el programa de hoy, nos llega desde Perú y dice así: ¿Pueden ejercer el pastorado personas que antes de ser creyentes estuvieron casados pero se divorciaron y ya siendo creyentes se volvieron a casar?
Gracias por su consulta. Estoy plenamente consciente de que este es un asunto muy controversial y que por tanto existen diversas opiniones al respecto. Yo no quiero ser dogmático en relación con este asunto y por tanto respeto mucho los que difieren en este asunto. Me limitaré a compartir con usted lo que es mi convicción personal en cuanto a este tema. En primer lugar, el divorcio, por cualquier causa que sea, es condenado por Dios en su palabra. Permítame leer el texto en Malaquías 2:16. La Biblia dice: Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales.
Dios aborrece el repudio, o el divorcio, que es lo mismo. Esto sin embargo no significa que el divorcio no existe, como bien dijo el Señor Jesucristo en Mateo 19:8: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así. De manera que, amiga oyente, quien se divorcia, por la causa que fuere, sin importar si es creyente o no creyente, ha cometido un pecado. En segundo lugar, cuando una persona recibe al Señor Jesucristo como Salvador, queda limpia ante Dios de todo el pecado cometido en su pasado, cualquier pecado que haya sido, inclusive el divorcio. Observe lo que dice 2 Corintios 5:17. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Sobre la base de lo que dice este texto, entonces, una persona que se divorció antes de ser creyente ha sido perdonada de ese pecado y de todos los demás pecados. A los ojos de Dios es una nueva criatura. En tercer lugar, cuando ha existido fornicación en alguno de los miembros de la pareja y se ha hecho todo lo humanamente posible para que este miembro en pecado abandone este pecado de fornicación y no ha existido arrepentimiento, entonces el divorcio es el menor de los males y en este caso, el matrimonio queda disuelto. El divorcio en estas circunstancias mata el matrimonio. Esto se sustenta en lo que dice Mateo 19:9 donde leemos: Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera.
En cuarto lugar, en los casos de divorcio por causa de fornicación, a pesar de todos los esfuerzos para buscar un arrepentimiento del miembro de la pareja que está en pecado de fornicación, el matrimonio se ha terminado y por tanto la parte inocente de la pareja estaría en libertad de casarse de nuevo. Esto se aplica también al caso de un divorcio por cuando la parte incrédula de una pareja no quiere continuar viviendo en matrimonio con la parte creyente. El autor John MacArthur en su libro titulado: La Familia, dice lo siguiente en la página 133 y lo cito textualmente: A través de las Escrituras, cada vez que ocurre el divorcio legítimo, se asume el nuevo matrimonio. Donde el divorcio es permitido, el nuevo matrimonio nunca es prohibido. Así es de maravillosamente consistente la Escritura. El creyente no debe divorciarse nunca, pero si un creyente se divorcia como resultado de un adulterio cuando todos los esfuerzos para restaurar son rechazados, o se divorcia de alguien que no quiere tener nada que ver con Cristo, entonces, y solamente entonces, está él o ella, libre para casarse de nuevo. Hasta aquí la cita de este autor. En quinto lugar, uno de los requisitos para ser obispo, pastor o anciano, todos términos sinónimos, es que debe ser marido de una sola mujer. 1 Timoteo 3:2 dice: Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar;
Si la frase: marido de una sola mujer, se entiende en lo que parece ser su sentido original, de un varón que solamente ha vivido maritalmente con una mujer, entonces un hermano divorciado y vuelto a casar no estaría calificado para ocupar el oficio de obispo, pastor o anciano, porque sería un varón que ha vivido maritalmente con más de una mujer. Pero si la frase: marido de una sola mujer, se entiende en el sentido que el varón debe ser sexualmente puro, con la mujer con quien está casado, sin tener relaciones sexuales con otra mujer que no sea su esposa, entonces un hermano divorciado y vuelto a casar estaría capacitado para ocupar el oficio de obispo, pastor o anciano. Todo depende de cómo la iglesia local entiende la expresión: Marido de una sola mujer. En sexto lugar, lo ideal es que el hermano que tiene el oficio de obispo, pastor o anciano, no tenga nada ni en el presente ni en el pasado, que afecte el normal desempeño de sus funciones. Un divorcio, aun cuando haya ocurrido antes de ser creyente y aun cuando haya sido por causa de fornicación, puede convertirse en un obstáculo para el desempeño satisfactorio de un obispo, pastor o anciano. Por esta causa, algunas iglesias locales no aceptan que un hermano divorciado sea obispo, pastor o anciano.
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