Nos escribe un amable oyente de Colombia para hacernos la siguiente consulta. ¿Puede ser salva una persona que niega la deidad del Señor Jesucristo? ¿Puede un creyente que cree que el Señor Jesucristo es Dios casarse con una persona que niega que el Señor Jesucristo es Dios?

Gracias por su consulta. El pasaje bíblico que se encuentra en 2 Juan 7-11 responde sus consultas. Dice así: Porque muchos engañadores han salido por el mundo,  que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne.  Quien esto hace es el engañador y el anticristo.

2Jo 1:8  Mirad por vosotros mismos,  para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo,  sino que recibáis galardón completo.

2Jo 1:9  Cualquiera que se extravía,  y no persevera en la doctrina de Cristo,  no tiene a Dios;  el que persevera en la doctrina de Cristo,  ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros,  y no trae esta doctrina,  no lo recibáis en casa,  ni le digáis:  ¡Bienvenido!

2Jo 1:11  Porque el que le dice:  ¡Bienvenido!  participa en sus malas obras.

Este pasaje bíblico hace una seria advertencia en contra de tener comunión con personas que tienen falsa doctrina. Juan los llama engañadores. La característica de estos engañadores es que no confiesan o no están de acuerdo con el hecho que el Señor Jesucristo ha venido en carne. Esto presupone la preexistencia del Señor Jesucristo y su encarnación. En otras palabras, tiene que ver con la deidad del Señor Jesucristo y la humanidad del Señor Jesucristo. El Señor Jesucristo es 100% Dios y 100% hombre. Todo aquel que niega esta verdad, es un engañador, quien actúa por el espíritu del anticristo. Juan es drástico cuando dice que si una persona no acepta que el Señor Jesucristo es Dios y hombre a la vez, se ha extraviado y no tiene a Dios. Aquí está la clave. Si alguien no tiene a Dios no es salvo. En cambio quien acepta que el Señor Jesucristo es Dios y hombre a la vez, y lo recibe como Salvador, tiene al Padre y al Hijo y por tanto es salvo. A su primera consulta podemos afirmar con fundamento bíblico que si una persona no acepta que el Señor Jesucristo es Dios y a la vez hombre, no puede ser salvo, porque sencillamente no tiene a Dios como dice el texto. Ahora vamos a la segunda parte de su consulta. Para responderla, ponga atención a la última parte del pasaje que leímos hace poco. Allí dice que sin alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, es decir que no acepta que el Señor Jesucristo es Dios y hombre a la vez, entones a esta persona no se le debe recibir en casa ni se le debe decir ¡Bienvenido! Esto último significa que no se le debe ni saludar. El que le dice ¡Bienvenido! O le saluda, participa en las malas obras del que trae esa falsa doctrina. No puede haber comunión entre uno que tiene una doctrina bíblica y uno que no tiene una doctrina bíblica. Siendo así no es propio que un creyente que acepta que el Señor Jesucristo es Dios y hombre a la vez, se case con una persona que no acepta que el Señor Jesucristo es Dios y hombre a la vez. 2 Corintios 6:14 lo pone en estos términos: No os unáis en yugo desigual con los incrédulos;  porque  ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia?  ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?

Cualquier otro comentario está por demás.

La segunda consulta nos llega por medio del correo electrónico, desde Países Bajos y dice así: ¿Qué pasa con el alma de una persona que aceptó a Cristo como Salvador, pero después se quitó la vida? 

Aprecio mucho su consulta. Si una persona recibe al Señor Jesucristo como su personal Salvador es eternamente salva. Eso es lo que se desprende de textos como Juan 3:36 donde dice: El que cree en el Hijo tiene vida eterna;  pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida,  sino que la ira de Dios está sobre él.

El texto no dice: El que cree en el Hijo tendrá vida eterna, tiempo futuro o el que cree en el Hijo tendrá vida eterna siempre y cuando no cometa ningún pecado mientras viva en este mundo. Nada de esto, el texto simplemente dice que el que cree en el Hijo tiene, tiempo presente, vida eterna. La salvación no depende de cuan santa es la persona mientras vive en este mundo, sino de la decisión que toma la persona en cuanto a confiar o no en la persona y obra del Señor Jesucristo. Esto de ninguna manera puede considerarse como una invitación a pecar por parte de los creyentes, porque la Biblia enseña que los creyentes somos hechos nuevas criaturas, con una nueva mente para conocer a Dios, con un nuevo corazón para amar a Dios y con una nueva voluntad para obedecer a Dios. Cuando alguien reconoce que es pecador, reconoce que existe un castigo por el pecado, reconoce que Dios le ama y que por ese amor envió a su Hijo unigénito a morir en lugar del pecador, y en consecuencia recibe al Señor Jesucristo como Salvador, es eternamente salvo. Entre los muchos beneficios de ser salvo está el poder para vivir un estilo de vida que agrada a Dios. La meta de todo fiel creyente debe ser no pecar jamás, una vez que ha llegado a ser salvo, pero no es sencillo cumplir con esta meta porque muchas veces, a pesar de tener el poder para vivir en santidad, sin embargo cedemos a los impulsos de nuestra propia vieja naturaleza, o a los impulsos del mundo, o a los impulsos del diablo, y caemos en pecado y ofendemos a Dios con nuestro pecado. Por eso es que Dios nos ofrece una salida para arreglar nuestro problema de pecado como creyentes. Es por medio de reconocer y confesar a Dios el pecado. Observe lo que dice 1 Juan 1:9 Si confesamos nuestros pecados,  él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,  y limpiarnos de toda maldad.

Por medio de este recurso, los creyentes podemos levantarnos después de haber caído en pecado y Dios nos perdona nuestro pecado para que no haya obstáculo en nuestra comunión con él. Todo pecado estorba la comunión con Dios. La pregunta que deberíamos hacernos sería por tanto: ¿Es posible que un verdadero creyente pueda cometer el pecado de suicidarse? Pues, a decir verdad, todos los creyentes tenemos todo el potencial para cometer hasta el peor pecado que podamos imaginar. Si no lo hemos cometido ha sido sólo por la gracia de Dios. Siendo así, es perfectamente posible, aunque en absoluto deseable, que un creyente, tal vez en un estado de desequilibrio mental, llegue a cometer suicidio. Si se diera el caso, el espíritu y alma de ese creyente iría al cielo, porque ese creyente llegó a ser salvo el momento que recibió a Cristo como Salvador, mucho antes de cometer el pecado de suicidio. Al decir esto, no estoy alentando el suicidio en los creyentes. Ya he mencionado que el suicidio es un pecado y mal podría alentar a pecar a los creyentes. El suicidio niega las promesas de Dios, niega los propósitos de Dios, niega el poder de Dios. El suicidio no resuelve nada sino complica todo. Ninguna persona, creyente o no creyente, debería considerar al suicidio como una opción para arreglar los problemas de la vida.

Desde Heredia, Costa Rica nos escribe un amigo oyente quien está casado y como buen esposo procura dar seguridad y amor a su esposa, pero ella no está respondiendo adecuadamente y eso está dificultando la relación. Dice que ella no lo reconoce y no le da un lugar como persona. Nos pide un consejo. 

Gracias por su consulta. Le felicito por su interés en amar a su esposa así como Cristo amó a la iglesia. Su amor a su esposa debe ser sacrificial, santificador, sustentador y sin final, porque así es como Cristo ama a la iglesia según Efesios 5. Parece que Usted se está esforzando para amar de esta manera a su esposa. El problema es que aparentemente su esposa no está cumpliendo con lo que Dios demanda de ella, es decir que ella reconozca que Usted es la cabeza y que ella debe someterse a Usted, que ella le respete, y que ella le ame. Mi consejo es que Ustedes dos busquen un tiempo para estar a solas y estudien con detenimiento el pasaje en Efesios 5:21-33 tratando de identificar con la mayor precisión posible cual es la función del esposo en el matrimonio y cuál es la función de la esposa en el matrimonio. Al ir identificando uno a uno la función de cada cual, pregunte a su esposa si ella reconoce que Usted está cumpliendo con eso y de la misma manera, diga de una forma franca y abierta, pero con mucho tino, las cosas que Usted ve que su esposa no está cumpliendo. Si hacen algo como esto bajo la guía del Espíritu Santo y en oración, estoy seguro que podrán corregir los problemas que están afectando su relación matrimonial.

 

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