La primera consulta para el programa de hoy, nos ha sido hecha por una amiga oyente de Quito, Ecuador. Dice así: Debido a algunos problemas personales en mi familia y en mi trabajo, aunque soy creyente, estoy teniendo problemas de insomnio. Algunas amigas mías me han aconsejado que tome algunas pastillas para dormir. ¿Cree Usted que debo hacerlo? ¿Qué me aconseja?

Gracias por su consulta amable oyente. Yo no le aconsejaría tomar pastillas para dormir. Mírelo así: Cuando un amigo mío quiere dar a entender lo bien que durmió la noche anterior dice que durmió como un angelito. Pero para otros, el conciliar el sueño puede llegar a ser una verdadera odisea. Las razones pueden ser múltiples, los problemas en el hogar, los problemas en el trabajo, los problemas en el país, los problemas de salud, los problemas con los vecinos… Bueno, hasta el gallo que canta a media noche puede disparar una crisis de insomnio. Hablando del asunto de dormir y del insomnio, encontramos en la Biblia textos como Salmo 4:8 donde dice:“En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.”Al leer cosas como estas, nos encogemos de hombros y decimos: Bueno, bien por David, el autor del salmo 4, seguramente él no tuvo los conflictos que tengo yo. Como rey, seguramente no tuvo problemas en su hogar, no tuvo problemas económicos, no tuvo problemas con sus hijos, no tuvo problemas de salud, no tuvo problemas con sus enemigos. Pero no hay tal. Puede ser que sus problemas sean niñerías en comparación de los problemas que tenía David. David tenía problemas consigo mismo, tratando de dominar los deseos de su carne. Tenía problemas con varios de sus hijos. Entre ellos había peleas, celos, violación y hasta asesinato. Uno de ellos, probablemente el que más causó dolor a David, fue Absalón, quien dio un golpe de estado contra su propio padre. A todo esto se añadía la constante amenaza de los enemigos de afuera, quienes estarían muy complacidos con ver acabado a David. Pero a pesar de todo esto, David dormía como un angelito. ¿Será que tenía a su disposición las mejores pastillas para dormir de su tiempo? Pues, David tenía algo mejor que eso. Lo vemos allí al inicio del salmo 4, versículo 1 donde dice: “Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; Ten misericordia de mí, y oye mi oración.”Aquí está la clave para la tranquilidad de David. Estas fueron sus pastillas para dormir. David había desarrollado una habilidad para poner sobre Jehová su carga. Como consecuencia de ello podía experimentar paz en medio de las tormentas de su vida. En otro de sus salmos dijo lo siguiente: “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo.” Si la embarcación de su vida está atravesando por fuertes tormentas, no permita que éstas le quiten el sueño. No se rompa la cabeza buscando la solución en su propia fuerza. No se pase la noche dando vueltas en la cama. Lo único que logrará es gastar las sábanas. Haga como David, quien no descansó en el mejor colchón del reino ni en las mejores pastillas para dormir del imperio, sino en la poderosa persona de Dios: “Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.” El mejor antídoto para el insomnio es la oración cargada de confianza en la persona de Dios. Que esta noche disfrute de felices sueños.

La segunda consulta en nuestro programa de hoy, nos ha sido hecha por un amigo oyente de Quito, Ecuador. Dice así: Es en relación con el Padre Nuestro. ¿Debemos los creyentes recitar esta oración constantemente? Si no, ¿para qué fue dado?

El Padre Nuestro o la Oración del Señor, son frases con las cuales se identifica al pasaje bíblico que se encuentra en Mateo 6:9-13, donde leemos: “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.” De entrada, debemos decir que esta no es la oración del Señor, en el sentido que el Señor Jesucristo oraba así a su Padre. Esto sabemos porque el Señor Jesucristo jamás oraría a su Padre diciendo: Perdóname mis deudas. El pasaje paralelo en Lucas 11:4 dice: “Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben.” Jesucristo jamás pecó y mal podría entonces pedir perdón por haber pecado. Por otro lado, esta oración no ha sido dada para ser repetida o recitada de memoria, sin pensar en lo que se está diciendo. Esto lo sabemos porque el mismo Señor Jesucristo advirtió en contra de repetir oraciones de memoria. Mateo 6:7 dice: “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.” Entonces es muy válida su inquietud amigo oyente. ¿Para qué fue dada esta oración? Pues fue dada como modelo de oración. Como para hacer análisis de ella, para buscar los elementos que tiene, de modo que podamos incluir los mismos elementos, con nuestras propias palabras, en nuestras oraciones. Siendo así, veamos cuáles son esos elementos. Primero, la oración está dirigida al Padre: Padre nuestro que estás en los cielos. Nuestras oraciones también deben estar dirigidas al Padre. Si investigamos más sobre esto, encontraremos que la oración debe ser también hecha en el nombre de Cristo y en el poder del Espíritu Santo. Segundo. La oración debe incluir adoración al Padre: Santificado sea tu nombre. Santificar significa poner aparte. Dios el Padre está aparte de todo lo común, todo lo ordinario, todo lo imperfecto, todo lo pecaminoso. Dios es santo puro y perfecto. Eso debemos tener en cuenta cuando oramos. Tercero, la oración debe incluir peticiones al Padre por su obra, o sus planes en este mundo: Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Antes de pedir por nuestras necesidades debemos pedir por lo que Dios va a hacer en este mundo. Cuarto, la oración debe incluir pedidos por necesidades personales: El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. El creyente debe manifestar dependencia a su Padre celestial. Los pedidos deben ser para satisfacer las necesidades del día. Cada día debemos doblar nuestras rodillas ante el Señor parra pedir su provisión. Quinto, la oración debe incluir petición de perdón al Padre celestial: Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. La Biblia dice que todos ofendemos a Dios y a nuestro prójimo muchas veces y de diversas maneras. En la oración a Dios debemos traer a la memoria las faltas cometidas para confesarlas a Dios y pedir el respectivo perdón. Esta parte de la oración demanda que primeramente hayamos perdonado a los que nos ofenden. Por último, en sexto lugar, la oración debe incluir pedidos de protección a Dios: No nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Expresa un deseo profundo de vivir siempre en santidad delante de Dios. Para constatar estos elementos nos ha sido dada lo que se llama el Padre Nuestro.

La tercera consulta para le programa de hoy nos hace una amable oyente de Quito, Ecuador. Dice así: Según los Adventistas del Séptimo día, el macho cabrío de Levítico 16 representa al Diablo, quien, según ellos, será eventualmente castigado por todo el pecado que ha introducido en el mundo. ¿Es esto así?

No, amigo oyente, no es así. Después que el sumo sacerdote tomaba dos machos cabríos y los presentaba a Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión, echaba suertes sobre los dos machos cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel. Esta palabra significa “el macho cabrío de escape”. Luego, el sumo sacerdote hacía traer el macho cabrío sobre el cual cayó la suerte de Jehová y lo ofrecía en expiación. Pero el macho cabrío sobre el cual caía la suerte por Azazel, lo presentaba vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto. Después, el sumo sacerdote hacia traer ante sí al macho cabrío vivo y ponía sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesaba sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel y lo enviaba al desierto por mano de un hombre destinado para esto. Aquel macho cabrío llevaba sobre sí todas las iniquidades del pueblo a tierra inhabitada. En esa tierra, este macho cabrío prácticamente se perdía. Estos dos machos cabríos representan o son símbolos de dos aspectos de la obra de Cristo. El macho cabrío que era ofrecido en expiación representaba a Cristo muriendo en lugar del pecador. El otro macho cabrío, Azazel, o macho cabrío de escape, representaba a Cristo quitando el pecado del creyente de la presencia de Dios. Esta ceremonia se celebraba cada año, hasta que vino Cristo y se ofreció a sí mismo por el pecado del hombre, cumpliendo la simbología de esta ceremonia. De modo que el macho cabrío sobre el cual el sumo sacerdote imponía sus manos y confesaba el pecado del pueblo, y que luego era llevado al desierto, no representa a Satanás sino a Cristo quitando el pecado de la presencia de Dios.

 

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