La primera consulta de hoy nos ha sido hecha por uno de nuestros amables oyentes de Quito, Ecuador. Dice así: ¿Por qué no se pierde la salvación?
La salvación no se pierde amable oyente, porque eso es lo que enseña la palabra de Dios hasta donde yo puedo entender, sin desconocer, por supuesto, que algunos queridos hermanos están persuadidos de lo contrario. Permítame por tanto mencionar algunos pasajes bíblicos acerca de esto, con su respectiva explicación. El primero, se encuentra en Juan 5:24 donde dice: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” Estas son las palabras de Cristo Jesús. En ellas nos muestra lo que Dios hace en respuesta a la fe de un pecador convicto por su pecado. Oír la palabra de Cristo significa entender el mensaje del evangelio. Entender que el hombre es pecador. Entender que como pecador el hombre está separado de Dios. Entender que la paga del pecado es muerte. Entender que Cristo Jesús murió por el pecador o en lugar del pecador. Entender que la salvación es un regalo de Dios al pecador que cree. Entender que para ser salvo, lo único que se hace falta es recibir a Cristo como Salvador. Cuando el hombre entiende esto, necesita dar el siguiente paso. Tiene que creer a Dios. Esto significa hacer uso de su voluntad para actuar conforme a lo que Dios dice en su palabra. El hombre necesita simplemente recibir el regalo de la salvación de Dios en Cristo. Cuando esto sucede, Dios hace su parte. Dios otorga vida eterna al pecador que ha recibido a Cristo como Salvador. Para que esto pueda ser así, Dios habrá tenido que perdonar los pecados pasados, presentes y futuros del pecador arrepentido. El versículo leído dice por tanto: Y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. Ponga atención a lo que dice el apóstol Pablo sobre esto, en Romanos 8:1 “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” Cuando una persona está en Cristo, por haber recibido a Cristo como Salvador, puede estar totalmente segura de que tiene vida eterna y de que no hay ninguna condenación para él. Consideremos ahora otro pasaje bíblico que nos habla sobre la seguridad de la salvación. Se encuentra en 1 Corintios 1:8-9 donde dice: “el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Seño Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor.” El versículo 8 está hablando de Jesucristo. El apóstol Pablo dice que Jesucristo confirmará a los creyentes corintios, y a todos los creyentes en general, hasta el fin, de modo que los creyentes en general sean irreprensibles, es decir sin que tengan nada por lo cual ser condenados, en el día de nuestro Señor Jesucristo. ¿Quién garantiza esto? El texto dice que es Dios, quien es fiel, quien nos llamó a la comunión con su Hijo, el Señor Jesucristo. De modo que un creyente no debe vivir en temor en cuanto a su salvación. Jesucristo garantiza que los creyentes seremos confirmados hasta el fin. Otro texto que enseña sobre la seguridad de Salvación se encuentra en Efesios 1:13 donde dice: “El él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa” Los creyentes somos sellados con el Espíritu Santo el mismo instante que recibimos a Cristo como Salvador. Este sello, entre otras cosas nos da seguridad de salvación. Eso es lo que dice Efesios 4:30 donde leemos: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.” El creyente es sellado con el Espíritu Santo el momento que recibió a Cristo como Salvador. Este sello es garantía absoluta de que ese creyente es eternamente redimido. Otro texto que habla de la seguridad de salvación es Hebreos 7:25 donde dice: “por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.” Este texto está hablando de Cristo, específicamente de su excelente sacerdocio. Los que por medio de Cristo nos acercamos a Dios tenemos la absoluta garantía de que somos salvos perpetuamente. Cristo vive por la eternidad. Su existencia eterna es garantía de vida eterna para aquellos por quienes él intercede, es decir para nosotros los creyentes. Por último, y con esto no quiero decir que ya no haya más pasajes bíblicos que enseñen la seguridad de salvación, cuando digo último, me refiero al último que yo voy a citar respondiendo su consulta, quisiera considerar el pasaje bíblico que se encuentra en 1 Pedro 1:3-5 donde dice: “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” Los creyentes somos guardados por el poder de Dios mediante la fe. No debe existir por tanto duda alguna en cuanto a la seguridad de nuestra salvación.
Un gran obstáculo que ven muchos creyentes y por el cual no pueden aceptar que no es posible perder la salvación, es que piensan que la seguridad de salvación podría incentivar que los creyentes cometan todo tipo de pecado, al amparo de que como ya son salvos, jamás van a perder su salvación. ¿Qué puedes decir sobre esto?
Mucho se puede decir. La misma preocupación deben haber tenido los creyentes en Roma a quienes escribió el apóstol Pablo. Allí, en la epístola a los Romanos capítulo 5, Pablo enseñó que siendo justificados o declarados justos por Dios, por la fe, tienen paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Esto significa que son salvos por la eternidad y que no es posible perder esa salvación. Fue allí justamente cuando Pablo anticipó que algunos iban a cuestionar esta enseñanza diciendo: Pablo, ¿No te das cuenta que estás incitando a los creyentes a pecar? Claro, cuando dices que la salvación no se pierde, entonces los creyentes pueden cometer cualquier tipo de pecado y seguir siendo salvos. Pablo dio atención a esta cuestión en Romanos 6:15 donde dice: “¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia?” Es lo mismo que podría preguntarse a sí mismo un creyente hoy en día: Sabiendo que soy salvo y sabiendo que la salvación no se puede perder, entonces ¿Me dedicaré a pecar todo lo que quiera? La respuesta de Pablo es la misma respuesta para ese creyente. Al final de Romanos 6:15 dice: “En ninguna manera” La razón para esto se halla a continuación, permítame citar solo una parte. Romanos 6:16-18 donde dice: “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de obediencia para justicia? Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.” Según lo que dice este pasaje bíblico, los creyentes han sido libertados del pecado. El pecado ha dejado de ser ese severo amo que exigía que se le obedezca en todas sus demandas. En esas condiciones, los creyentes han llegado a ser siervos de la justicia. Esto significa que su nuevo amo es la justicia, lo bueno, lo puro, lo justo, lo santo. Con todo esto en mente entonces, si un creyente razona y dice: Como ya soy salvo, voy a cometer todo el pecado que quiera, porque nunca voy a perder mi salvación, lo único que estará demostrando es que no es en realidad creyente, por cuanto sigue siendo esclavo del pecado. Un verdadero creyente en cambio dirá: Soy salvo, nunca voy a perder mi salvación. Ya no soy esclavo del pecado. Por tanto no voy a ceder a la tentación a pecar. Cristo Jesús pagó con su muerte por todo mi pecado. Fue terrible lo que él tuvo que pagar para poder perdonarme. No quiero hace las cosas que causaron tanto dolor y aflicción a mi salvador. Le amo tanto que no quiero hacer lo que a él le ofende. Así es como piensa y actúa el verdadero creyente. Cuando el Señor Jesucristo estuvo en la tierra en forma humana dijo algo muy interesante acerca de los falsos profetas. Mateo 7:15-20 dice: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis.” Lo mismo podríamos decir de los falsos creyentes. Se los conoce por sus frutos. Si alguien dice ser creyente, pero vive esclavizado al pecado, está dando el fruto malo que delata que el árbol es malo. Un verdadero creyente, en cambio, procurará hacer buenas obras, las cuales son el fruto que delata que el árbol es bueno. En conclusión entonces, un verdadero creyente jamás va a abusar de la gracia y de la seguridad de salvación para cometer todo el pecado que quiera, porque ya no es más esclavo de pecado sino esclavo de justicia.
0 comentarios