La primera consulta para el programa de hoy dice así: ¿Por qué los Evangélicos dicen que alma es inmortal? ¿En qué parte de la Biblia dice eso? Porque la Biblia dice que el alma que pecare, ella misma morirá.

Primeramente, es necesario tener al menos una ligera noción de lo que es el alma. Se dice que el alma es la esencia misma del ser.

El alma está compuesta de tres elementos, la conciencia, el intelecto y la voluntad.

La conciencia es el asiento de nuestra vida emocional. Sentimientos como el amor, el dolor, el gozo, la ira, tienen lugar en nuestra vida emocional. Toda decisión que tomamos en la vida, sin importar lo que sea, es influenciada en mayor o menor grado por nuestra conciencia.

Luego tenemos el intelecto. Esto es el asiento de nuestra mente. Todo el conocimiento que poseemos, es decir la educación que recibimos en la escuela o el colegio o la universidad se inscribe dentro del campo del intelecto.

Pero también tenemos la voluntad. Tenemos el poder para decidir por nosotros mismos. Todo esto forma parte del alma.

La gran pregunta es: ¿Qué pasa con el alma cuando una persona muere? ¿Será que el alma muere? ¿Será que el alma es inmortal? Bueno, la Biblia muestra que el alma de la persona es inmortal, no importa si esa persona es creyente o incrédula.

Permítame demostrarlo de la siguiente manera: Deuteronomio 34:5-6 dice: «Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Betpeor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy.»

Después de una vida cargada de años y de muchos logros, Moisés finalmente murió. Si el alma muriera también, o si el alma entrara a un estado de inconsciencia o de sueño, entonces sería de esperarse que no sepamos nada más de Moisés al menos hasta su resurrección.

Pero note lo que sucedió según el pasaje que se encuentra en Mateo 17:3 «Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.»

El contexto de este pasaje bíblico es la transfiguración de Jesús. Allí tenemos a Jesús con su rostro resplandeciente como el sol, y sus vestidos blancos como la luz. Es decir rodeado de la gloria de Dios, la nube de gloria que la tradición judía la conoce como la Shekina. Pero junto a Él aparecieron Moisés y Elías, a pesar que Moisés había muerto hace miles de años. Esto es una prueba de que Moisés seguía existiendo después de haber muerto físicamente. Su cuerpo estaba descompuesto en algún lugar que ningún ser humano sabe, pero su alma estaba consciente y activa.

Por esto sostenemos que el alma del hombre es inmortal, no importa si el hombre es creyente o incrédulo. El alma sigue existiendo después de la muerte física. En el caso del creyente, el alma sigue existiendo en el cielo y en el caso del incrédulo el alma sigue existiendo en un lugar de tormento en fuego.

Parece que Ud. ha llegado a la conclusión que el alma del hombre muere por lo que Ezequiel 18:4 dice: «He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá.»

Lo que este versículo está diciendo es que Dios no hace favoritismo a la hora de juzgar el pecado del hombre. Cada ser humano es responsable ante Dios por su propio pecado. La muerte de la cual habla este texto es una muerte física, que en muchos casos conduce a una muerte eterna. Cuando en este versículo se está hablando de alma, se está haciendo referencia a una persona, compuesta de espíritu, alma y cuerpo.

Pero no nos confundamos, pensando que la muerte es equivalente a extinción, a dejar de ser, a terminar con todo. No, la muerte significa separación. Cuando una persona muere físicamente, la parte material de esa persona, digamos su cuerpo, se separa de la parte inmaterial de esa persona, digamos su alma y espíritu. Si esa persona jamás recibió el perdón de sus pecados al recibir a Cristo como su Salvador, esa persona estaba muerta espiritualmente mientras vivía en este mundo, y si en esas condiciones le sobrevino la muerte física, esa persona muerta espiritualmente pasa a lo que se conoce como la muerte eterna, lo cual significa a una eterna separación de Dios en un lugar de tormento en fuego.

Como podrá ver, la muerte de ninguna manera significa cesación del ser, o del alma o del espíritu, sino separación. Algo digno de notarse y con lo cual yo quiero terminar, es que mientras la persona está viva en este mundo, con su alma muerta espiritualmente hablando, porque está separada de Dios a causa del pecado, existe oportunidad para que esa alma comience a tener vida, es decir una relación personal con Dios.

Mientras haya vida en este mundo hay esperanza para dejar de estar muertos espiritualmente hablando y pasar a estar vivos no solo físicamente sino también espiritualmente. La única forma de lograrlo es por medio de recibir a Cristo como Salvador, por cuanto Cristo mismo dijo que él había venido a este mundo para darnos vida y vida en abundancia.

La segunda consulta para el programa de hoy dice así: ¿A DÓNDE VAN LAS ALMAS DE LOS INCRÉDULOS INMEDIATAMENTE DESPUÉS DE SU MUERTE?

La palabra de Dios nos ha dejado una historia real que responde justamente su consulta. Es la historia del rico y Lázaro que fue relatada por Jesús y se encuentra en Lucas 16: 19-31 que dice: «Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no venga ellos también a este lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.»

Dejemos a propósito a un lado a Lázaro, porque por ahora nos interesa lo que sucedió con el rico, quien dedicó su vida a acumular riqueza y descuidó totalmente su estado espiritual. En algún momento murió y fue sepultado. El sepulcro fue el lugar donde se puso su cuerpo.

Pero ¿qué pasó con su alma? El texto leído dice que fue a un lugar que la Biblia llama Hades, que básicamente significa el mundo invisible. Pero en este lugar, el rico no estaba inconsciente, o dormido, sino plenamente consciente, plenamente despierto. Por eso dice el texto leído que se dio cuenta que estaba en tormentos.

En estas condiciones, alzó sus ojos y el tormento se hizo más grande cuando vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro en su seno. Ahora el rico sabía lo que se había perdido por no arreglar sus cuentas con Dios mientras estuvo en vida. Al mirar su precaria situación, se puso a gritar a todo pulmón: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.

Note que el Hades, el lugar donde van las almas de los incrédulos inmediatamente después de morir es un lugar de tormento en fuego. Nuevamente se ve que es un lugar donde sus ocupantes están plenamente conscientes no sólo de su propia situación sino de la situación que están aquellos que recibieron el perdón de pecados por parte de Dios.

En su respuesta Abraham se limitó a explicar que fue la propia decisión del rico lo que le condujo al lugar donde se encontraba ahora. Claro, el rico vivió para la riqueza y no tuvo tiempo para pensar en que estaba perdido espiritualmente hablando. Además Abraham informó al rico que no hay manera de que alguien pueda salir de ese lugar de tormento llamado Hades.

Y finalmente Abraham explicó al rico que no existe manera de que un muerto pueda comunicarse con el mundo de los vivos. Ojo con los espiritistas. Cuando un espiritista dice que puede hacer oír la voz de alguien que ha muerto, está mintiendo. Se oirán voces, me imagino, pero no serán voces de muertos sino voces de demonios que están listos para engañar a los que practican el espiritismo.

En resumen, cuando un incrédulo muere, su cuerpo va al sepulcro pero su alma va a un lugar de tormento, llamado Hades. Allí permanecerá hasta el Juicio del gran trono blanco, cuando será lanzado al lago de fuego o infierno.

 

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