Desde Buenos Aires, Argentina, nos escribe un amigo oyente y nos dice lo siguiente: Los saludo en el precioso nombre de nuestro Señor Jesucristo. Me siento bendecido por haber tenido esta oportunidad de conocerlos primeramente por radio y luego por Internet. Fue de gran bendición la segunda epístola a los Corintios y ahora la carta a los Efesios, como también el consultorio bíblico. Siempre los tengo en oración para que a través de la presencia de nuestro Señor y el poder del Espíritu Santo que mora en nosotros, continúen en esta magnifica obra que nos lleva a la vida eterna. Les digo que junto a mi familia somos miembros de la Iglesia de Cristo de Caballito de la ciudad de Buenos Aires por casi trece años. Mi consulta es la siguiente: ¿Por qué los Católicos “rezan” por los muertos? Bueno, muchas gracias por todo, y bendiciones.
Gracias por sus comentarios sobre nuestro ministerio tanto en la radio como en Internet. Rezar por los muertos es una práctica de la iglesia católica romana que se sustenta en la doctrina católico romana del purgatorio y en un escrito tomado del libro apócrifo conocido como el segundo libro de Macabeos. El catolicismo romano enseña que aunque la muerte de Cristo hizo posible que los pecados fuesen perdonados, el pecador perdonado debe sufrir algún dolor o tormento de intensidad y duración desconocidas a fin de ser purificado y, por consiguiente ser apto para el cielo. Mientras el catolicismo romano dice que es teóricamente posible ser limpiado mediante los sufrimientos de esta vida y la muerte personal, ninguno, ni siquiera el papa mismo, puede saber tal cosa ha ocurrido. En consecuencia, todos los católicos esperan pasar algún tiempo de duración desconocida en un lugar de purificación en fuego llamado purgatorio. Pero esta doctrina de la iglesia católico romana se opone a la enseñanza bíblica de que cuando un pecador recibe a Cristo como Salvador todo su pecado es perdonado y por tanto no hay razón alguna para que reciba ningún tipo de condenación. Romanos 8:1 dice: Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Los que hemos confiado en Cristo como Salvador, tenemos la seguridad que todo nuestro pecado ha sido perdonado por medio del sacrificio de Cristo en la cruz, de modo que no nos espera ninguna condenación. Ponga atención a lo que dice 1 Juan 1:7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
El sacrificio de Cristo en la cruz es más que suficiente para limpiarnos de todo pecado, no sólo de una parte, como para tener que nosotros limpiarnos o purificarnos del resto en el fuego del purgatorio. La doctrina católico romana del purgatorio niega la suficiencia de la obra de Cristo en la cruz. Pero ¿De qué manera se relaciona la doctrina católico romana del purgatorio con los rezos por los muertos? Pues, otra enseñanza de la iglesia católico romana es que los que están vivos pueden actuar a favor de los que han muerto para que sean purificados más pronto en el purgatorio. Una publicación de la iglesia católico romana con respecto a los fieles difuntos dice lo siguiente y la leo textualmente: La tradición de rezar por los muertos se remonta a los primeros tiempos del catolicismo romano, en donde ya se honraba su recuerdo y se ofrecían oraciones y sacrificios por ellos. Cuando una persona muere, ya no es capaz de hacer nada para ganar el cielo; sin embargo, los vivos sí podemos ofrecer nuestras obras para que el difunto alcance la salvación. Con las buenas obras y la oración se puede ayudar a los seres queridos a conseguir el perdón y la purificación de sus pecados para poder participar de la gloria de Dios. A estas oraciones se les llama sufragios. El mejor sufragio es ofrecer la Santa Misa por los difuntos. Debido a las numerosas actividades de la vida diaria, las personas muchas veces no tienen tiempo ni de atender a los que viven con ellos, y es muy fácil que se olviden de lo provechoso que puede ser la oración por los fieles difuntos. Debido a esto, la Iglesia ha querido instituir un día, el 2 de noviembre, que se dedique especialmente a la oración por aquellas almas que han dejado la tierra y aún no llegan al cielo. La Iglesia recomienda la oración en favor de los difuntos y también las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia para ayudarlos a hacer más corto el periodo de purificación y puedan llegar a ver a Dios. «No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos». Nuestra oración por los muertos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión a nuestro favor. Los que ya están en el cielo interceden por los que están en la tierra para que tengan la gracia de ser fieles a Dios y alcanzar la vida eterna. Hasta aquí lo que dice este escrito de la iglesia católico romana. De modo que, amable oyente, los rezos, las misas, las limosnas y todo lo que los católico romanos hacen a favor de los muertos es para ayudarlos a hacer más corto el periodo de purificación de modo que puedan llegar a ver a Dios. La errada doctrina católico romana del purgatorio conduce a otra errada doctrina, el rezar, hacer misas y tantas otras cosas más, por los muertos. Si usted examina la Biblia para encontrar algún apoyo para esta doctrina del catolicismo romano, no va a encontrar nada, por cuanto la Biblia enseña que el sacrificio de Cristo en la cruz es más que suficiente para que un creyente sea purificado de todo su pecado, no de una sola parte. Por este motivo, el catolicismo romano tiene que echar mano de un escrito en el segundo libro de Macabeos, un libro apócrifo del Antiguo Testamento. Sucede que algunos soldados judíos habían caído muertos por haber tomado tesoros dedicados a un ídolo pagano. Cuando un príncipe judío llamado Judas descubrió la razón por la cual habían muerto estos soldados, llamó a sus hombres a hacer oración para que Dios perdone este pecado de los soldados que ya habían muerto. Después hizo lo que voy a leer en el segundo libro de Macabeos capítulo 12 versículos 43-45. Dice así: Después recogió unas dos mil monedas de plata y las envió a Jerusalén, para que se ofreciera un sacrificio por el pecado. Hizo una acción noble y justa, con miras a la resurrección. Si él no hubiera creído en la resurrección de los soldados muertos, hubiera sido innecesario e inútil orar por ellos. Pero, como tenía en cuenta que a los que morían piadosamente los aguardaba una gran recompensa, su intención era santa y piadosa. Por esto hizo ofrecer ese sacrificio por los muertos, para que Dios les perdonara su pecado. Hasta aquí lo que dice este texto. Pero no olvidemos que el segundo libro de Macabeos no es un libro inspirado por Dios y por tanto no tiene ninguna autoridad divina. Es un libro apócrifo. Tanto es así que contradice mucha evidencia bíblica según la cual, cuando una persona muere, se acaba su oportunidad para reconocer su pecado y buscar perdón de Dios en Cristo. Una vez que un pecador muere sin haber sido perdonado de pecados, no le espera un purgatorio donde tiene que purgar sus pecados con la ayuda de rezos y misas de los que todavía están en vida en este mundo. No. Observe lo que dice la Biblia en Hebreos 10: 27-28 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,
Heb 9:28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.
Dios ha establecido que los hombres sin Cristo mueran una sola vez, y después de esto, el juicio, no purgatorio, no una segunda oportunidad. No tiene sentido por tanto que se haga rezos, misas y tantas otras cosas más a favor de los que han muerto. Mientras vive la persona tiene que reconocer su pecado, tiene que reconocer que está en peligro de recibir condenación eterna a causa de su pecado, tiene que reconocer que Dios ama a pecador y por eso envió a su Hijo, el Señor Jesucristo para que tome el lugar del pecador y reciba el castigo que el pecador merece para que el pecador que cree en él y le recibe como Salvador sea eternamente perdonado. Mientras vive la persona tiene que reconocer estas cosas y de una manera voluntaria tiene que recibir a Cristo como Salvador. Si lo hace su alma y espíritu irán al cielo cuando muera. Si no lo hace, su alma y espíritu irá a un lugar de tormento cuando muera.
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