Desde el Estado Apure, Venezuela nos escribe un amigo oyente para hacernos la siguiente consulta: En mi lectura diaria de la palabra de Dios, a la noche, he notado que en el libro de Mateo se repite el milagro de la alimentación a una multitud, en Mateo 14:14-21 y Mateo 15:32-35. ¿Por qué la repetición? ¿Por qué la segunda vez que se realizó el milagro de la alimentación a la multitud no lo hicieron los discípulos, imitando a su maestro Jesús?

Gracias por su consulta amable oyente. Efectivamente, en las dos citas mencionadas por Ud. en su consulta, encontramos sendos relatos de un milagro realizado por el Señor Jesús, mediante el cual, alimentó a una gran multitud, partiendo de unos cuántos panes y peces. Pero no nos confundamos como los que piensan que la Biblia contiene errores y contradicciones. No se trata de dos relatos de un mismo milagro, sino de dos relatos de dos milagros. Tratemos de identificar algunas diferencias. Para ello, leamos el texto en Mateo 14:13-21. La Biblia dice: Oyéndolo Jesús,  se apartó de allí en una barca a un lugar desierto y apartado;  y cuando la gente lo oyó,  le siguió a pie desde las ciudades.  Y saliendo Jesús,  vio una gran multitud,  y tuvo compasión de ellos,  y sanó a los que de ellos estaban enfermos.  Cuando anochecía,  se acercaron a él sus discípulos,  diciendo:  El lugar es desierto,  y la hora ya pasada;  despide a la multitud,  para que vayan por las aldeas y compren de comer.  Jesús les dijo:  No tienen necesidad de irse;  dadles vosotros de comer.  Y ellos dijeron:  No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces.  El les dijo:  Traédmelos acá.  Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba;  y tomando los cinco panes y los dos peces,  y levantando los ojos al cielo,  bendijo,  y partió y dio los panes a los discípulos,  y los discípulos a la multitud.  Y comieron todos,  y se saciaron;  y recogieron lo que sobró de los pedazos,  doce cestas llenas.  Y los que comieron fueron como cinco mil hombres,  sin contar las mujeres y los niños.

Trate de retener los detalles en su mente. Ahora permítame leer el relato del otro milagro. Se encuentra en Mateo 15:29-38. Pasó Jesús de allí y vino junto al mar de Galilea;  y subiendo al monte,  se sentó allí.  Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos,  ciegos,  mudos,  mancos,  y otros muchos enfermos;  y los pusieron a los pies de Jesús,  y los sanó;  de manera que la multitud se maravillaba,  viendo a los mudos hablar,  a los mancos sanados,  a los cojos andar,  y a los ciegos ver;  y glorificaban al Dios de Israel.  Y Jesús,  llamando a sus discípulos,  dijo:  Tengo compasión de la gente,  porque ya hace tres días que están conmigo,  y no tienen qué comer;  y enviarlos en ayunas no quiero,  no sea que desmayen en el camino.  Entonces sus discípulos le dijeron:  ¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto,  para saciar a una multitud tan grande?  Jesús les dijo:  ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron:  Siete,  y unos pocos pececillos.  Y mandó a la multitud que se recostase en tierra.  Y tomando los siete panes y los peces,  dio gracias,  los partió y dio a sus discípulos,  y los discípulos a la multitud.  Y comieron todos,  y se saciaron;  y recogieron lo que sobró de los pedazos,  siete canastas llenas.  Y eran los que habían comido,  cuatro mil hombres,  sin contar las mujeres y los niños.

Los dos milagros tienen sus similitudes, pero también sus diferencias. El lugar donde acontecieron los milagros debe ser diferente, porque en el primer caso, la gente se sentó sobre la hierba, mientras que en el segundo caso, la gente se recostó sobre la tierra. De lo que se partió para realizar el milagro también es diferente. En el primer caso, se partió de cinco panes y dos peces, mientras que en el segundo caso, se partió de siete panes y unos pocos pececillos, sin indicar cuántos. La cantidad de gente que comió hasta saciarse también es diferente. En el primer caso, fueron como cinco mil hombres sin contar mujeres y niños, mientras que en el segundo caso fueron cuatro mil hombres sin contar mujeres y niños. Finalmente, lo que sobró después de que todos comieron hasta saciarse también fue diferente. En el primer caso, se recogieron doce cestas llenas, mientras que en el segundo caso se recogieron siete canastas llenas. De al menos estas diferencias, queda claro que se trata de dos milagros diferentes. Inclusive el mismo Señor Jesús ratificó que son dos milagros distintos cuando en Mateo 16: 5-12 dijo lo siguiente: Llegando sus discípulos al otro lado,  se habían olvidado de traer pan.  Y Jesús les dijo:  Mirad,  guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos.  Ellos pensaban dentro de sí,  diciendo:  Esto dice porque no trajimos pan.  Y entendiéndolo Jesús,  les dijo:  ¿Por qué pensáis dentro de vosotros,  hombres de poca fe,  que no tenéis pan?  ¿No entendéis aún,  ni os acordáis de los cinco panes entre cinco mil hombres,  y cuántas cestas recogisteis?  ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil,  y cuántas canastas recogisteis?  ¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos?  Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan,  sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.

El Señor Jesús exhortó a sus discípulos a cuidarse de la levadura de los fariseos y de los saduceos. Los discípulos estaban pensando que el Señor Jesús estaba hablando de la falta de pan. Reprendiéndolos, el Señor Jesús les dijo que mal podría estar hablando de la falta de pan, si hace poco él mismo había alimentado a cinco mil hombres partiendo de cinco panes y había alimentado a cuatro mil hombres partiendo de siete panes, y en ambos casos había tanto pan que sobró mucho. Esto hizo comprender a los discípulos que el Señor Jesús no estaba hablando de la falta de pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos. Incidentalmente, el Señor Jesús, ratifica que se trató de dos milagros diferentes, no de uno solo. Pero su inquietud es muy legítima. ¿Por qué el Señor Jesús hizo dos milagros muy similares uno de otro? Bueno, fue para mostrar su poder, fue para mostrar sus credenciales como Dios en forma humana, fue para aliviar el hambre física de la gente, fue para mostrarse a sí mismo como el pan de vida que sacia la sed espiritual del hombre pecador. Pero existe algo muy sutil que me gustaría señalar. Está en relación con lo que dijo el Señor Jesús cuando afirmó que alimentó a cinco mil hombres partiendo de cinco panes y alimentó a cuatro mil hombres partiendo de siete panes. ¿Nota la relación inversamente proporcional? Mientras menos panes, más se alimentaron. Mientras más panes, menos se alimentaron. ¿Qué ilustra esto? Pues algo hermoso. Lo poco es mucho cuando se lo pone en la mano del Señor Jesús. Puede ser que nosotros seamos nada a los ojos de los hombres, pero si nos ponemos en las manos del Señor Jesús, él puede hacer mucho por medio de nosotros. Es el milagro de la multiplicación. No olvide jamás esta lección: Poco es mucho cuando se lo pone en la mano del Señor Jesús. Finalmente, el Señor Jesús jamás esperó que sus discípulos realicen milagros de multiplicar panes y peces para alimentar a las multitudes. El Señor Jesús esperaba algo mucho más grande de sus discípulos. Esperaba que se sacrifiquen a ellos mismos, que tomen su cruz y que le sigan. De esa manera, no pocos, sino muchos, llegarán a encontrar al Señor Jesús como su personal Salvador. Este milagro es mayor y más importante que llenar el estómago a unos cuantos miles partiendo de pocos panes y pocos peces.

La segunda consulta de hoy nos llega desde Quito, Ecuador y dice así: ¿Cómo puede una persona saber que es salva?.

Esta pregunta es importantísima. Una persona es salva cuando ha recibido por la fe a Cristo como su Salvador personal. Recibir a Cristo como mi Salvador personal, significa creer totalmente que Cristo murió en la cruz en mi lugar, para pagar el castigo que yo merezco porque yo soy un pecador. Recibir a Cristo como mi Salvador personal significa también creer que Cristo fue sepultado pero resucitó al tercer día y que hoy está vivo, ofreciendo vida eterna a todos los que en él creen. La diferencia entre estar condenado y ser salvo descansa sobre el hecho de creer o no creer en Jesucristo como Salvador. Juan 3:36 dice: «El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehusa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.»

La salvación viene por creer en una persona, mas no en un dogma de cualquier religión que sea. Esa persona es Cristo Jesús. Hoy en día existe mucha confusión en cuanto al significado de creer. Se piensa que creer es solamente un mero asentimiento intelectual; pero creer va más allá de lo intelectual. Creer es sinónimo de confiar plenamente. Una persona que cree en Cristo ha depositado totalmente su confianza en Cristo como su Salvador y por tanto ha renunciado totalmente a su religión o a sus obras como aquello que le otorga mérito para ser salvo.

 

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