Por medio del correo electrónico, anónimamente se ha comunicado con nosotros una amable oyente. Ella no es joven, ya es algo mayor y sigue todavía soltera. Tiene varios años de ser creyente. Gracias a la misericordia del Señor ha crecido mucho espiritualmente. Desde hace algunos años atrás ha venido orando al Señor por un hombre de Dios para que sea su esposo, pero hasta ahora, Dios no ha respondido a ese pedido. Últimamente ha conocido a un hombre creyente, menor que ella, de quien se ha enamorado, pero este hombre, no tiene ningún interés en ella. Esto ha sido fuente de aflicción para ella. Se hace muchas preguntas, como por ejemplo: ¿Por qué ha permitido Dios que nazca este sentimiento hacia una persona que no me corresponde? ¿Por qué ha puesto Dios en mi corazón el deseo de casarme y tener hijos, aun cuando ya dejé de ser joven hace algunos años? Sé que tener hijos a mi edad es muy riesgoso. ¿Cómo sé si este hombre de quien estoy enamorada me va a corresponder en el futuro y todo es cuestión de tiempo? ¿Si este hombre no es para mí, será que Dios me va a dar otro hombre mejor que él? ¿Cómo logro quitar de mi mente a este hombre a quien yo quiero y él no me quiere? No quiere fallarle a Dios. Nos pide un consejo sobre este asunto.

Gracias por compartir con nosotros sobre este asunto amable oyente. Esto que usted está viviendo sucede a muchas mujeres, pero por temor o vergüenza, no buscan consejo. Así que, lo que yo voy a compartir con usted servirá para muchas mujeres que están pasando por la misma experiencia. El punto de partida para todo el análisis es la persona de Dios. Permítame leer lo que aparece en Salmo 34:8 acerca de Dios. La Biblia dice: Gustad,  y ved que es bueno Jehová;  Dichoso el hombre que confía en él.

Jehová es bueno amable oyente. Cuando de corazón reconocemos esto y sobre todo lo aceptamos por fe, podemos experimentar lo que dice el texto: Dichoso el hombre que confía en él. Si no tenemos una imagen adecuada de Dios, siempre encontraremos razones para sospechar o dudar de su bondad. Así que amable oyente, aunque debe ser difícil para usted mirar que van pasando los años y el cuerpo va envejeciendo, sin embargo, Dios sigue siendo bueno y si él ha permitido esto es porque hay un buen propósito. Puede ser que usted no encuentre nada de bueno en lo que está pasando, pero Dios ha dicho a los que somos suyos, que podemos estar seguros de que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Por otro lado, en segundo lugar, es importantísimo tomar la decisión en cuanto a qué es lo que va a ser la fuente de nuestra máxima satisfacción. ¿La riqueza? ¿El placer? ¿La fama, el prestigio? ¿La belleza física? ¿La familia? ¿El matrimonio? Cualquiera de estas cosas puede traer satisfacción, pero será una satisfacción pasajera. Lo único que puede traer satisfacción permanente es la persona de Dios. Asaf, el salmista reconoció este hecho y note lo que escribió según Salmo 73:25. La Biblia dice: ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Esta es la única manera de evitar vivir obsesionada. De otra manera, siempre habrá algo que le obsesione. Tal vez viva obsesionada por el matrimonio, en el sentido de no ser feliz hasta que no se case. Si este fuera el caso, usted debería hablar seriamente con Dios, y en oración confesar que ha estado obsesionada con casarse. Reconozca delante de Dios que la fuente de su gozo, de su satisfacción, no ha sido Dios sino el matrimonio y que por tanto ha desplazado a Dios del primer lugar de su vida. Si se ha dado cuenta que hasta ahora lo más importante para usted en su vida ha sido casarse, sacrifique para Dios ese deseo. Ofrézcalo en el altar del sacrificio. Dígale: Señor, te entrego a ti este deseo que me ha estado consumiendo toda la vida. Esto será el inicio de una vida en la cual poco a poco irá aprendiendo a hallar su satisfacción en la persona de Dios, no en otras cosas como casarse. En tercer lugar, tenga mucho cuidado con las decisiones que tome cuando se encuentre con alguien que manifiesta interés en usted para un noviazgo. Debe estar consciente que aunque está aprendiendo a hallar su gozo en el Señor, de todas maneras el casarse sigue siendo un asunto importante para usted, no más importante que el Señor, por supuesto. Siendo así, no caiga en la tentación de abrir la perta al primero que la toque. Mucho cuidado con aceptar a cualquiera con tal de casarse. Antes de aceptar a alguien, ore mucho al Señor pidiendo su dirección, cerciórese de que el hombre sea creyente, asegúrese de que sea un creyente maduro, pida consejo a sus padres, a sus pastores o ancianos y a personas de reconocida madurez espiritual. Seguramente tanto usted como yo conocemos cantidad de mujeres que por la desesperación de estar casadas se casaron con el primero que les propuso matrimonio, y una vez casadas se dieron cuenta que se habían casado con un lobo vestido de oveja, pero ya era demasiado tarde para el lamento. En cuarto lugar, evalúe con madurez la lista de requisitos del hombre con quien se casaría. Con bastante frecuencia me encuentro con mujeres que han puesto requisitos demasiadamente elevados para los hombres que las pretenden y como pocos o tal vez nadie puede cumplir con esos requisitos todavía están solteras. Valoro mucho que usted exija elevados requisitos para el hombre con quien se case, pero no exagere, bájelos un poco, de manera que tenga mejores oportunidades para elegir. En quinto lugar, no piense que por ser entrada en años y todavía soltera, es menos que otras mujeres. Recuerde que Dios le ama y le acepta no porque sea casada o soltera sino porque usted ha aceptado a Cristo como su Salvador. Así que no se sienta inferior a nadie. No haga caso de las burlas y las bromas pesadas de los demás. Aprenda a disfrutar de su soltería. En sexto lugar, resista la tentación a auto aislarse para evitar los comentarios hirientes de los demás. Bajo la guía del Espíritu Santo y con mucho discernimiento cultive amistades, fomente su contacto con personas. Es posible que la persona que Dios tiene para usted no se encuentre allí en el lugar donde usted se encuentra. En séptimo lugar, persista en oración, pero no ordenando a Dios ni demandando de Dios. Dígale a Dios que el deseo de su corazón sería casarse, pero que si esa no es la voluntad de Dios que usted está dispuesta a someterse a él con gozo, sabiendo que eso es lo mejor para su vida. No ponga sus deseos por encima de la voluntad de Dios. En octavo lugar, no tema a la soledad, si la voluntad de Dios fuera que no se case nunca. Recuerde que Dios es más que suficiente para evitar la soledad. Rehúse a vivir controlada por temores. Ahora siendo un poco más específico en cuanto a los asuntos de la persona que nos hizo la consulta, quisiera decirle que si la voluntad de Dios es que usted se case, Dios mismo pondrá en su camino la persona con quien Dios quiere que se case. Por ahora no se preocupe porque nadie aparece en el panorama. Dios sabe escoger el momento preciso, así como la persona precisa. No se desespere, siga confiando en el Señor. Usted dice que se ha enamorado de un hombre creyente menor que usted, pero que este hombre no manifiesta ningún interés por usted. Yo no veo problema en la diferencia de edad. El amor verdadero sabe como vencer esas barreras. Donde veo problema es en que usted ha dejado que primero broten las emociones. Está enamorada. No debió haber sido así. Primero debe estar la razón, luego las emociones. Antes de enamorarse debió haber buscado la dirección del Señor mediante su Espíritu, debió haber pedido consejo a sus padres, a sus pastores o ancianos, a sus amigos creyentes. Antes de enamorarse debió fijarse si este hombre también está interesado en usted. Obviamente no lo hizo y por eso está en esa triste situación de querer a alguien que no le quiere. ¿Cómo salir de esto? La única forma posible, pienso que sería dedicándose más al servicio al Señor, de modo que no tenga tiempo para pensar en él. Dedicándose más a la oración, reconociendo que se equivocó al enamorarse de un hombre que no le corresponde. Ocupándose más en el estudio de la palabra de Dios, para que Dios le muestre con claridad cuál es su voluntad para usted en este asunto. Usted se pregunta: ¿Por qué Dios permite que yo tenga deseos de casarme y tener hijos, si ya he llegado a una edad en la cual tener hijos puede ser riesgoso? Bueno, no siempre nuestros deseos son los deseos de Dios. Pero por algo Dios ha permitido que usted esté soltera todavía. Puede ser que Dios le ha librado o le esté librando de algo muy trágico para su vida. En todo caso, si la voluntad de Dios es que usted se case, espere con paciencia. Dios le mostrará el cuándo, el cómo y el con quién. Acerca de los hijos, por supuesto que tal vez ya es demasiado tarde para que tenga los suyos propios, pero siempre está la posibilidad de adoptar hijos, si esa es la voluntad de Dios. Sobre todas las cosas, le aconsejo que trate de hallar su gozo en Cristo no en el matrimonio. No se desespere, confíe en el Señor. Entregue su deseo de casarse al Señor y dígale que aunque nunca llegue a casarse, de todas formas usted vivirá gozosa con el Señor.

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *