Desde Punta Arenas, Costa Rica, un amable oyente nos ha hecho llegar algunas consultas. La primera dice así: ¿Por qué dicen los pastores evangélicos que las ofrendas y diezmos son del Señor? Contésteme si Dios o Cristo Jesús o un coro de ángeles vienen a llevar los diezmos y las ofrendas que las congregaciones supuestamente dan al Señor.
Aprecio mucho su consulta. La idea generalizada de que diezmos y ofrendas son del Señor se fundamenta en muchos pasajes bíblicos. Tenemos por ejemplo lo que dice Malaquías 3:7-9 donde leemos. Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos?
Mal 3:8 ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas.
Mal 3:9 Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado.
Los judíos en la época de Malaquías pecaron contra Jehová al guardarse para ellos mismos los diezmos y ofrendas que establecía la ley de Moisés. Jehová consideró este pecado como un robo contra él. Dios dijo a su pueblo: Vosotros me habéis robado. El pueblo respondió diciendo: ¿En qué te hemos robado? La respuesta de Dios fue: En vuestros diezmos y ofrendas. Esto implica que Dios consideraba a los diezmos y ofrendas como algo que legítimamente le pertenecían, de modo que si alguien los retenía para sí mismo, Dios lo tomaba como un robo. Por eso es que los pastores evangélicos normalmente exhortan a la congregación a entregar sus ofrendas al Señor. Bien se ha dicho que al entregar las ofrendas al Señor, en realidad lo que estamos haciendo es devolviendo algo que a Él le pertenece. Muy bien. En su consulta Usted se pregunta si es al Señor a quien damos las ofrendas, ¿por qué entonces Dios o Jesucristo no vienen a recibir lo que le pertenece o tal vez por qué no envían a un coro de ángeles para que se lo traigan? ¡Ah… amable oyente! Dios está recibiendo lo que le damos como ofrenda, pero Usted no lo ha notado. ¿Sabe de qué manera lo recibe? Dios lo recibe cuando esos bienes se utilizan para mantener templos donde se adora su nombre y se enseña su palabra. Dios lo recibe cuando esos bienes se utilizan para sostener a sus siervos que se dedican a trabajar en su obra. Dios lo recibe cuando esos bienes se utilizan para sostener misioneros que van a otros lugares para proclamar el mensaje de salvación. Dios lo recibe cuando esos bienes se utilizan para comprar tratados evangelísticos para que muchas personas sepan que en Cristo hay salvación. Dios lo recibe cuando esos bienes se utilizan en sostener ministerios como La Biblia Dice… que proclama el Evangelio y enseña la palabra de Dios utilizando medios masivos de comunicación, como la radio, el Internet, la literatura. Dios lo recibe cuando esos bienes llegan a las manos de los huérfanos, de las viudas, de los enfermos y tantas otras personas necesitadas. Claro que Dios no baja del cielo para llevarse monedas, billetes, autos, casas, y terrenos, porque Él no los necesita, porque todo ya es de él, pero cuando esas monedas, billetes, autos, casas, terrenos se utilizan de alguna manera para hacer avanzar su obra, o para ayudar a alguno de los suyos, es como si Dios mismo lo hubiera recibido.
La segunda consulta de nuestro amigo oyente de Punta Arenas, Costa Rica dice así: Cuando Pedro vio en visión ese lienzo que bajaba con todo tipo de animales inmundos y la voz que le decía: Pedro, levántate, mata y come, Pedro dijo que él nunca había comido nada inmundo. A esto el Señor le dijo que no llame inmundo a lo que él había limpiado. Yo tenía entendido que el Señor Jesús derramó su sangre en la cruz para limpiar a los pecadores, no a los animales. Entonces ¿por qué dijo a Pedro que había limpiado a los animales inmundos?
Gracias una vez más por su consulta. Vamos a dar lectura al pasaje bíblico al que Usted hace referencia. Se encuentra en Hechos 10:9-16. La Biblia dice: Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta.
Act 10:10 Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis;
Act 10:11 y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra;
Act 10:12 en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo.
Act 10:13 Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come.
Act 10:14 Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás.
Act 10:15 Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.
Act 10:16 Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo.
Pedro se encontraba en Jope. Dios se había manifestado en visión a un gentil llamado Cornelio y le había pedido que envíe hombres a Jope para hacer venir a Pedro. Cornelio envió a dos criados y un soldado. Los dos criados y el soldado de Cornelio estaban en camino a Jope, y mientras se acercaban a su destino, Pedro subió a la azotea de la casa de Simón el curtidor para orar. Era como el medio día, la hora sexta. Mientras oraba, le sobrevino gran hambre, y mientras le preparaban algo para comer, le sobrevino un éxtasis. Esto es un poco diferente a una visión. Según la definición del diccionario, éxtasis es el estado del alma, caracterizado interiormente por cierta unión mística con Dios mediante la contemplación y el amor y exteriormente por la suspensión mayor o menor del ejercicio de los sentidos. En este estado mental, Pedro vio el cielo abierto y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra. En el lienzo había todo tipo de cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. Mientras Pedro veía esto, se oyó una voz que decía: Levántate, Pedro, mata y come. Pedro sabía que todo esto era del Señor y por eso, su primera reacción fue: Señor, no. Pedro era un buen judío y por tanto jamás había comido algo que según la ley de Moisés era considerado inmundo. En el lienzo había algunos animales inmundos o no aptos para que los judíos lo coman. La respuesta del Señor fue: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común o inmundo. Esto se repitió por tres veces hasta que aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo. En la ignorancia, a veces hacemos o decimos cosas incongruentes. Pedro lo hizo. Reconoció que quien le hablaba era Dios, el Señor y sin embargo dijo: Señor, no. Si él es Señor no se le puede decir no. Si se le dice no, entonces él no es Señor. Pero ¿Qué significaba todo esto? Pedro no lo supo inmediatamente sino que se quedó perplejo, buscando sentido a lo que acababa de pasar. Pero muy pronto se aclaró todo. Ocurrió cuando llegaron a la casa donde estaba Pedro y el Espíritu Santo le dio instrucciones de ir con ellos, por cuanto ellos habían sido enviados por Dios. Pedro fue y llegó a Cesarea donde estaba Cornelio y luego de los saludos, Pedro entró a la casa de Cornelio donde estaban reunidos muchos gentiles como Cornelio. Pedro entonces dijo lo que tenemos en Hechos 10:28 donde leemos lo siguiente: Y les dijo: Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo;
Aquí está la respuesta a su duda, amable oyente. Esos animales inmundos que en estado de éxtasis vio Pedro bajando del cielo, simplemente eran un símbolo. Simbolizaban a los gentiles. Pedro lo entendió así y por eso dijo que mediante esa experiencia en estado de éxtasis, Dios había mostrado a Pedro que a ningún hombre llame común o inmundo. Esto abrió la puerta para que Pedro predique el Evangelio a Cornelio y los que estaban en su casa y muchos recibieron a Cristo como Salvador y fueron perdonados de sus pecados. De manera que, amable oyente, efectivamente, Dios no está en planes de salvar animales o de limpiar o purificar animales que la ley de Moisés consideraba ceremonialmente comunes o inmundos. Dios está en planes de traer salvación tanto a judíos como a gentiles, a quienes los judíos consideraban como ceremonialmente comunes o inmundos. Para hacer esto posible, Dios envió a su Hijo unigénito, el Señor Jesucristo, quien derramó su preciosa sangre en la cruz del calvario, para limpiar del pecado a todo aquel que en él cree y le recibe como Salvador.
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