A través de Internet se ha comunicado con nosotros una amiga oyente para pedirnos consejo sobre un asunto que le tiene preocupada. Para proteger la identidad de quien hace la pregunta, vamos a omitir algunos detalles específicos. Ella es creyente y va a una iglesia en la cual al final de cada predicación el pastor invita a los asistentes a acercarse al altar para orar, pero ella no va, porque no siente que debe hacerlo y además porque le distrae la oración en voz alta de los otros hermanos y eso no le permite concentrarse en lo que está orando, por eso prefiere quedarse en su puesto u orar en la intimidad de su habitación. Pero ha notado que muchas veces ella es la única que no pasa frente al altar, y eso ha hecho que el pastor le exhorte diciéndole que no pasa a orar en el altar porque tiene el corazón endurecido o que tiene algún pecado oculto y no lo quiere dejar. Dice que eso no es así porque trata de aplicarla a su vida cada predicación y hace los cambios de las cosas que están mal, a diferencia de muchos hermanos que pasan a orar en alta voz al altar siempre, pero siguen manteniendo actitudes y prácticas que no son cristianas a la vista de toda la congregación. Quiere que se le aclare si es un mandamiento bíblico ir ante el altar a demostrar al pastor y a los hermanos su arrepentimiento, o si está bien lo que hasta ahora ha estado haciendo, porque a su entender Dios no está solamente frente al altar y escucha desde cualquier parte que esté el que ora. Además piensa que es un rito que quieren que obligadamente lo cumpla y cree que no debe hacer cosas solamente para complacer a alguien. Agradece por el consejo que le podamos dar porque en cada culto se siente aludida y presionada, lo cual hace que ya no disfrute de la parte final de la predicación.

Bueno, siempre será para lamentar cuando en lugar de experimentar gozo, satisfacción, consuelo, fortaleza, los creyentes encuentren todo lo contrario en los cultos de una iglesia local. Me temo mucho que algo de esto está experimentando usted. Nos ha consultado acerca de si la Biblia ordena a los predicadores que inviten a los creyentes a acercarse a altar para orar al final de cada mensaje. Entre paréntesis, en lugar de altar, yo prefiero llamar la plataforma donde está el púlpito. La palabra altar me hace pensar en algo que era propio del Tabernáculo o del templo en el Antiguo Testamento, en donde se sacrificaba animales o donde se quemaba incienso. Fin del paréntesis. Pues, hasta donde yo conozco las Escrituras, no veo un mandato en el sentido que los predicadores estemos obligados a invitar a la congregación a ponerse de pie ante la plataforma donde está el púlpito para que oren en voz alta. Por supuesto que la Biblia dice que los creyentes debemos orar sin cesar, pero no necesariamente al final de cada mensaje y no necesariamente frente al púlpito desde donde un predicador expone su mensaje. Pero tampoco he encontrado en la Biblia que no se deba hacer algo así. Simplemente la Biblia guarda silencio sobre este asunto. Siendo este el caso, el hacerlo o no hacerlo queda a criterio del predicador. Si el predicador se siente guiado por el Señor a hacerlo, no hay problema con invitar a la congregación a ponerse de pie y acercarse a la plataforma donde está el púlpito para orar o para que el predicador ore por ellos. El problema surge cuando el predicador obliga o manipula a la congregación para que pase a la plataforma para orar. Esto estaría muy mal porque las cosas espirituales o las cosas que hacemos para Dios jamás deben hacerse por obligación o como usted bien ha dicho para agradar a los hombres, bien sea al predicador o a la congregación. Así que me parece no muy atinado que el pastor de su iglesia le acuse de tener el corazón endurecido o de tener pecado oculto que no quiere abandonar, por el solo hecho que usted no pasa frente a la plataforma para orar cada vez que el pastor termina de predicar. Mi consejo sería que trate de tener una reunión con el pastor, de modo que con mucho tino y amor y con mucha oración le explique las razones que tiene para no pasar a la plataforma a orar cada vez que él termina de predicar. Es muy posible que el pastor entienda su posición y se abstenga de juzgarle equivocadamente. Que Dios le guíe a manejar este asunto con madurez.

La segunda consulta para el programa de hoy también nos llega por Internet y es de un amigo oyente quien nos dice lo siguiente: Conozco a una persona quien era muy cristiana, pero ahora nos ha escrito diciendo que ha encontrado la verdad del evangelio, según la cual, no existe el pecado porque Jesucristo murió por todos nuestros pecados. Tampoco existe el diablo porque Jesús lo destruyó en la cruz, ya no debemos desear bendición a otros porque ya hemos sido bendecidos con toda bendición, ya somos totalmente santos, sin pecado, porque Jesús nos santificó, ya no existe el infierno. Pero lo que más me preocupó es que dice que Dios en su soberanía nos escogió y predeterminó, de modo que los escogidos se van a salvar sin importar lo que hagan, mientras que los no escogidos y predeterminados se van a condenar igualmente, no importa lo que hagan. Esta persona cita una serie de versículos para afirmar sus creencias. Por favor acláreme estos asuntos a la luz de la Palabra.

Gracias por su consulta amable oyente. Bueno. No sé en qué se habrá metido la persona sobre quien habla su consulta, pero lo único que sé es que está muy equivocada. Vayamos por partes. Dice que ya no hay pecado porque Cristo murió por nuestros pecados. La muerte de Cristo hizo posible que todos nuestros pecados pasados, presentes y futuros sean perdonados, pero eso no significa que no haya pecado. Note lo que dice el apóstol Juan hablando sobre los creyentes: Leo en 1 Juan 1:8 Si decimos que no tenemos pecado,  nos engañamos a nosotros mismos,  y la verdad no está en nosotros.

Aunque hemos sido perdonados de todo nuestro pecado, el pecado existe y la voluntad de Dios es que no nos rindamos al pecado. Dice que el diablo no existe porque Cristo le destruyó en la cruz. Bueno, la muerte de Cristo asestó una herida mortal al diablo, pero el diablo todavía tiene su poder y está vivo en el universo, hasta que llegue el tiempo cuando sea arrojado al lago de fuego. ¿Cómo lo sabemos? Pues solo hace falta ver como está el mundo en la actualidad. Pero note lo que el apóstol Pedro dijo a los creyentes, según 1 Pedro 5:8  Sed sobrios,  y velad;  porque vuestro adversario el diablo,  como león rugiente,  anda alrededor buscando a quien devorar;

El diablo, aunque herido de muerte, sigue vivo, sigue siendo el adversario del creyente, por eso tenemos que ser sobrios y velar, en el sentido de estar alerta. El diablo es como un león rugiente que anda alrededor buscando a quien devorar. Si el diablo estuviera destruido, Pedro no habría dicho estas cosas. Dice que ya no debemos desear bendiciones a otros porque ya hemos sido bendecidos. Bueno, efectivamente los creyentes hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según Efesios 1:3 pero eso no quita que bendigamos a otros. Note lo que Pedro dice a los creyentes según 1 Pedro 3:8-9 Finalmente,  sed todos de un mismo sentir,  compasivos,  amándoos fraternalmente,  misericordiosos,  amigables;  no devolviendo mal por mal,  ni maldición por maldición,  sino por el contrario,  bendiciendo,  sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.

Los creyentes debemos bendecir a los demás. Dice que ya somos santos, sin pecado, porque Jesús nos santificó. Bueno, posicionalmente somos santos, pero en la práctica todavía distamos mucho de ser santos en el sentido de no tener pecado. Por eso Juan dice lo siguiente según 1 Juan 1:9-10 Si confesamos nuestros pecados,  él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,  y limpiarnos de toda maldad.  Si decimos que no hemos pecado,  le hacemos a él mentiroso,  y su palabra no está en nosotros.

Posicionalmente somos santos, pero en la práctica, en el diario vivir, todavía como creyentes pecamos y por eso necesitamos confesar el pecado y apartarnos del pecado. Dice que no hay infierno, pero note lo que la Biblia dice según Apocalipsis 20:15 Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.

El lago de fuego es el infierno amable oyente, el lugar de eterna condenación para todos los que salen de este mundo sin el perdón de sus pecados. Dice que Dios soberanamente, diría arbitrariamente, escoge a unos para salvación y escoge a otros para condenación. Pero si fuera así, sería un Dios injusto, ya no sería Dios. Dios escoge al hombre, pero el hombre también es responsable de su decisión. Las dos cosas se ve en la Biblia. Note lo que dice Juan 6:37 Todo lo que el Padre me da,  vendrá a mí;  y al que a mí viene,  no le echo fuera.

La parte de Dios queda expresada en: Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí. La parte del hombre queda expresada en: Y al que a mí viene, no le echo fuera. El hombre tiene que ir a Jesús. Así que amable oyente, no se deje engañar, toda su creencia debe fundamentarse en la Biblia no en lo que la gente dice, por más respeto que se le tenga.

 

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