Desde Lima, Perú se ha comunicado con nosotros un amable oyente para hacernos la siguiente consulta: Llevo tres años maravillosos en el Señor, y me sentí desilusionado cuando expresé a mi pastor que quería enseñar como maestro en mi iglesia y me negó, quise tomar unos estudios bíblicos y me negó, quise formar junto con mi esposa una célula de matrimonios jóvenes y me negó. La razón es que no me he casado eclesiásticamente. Yo me he casado civilmente cumpliendo con las leyes. PREGUNTO ¿ES NECESARIO QUE ME CASE ECLESIÁSTICAMENTE PARA PODER SERVIR EN MI IGLESIA?

Gracias por su consulta. Siento mucho que tenga que pasar por esta situación. Será muy doloroso tener un gran deseo por servir al Señor pero no poder hacerlo por no cumplir con ese requisito impuesto por el pastor de la iglesia. El matrimonio es una institución establecida por Dios en los albores mismos de la humanidad. Génesis 2:24 dice: Por tanto,  dejará el hombre a su padre y a su madre,  y se unirá a su mujer,  y serán una sola carne.

El matrimonio implica dejar padre y madre, un cambio en la relación que hasta el momento de casarse el novio tenía con su padre y su madre. El matrimonio implica también unirse a su mujer. Esto habla de una decisión voluntaria de un hombre de tomar a una mujer como esposa. Esto se efectúa conforme a las leyes vigentes en cada país. En Ecuador por ejemplo, los contrayentes tienen que comparecer ante un juez en el registro civil, ante quien, con la presencia de testigos, un hombre toma a esa mujer como esposa y la mujer toma a ese hombre como esposo. Se lo conoce como el matrimonio civil. Este juez les declara marido y mujer con todos los privilegios y responsabilidades que esto conlleva. Puede ser que las leyes sean diferentes en otros países. Finalmente el matrimonio implica llegar a ser una sola carne. Esto habla de la unión indivisible que resulta entre el esposo y la esposa, una vez que han dejado padre y madre y voluntariamente han decidido unirse en matrimonio. Cuando un hombre y una mujer han cumplido con esto, están legítimamente casados. Es aquí donde cabe la pregunta. ¿Y dónde queda el matrimonio eclesiástico? Pues la Biblia no lo ordena ni lo condena, por lo cual, el flamante matrimonio está en libertad de realizarlo o no. El matrimonio no es una ordenanza para la iglesia. Las únicas dos ordenanzas para la iglesia es el bautismo en agua y la cena del Señor. Si se efectúa el matrimonio eclesiástico es una buena oportunidad para que el nuevo matrimonio comparta su gozo con sus familiares y con los hermanos de la iglesia local donde se congrega. Así que, amable oyente, si usted y su esposa han dejado padre y madre, si se han tomado el uno al otro como esposa y esposo conforme a las leyes de su país y si han llegado a ser una sola carne, están bien casados independientemente de si han tenido o no una ceremonia eclesiástica. No logro por tanto entender por qué se considera como requisito para servir al Señor el haber tenido una ceremonia eclesiástica. A veces los pastores o líderes de las iglesias se ponen más estrictos que la misma Biblia, al puro estilo de lo que hacían los fariseos del tiempo que el Señor Jesús estaba en esta tierra. Pero además de lo dicho, me gustaría hacer otra reflexión. Si el pastor de la iglesia donde se congrega exige que se case eclesiásticamente para poder servir al Señor en cualquier ministerio, ¿Por qué no se somete a eso de modo que pueda tener el privilegio de servir? Después de todo, no perderá nada, aparte de ceder, pero puede ganar al menos algo, los regalos de bodas que le darán los invitados.

Esta consulta nos llega desde Panamá. Dice así: He leído en el Apocalipsis acerca de los 144 mil sellados de todas las tribus de Israel. Quisiera entender y comprender por qué la tribu de Dan no aparece en esta lista. Investigué en el libro de 1 de Crónicas para ver si encontraba a los descendientes de Dan pero pude observar que inclusive aquí ya había sido quitada esta tribu. Si pueden ayudarme a entender se los agradecería.

Gracias por su consulta. Jacob tuvo doce hijos de los cuales provienen las doce tribus de Israel. En 1 Crónicas 2:1-2 encontramos la lista de los hijos de Jacob. Dice así: Estos son los hijos de Israel:  Rubén,  Simeón,  Leví,  Judá,  Isacar,  Zabulón,

1Ch 2:2  Dan,  José,  Benjamín,  Neftalí,  Gad y Aser.

Notamos que en la lista están Dan y José. Ahora consideremos la lista de doce tribus de las cuales provienen los 144.000, 12,00 por cada tribu. El texto se encuentra en Apocalipsis 7:4-8. La Biblia dice: Y oí el número de los sellados:  ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.

Rev 7:5  De la tribu de Judá,  doce mil sellados.  De la tribu de Rubén,  doce mil sellados.  De la tribu de Gad,  doce mil sellados.

Rev 7:6  De la tribu de Aser,  doce mil sellados.  De la tribu de Neftalí,  doce mil sellados.  De la tribu de Manasés,  doce mil sellados.

Rev 7:7  De la tribu de Simeón,  doce mil sellados.  De la tribu de Leví,  doce mil sellados.  De la tribu de Isacar,  doce mil sellados.

Rev 7:8  De la tribu de Zabulón,  doce mil sellados.  De la tribu de José,  doce mil sellados.  De la tribu de Benjamín,  doce mil sellados.

Una comparación entre las dos listas nos muestra que en el texto de Apocalipsis no consta la tribu de Dan y en su lugar aparece la tribu de Manasés, quien fue hijo de José y aparece también la tribu de José, muy probablemente para referirse a Efraín, el hijo de José, hermano de Manasés. La gran pregunta es ¿Y por qué no aparece la tribu de Dan? No se puede saber a ciencia cierta. Las razones que normalmente se sugieren es porque la tribu de Dan fue la primera tribu que escogió apartarse de Jehová hacia la apostasía. Otra razón sería por cuanto en la profecía que hizo Jacob sobre sus hijos compara a Dan con una serpiente. Note lo que dice Génesis 49:17 Será Dan serpiente junto al camino, 

 Víbora junto a la senda, 

 Que muerde los talones del caballo, 

 Y hace caer hacia atrás al jinete.

Dan, cuyo nombre significa juez, fue padre de una tribu agresiva que descendió muy profundo en la rebeldía hacia Dios. Como que hizo honor al simbolismo de la serpiente. La descendencia de Dan abandonó la tierra que le fue dada y emigró al extremo norte de Israel. Todo esto parece que contribuyó a que la tribu de Dan sea omitida de la lista de tribus cuya descendencia formará ese grupo de 144,000 que anunciarán el Evangelio durante la tribulación.

Desde Cochabamba, Bolivia se ha comunicado con nosotros un amable oyente para hacernos la siguiente consulta: Tengo unos amigos que son evangélicos quienes dicen que ni los santos ni la virgen María pueden interceder por nadie, porque están dormidos en un lugar que se llama el seno de Abraham que es la antesala del cielo, en donde no sienten, no oyen, ni hablan. Al menos eso es lo que entendí. ¿Qué dice la Biblia sobre esto?

Si lo que usted dice en su consulta fue realmente lo que dijeron sus amigos evangélicos, me temo que solamente una parte es la verdad según la Biblia y el resto no tiene fundamento bíblico. Me explico: La Biblia dice que hay un solo mediador entre Dios y el hombre, ese mediador es el Señor Jesús. Ponga atención a lo que dice 1 Timoteo 2:5 Porque hay un solo Dios,  y un solo mediador entre Dios y los hombres,  Jesucristo hombre,

Según esto, ni los santos, me imagino que se refiere a personas muertas a quienes los hombres han declarado santos, ni la virgen María, pueden realizar la obra de mediar o interceder entre Dios y el hombre. Es inútil tratar de llegar a Dios por medio de quienquiera que no sea el bendito Señor Jesucristo. En esto tienen razón sus amigos evangélicos. En lo que están equivocados sus amigos evangélicos es en que los que han muerto están dormidos en el seno de Abraham, no importa si se trata de los que usted llama santos, o la virgen María, quien también murió, y en general toda persona que ha muerto. La Biblia dice que mientras estamos vivos en el mundo tenemos la oportunidad de escoger si al morir vamos al cielo o a un lugar de tormento en fuego llamado el Hades. Los que terminan tanto en el cielo como en el Hades están totalmente conscientes, aunque sin un cuerpo físico, hasta que ocurra la resurrección, con la única diferencia que los que están en el cielo están en la presencia inmediata de Dios gozando de sus bendiciones, mientras que los que están en el Hades están separados de Dios atormentados en fuego.

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